Capitulo 2

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Un paso adelante y dos atrás

No recordaba lo bien que se sentía dormir sin ayuda del alcohol y lo cómoda que era mi cama, me levante camino al baño, allí estaba esa desconocida mirándome desde el espejo, sus ojos sin brillo me inquietaban era como si su alma se hubiese ido de viaje hace mucho tiempo, ignoré ese vacío en el estómago que su mirada me produjo y fui a ducharme me esperaba un día largo, no sé cómo un simple baño podía hacerme tan bien, me vestí con algo de ropa abrigada e intente desenredar el nido que era mi cabello, la primera taza de café y cigarrillo del día eran suficiente para mi estómago por ahora aunque sabía que no era lo mejor para mi salud no me quise obligar a comer, no quería terminar vomitando. Abrí las cortinas y mire a mi alrededor notando que aún quedaban cosas por desechar, unas cuantas fotos tuyas, de nosotras, libros que alguna vez me regalaste y esa colección tuya de revistas que nunca comprendí, de nuevo ese vacío en el estómago que me hacía querer vomitar y las lágrimas amenazando con salir, frote mis ojos y suspire tomando mis llaves y el celular que estaba tirado en el sofá debajo de las pequeñas almohadas decorativas que compraste, estaba muerto.

-vaya sorpresa- bufé, lo conecte y salí no muy segura de si podría dar mas de dos pasos fuera del apartamento a pagar las cuentas y la renta del apartamento que estaban retrasadas, también debía mostrar el rostro en la editorial para escuchar el sermón por haber desaparecido sin más y haber enviado el manuscrito con un retraso de casi dos meses.

Baje hasta la recepción para poder pagar la renta, el encargado del condominio me amenazo con llamar al cerrajero y dejarme en la calle la próxima vez que me retrasara.
Cuando llegue al exterior el ruido mezclado de la gente y los carros me mareo, vi como todo había cambiado como la brisa característica del mes comenzaba a hacerse presente, me di cuenta como durante mi claustro todo había seguido su curso mientras yo me había estancado, camine porque me apetecía mirar de nuevo esas calles que se habían vuelto extrañas para mí, pase por la pequeña floristería donde siempre comprabas flores de regreso a casa y casi termino llorando en medio de la calle. Me atendió una señora con cara de haber tenido un día más largo que mi propio encierro. Le sonreí o eso intente, le entregue mis facturas y me lanzo una de esas miradas de reproche que tanto odiaba pero eso no me impidió darle las gracias y regalarle una sonrisa y luego tome un taxi hasta la editorial.

Cuando salí de la editorial no me sentía con ganas de hacer las compras la reunión con la Sra. Márquez me dejo un poco de mal humor aunque yo tenía toda la culpa, estuve a punto de perder a las únicas personas que creyeron en mi talento, de mala gana tome un taxi a casa, pero cuando pasaba por el parque le indique que me dejara ahí, comencé a caminar sin saber exactamente a donde me dirigía, termine frente a un pequeño café, habían algunas mesas afuera con gente fumando y con mascotas, en el interior había bastante gente en su mayoría grupos de chicos o familia, algunas parejas mayores, era un ambiente bastante acogedor con un jazz sonando a un volumen agradable, llegue a la barra, pedí un café negro y  luego de pagar ocupe una de las mesas ubicadas a afuera  encendí un cigarrillo mientras observaba el parque donde jugaban niños, algunas parejas paseaban y otras personas corrían. Una melena pelirroja me llamo la atención parecía flotar entre la gente con ese paso apurado con el que se acercaba, paso a mi lado y musitó un buenas tardes para seguir su camino hacia el interior del café, la seguí con la mirada hasta que se perdió detrás de una puerta, deje la propina y me fui a hacer las compras.

Cuando llegue a casa acomode la comida en la nevera y las alacenas, prepare algo de café y  me tire en el sofá de la salita, saque el ultimo cigarrillo que quedaba en la caja, maldije por lo bajo al darme cuenta que ya era muy tarde además de que no me apetecía salir de nuevo solo a comprar cigarrillos. El frío afuera comenzaba a intensificarse, fui hasta la computadora y puse algo de música para no sentirme tan sola, abrí la ventana no quería que el aire del apartamento se tornara pesado de nuevo y volví a mi posición en el sofá para fumar con tranquilidad. Creo que es la quinta canción la que me arrastró de nuevo al hueco del que comenzaba salir, el cigarrillo hace tiempo es solo una colilla aplastada y yo soy un ovillo en el sofá que no para de llorar, me quedé dormida luego de una botella de ron, hoy fueron un paso adelante y dos atrás.

Café frío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora