Tocando fondo.
Me encontraba en el mismo sitio que hace un mes cuando había tocado fondo, al menos no había vuelto a pensar en suicidarme. De fondo una canción triste, en mi mano derecha un vaso lleno de lo primero que encontré a la mano, en la izquierda un cigarrillo a medio consumir, mi cara enjuagada de lágrimas, el cuarto inundado en memorias tristes y humo denso que no deja pensar más allá de cómo fue todo que salió mal. El teléfono vuelve a sonar, dejo que vaya al buzón de voz, por milésima vez se oye la voz robótica diciendo que libere espacio para que nuevos mensajes puedan entrar, la ignoro y me dispongo a desconectarlo mientras tiro el cigarrillo que ya se ha consumido, para encender otro y rellenar mi vaso. En mi entrada muchos papeles acumulados, cuentas, reclamos de la editorial por retraso y suscripciones a revistas que nunca leí porque eran tuyas y la decoración de interiores no es algo que me vuelva loca; debo pagar las cuentas y enviar el manuscrito porque no quiero quedarme sin trabajo ni casa pero eso significa que debo salir de mi cueva y no puedo hacerlo en la condición en la que me encuentro, huelo la camiseta que llevo puesta por un número desconocido de días con una mueca de asco me desprendo de ella mientras me hago camino hasta el espejo de mi cuarto, parada ahí algo hace click dentro de mi cerebro y reparo en mi aspecto físico que aunque nunca fue el mejor ni de rasgos destacables lo que frente a mi estaba era una desconocida con unos ojos de mi color pero sin brillo, el cabello vuelto una maraña, había bajado unos cuantos kilos eso se notaba sobretodo en mis mejillas que ya no estaban tan abultadas como siempre, las ojeras fue lo que más me impacto eran parte de mi pero nunca habían estado tan profundas y marcadas, estuve un largo rato intentando buscar algún rastro de mí en aquella figura reflejada en el espejo, luego de darme por vencida entre a la regadera y abrí la llave dejando que las gotas de agua se llevaran junto con la suciedad de mi piel, un poco la tristeza de mi alma.
Luego de ese baño me sentí un poco mejor, recordé la noche en la que casi me abro las venas con un trozo de botella que encontré en el piso y un escalofrío recorrió mi espalda fue lo primero en entrar a la bolsa de basura luego las latas, botellas, cajas de cigarrillos vacías y ceniceros rebosados, limpie, recogí y abrí un poco la ventana de la salita, el aire comenzaba a sentirse más ligero. Fui hasta la cocina para intentar comer algo pero no encontré nada mas que un pan que podía usarse como arma blanca y un cartón de leche vacío,suspire y añadí otra tarea para cuando saliera, hice un poco de café y fui hasta la computadora para encenderla y enviar el manuscrito, me encontré llorando de nuevo contemplando esa foto que te tome cuando pensaba que no me mirabas, donde el sol te daba de frente y solo se distinguía tu silueta, unas cuantas lagrimas rodaron por mis mejillas y no sé por cuanto tiempo estuve en silencio hipnotizada por uno de los últimos recuerdos felices a tu lado cuando logre salir del trance el café estaba frío y la poca luz natural que quedaba se había ido, cambie el fondo de pantalla de la computadora y envíe el dichoso manuscrito, me quede ahí pensando en ti, en ese nosotros que ya no existía, en lo mal que lo estaba pasando y en lo fácil que había sido para ti irte sin luchar. Una y otra vez repetí esta frase como si de un mantra se tratara "un paso a la vez"; encendí otro cigarrillo y calenté mi café, por primera vez en un largo tiempo comenzaba a sentir alivio por esas pequeñas cosas. Lave la taza y me dirigí a paso lento a mi cuarto, me tumbe en la cama, me arrope y justo antes de caer dormida un último pensamiento cruzo mi mente, voy a sanar y seré feliz un paso a la vez.

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Café frío.
RomanceJulia, una escritora que comienza a ser reconocida, luego de una terrible depresión conoce a Luz, la dueña de un pequeño café que poco a poco le devolverá la calidez a sus ojos.