Galaxia de pecas
Abrí los ojos y mire el pequeño reloj que descansaba en la mesita a un lado de mi cama, 9 a.m., en mi camino al baño hice una lista mental de lo que debía hacer ese día, intentar hacer ejercicio, llamar a la editorial para saber acerca del lanzamiento, poner tus cosas en cajas y finalmente ponerle fin a esto, comprar algunas cosas para ocupar el espacio que solían ocupar las tuyas. Cuando termine de arreglarme para ir a correr la vi en el espejo, tenía media sonrisa y sus ojos tenían un poco más de vida, pero su cabello seguía estando muy largo y algo descuidado.
Salí a correr y cinco minutos después mis pulmones pedían clemencia luego de muchos días de cigarrillos y sedentarismo, sin prestar atención a la falta de aire seguí corriendo hasta que el celular me avisa que el tiempo se ha agotado, detuve la música mientras me sentaba en un banco del parque, sentía como mis pulmones queman, mis piernas se quejaban luego del ejercicio pero se sentía bien, me levante luego de descansar un rato y fui caminando hasta el café en el que había estado días atrás.
Me senté en una de las mesas exteriores, viendo los carros y la gente pasar, una voz un poco ronca pero amable me saca de mi mundo preguntándome si podía tomar mi orden, me volví hacia la dueña de esa voz que a mi oído se le hacía bastante agradable, lo primero que note fue su larga melena cobriza, unos ojos miel que me descolocaron y una galaxia de pecas, la mire un largo rato y al no obtener respuesta volvió preguntarme, le sonreí algo embobada todavía, ella solo sonrío y anotó mi pedido, preguntándome si quería un café mientras esperaba, acepte con gusto y vi como desapareció en el interior. Reapareció unos minutos después para atender a otros clientes, me gustaba bastante este lugar daba esa sensación de estar en casa, mientras esperaba aproveche para llamar a la editorial y la Sra. Márquez me informo que solo debía ir a un par de firmas y una pequeña lectura, le di las gracias por hacerme ligera la promoción y colgué, cuando estaba por llamar a mi madre la misma chica de ojos color miel aparece frente a mí con mi desayuno, lo colocó en la mesa y le di las gracias acompañada con una sonrisa, esta vez se quedó frente a mi más tiempo como si tuviese algo que preguntar, no creo que sepa quien soy, mi libro no era tan conocido en esta ciudad.
-¿Nos conocemos?- pregunte para aligerar el ambiente, ella parpadeo y un leve rubor pintó sus mejillas.
–No, si, bueno conozco tu poemario y no estaba segura si eras tú, luces muy diferente en la foto, por eso no te reconocí cuando tome tu orden- dijo con una sonrisa nerviosa y ese leve rubor que comenzaba a crearme un vacío en el estómago.
-las fotos no son lo mío– señale divertida, devolviéndole la sonrisa aunque por dentro los sentimientos comenzaban a darme punzadas, claro que lucía diferente, la de esa foto ya no era yo.
Alguien llamó su atención y se despidió de mi –disfruta tu desayuno de medio día- fue lo que ultimo que dijo antes de seguir con su labor, yo solo pude mirarla ir y venir con esa gracia que tenía al caminar.
Llegue a casa y por fin me atreví a recoger tus cosas, comencé por la poca ropa que dejaste atrás incluyendo esa camisa del concierto de esa banda de rock en el que nos conocimos, sentí una leve nostalgia pero no llore, creo que ya no te extraño tanto, por primera vez volvía a sentirme a gusto, parte del día se me fue entre humo de cigarrillos, tazas de café y canciones no tan tristes.
Cuando termine de organizar todo suspire satisfecha de mi pequeño progreso, dejé las cajas sin etiquetar que contenían tus cosas cerca de la puerta y luego de una larga ducha escribí hasta que el borrador comenzó a verse decente, me fije en la hora pero ya era tarde para llamar a mi madre sin escucharla decir improperios hacia mi persona, cene y dejé los platos para lavarlos al día siguiente, cuando caí en los brazos de Morfeo soñé con una galaxia de pecas y ojos color miel.
ESTÁS LEYENDO
Café frío.
RomanceJulia, una escritora que comienza a ser reconocida, luego de una terrible depresión conoce a Luz, la dueña de un pequeño café que poco a poco le devolverá la calidez a sus ojos.