Capítulo 6

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Let it go.

Desperté más tarde de lo usual, odiaba los domingos, pero al fin vería a Valentina y no podía explicar lo mucho que extrañaba a esa muchacha bajita de cabello corto y rizado, piel pálida y complexión delgada pero con ojos tan expresivos que te iluminan la vida. Desayuné mis sándwiches con café frente a la computadora mientras continuaba escribiendo y las horas se fueron volando porque cuando me di cuenta tenía poco menos de una hora para alistarme y salir al café. Mientras corría por todo el apartamento el celular sonó, conteste y una voz me saludo desde el otro lado, me congele al instante cuando la reconocí, esa forma en la que solías decir mi nombre, justo como lo recordaba.

-¿Qué quieres, Sahara?- solté en un hilo de voz mientras sentía como todo lo que había avanzado se escurría entre mis dedos.

–Que grosera, no piensas decirme hola- preguntaste y casi pude visualizar la sonrisa burlona detrás de ese comentario.

–Hola Sahara, ahora puedes decirme que quieres llevo algo de prisa- aclare mi garganta y sacudí la cabeza, no podía dejar que volvieras a alterarme, no luego de todas esas semanas en las que sufrí creyendo que había sido mi culpa que me abandonaras.

–Solo te llamaba para saber cómo estabas y si podíamos ir a tomar un café hoy, quería decirte que lo sentía, no debí irme así, si pudiésemos hablar en algún sitio siento que te debo una explicación- no podía creerlo tú no pedias perdón y mucho menos dar explicaciones algo en tu tono de voz me hizo sentir incomodidad y molestia.

–No hay mucho que explicar, ya no era lo que buscabas luego de tres años y fue más fácil echarme la culpa que simplemente decir la verdad, no hay rencores y no debes disculparte, si quieres pasar por el resto de tus cosas, hazlo, ya están en unas cajas, no estaré en mi casa por horas, dejaré unas copias de las llaves con el encargado para que te deje pasar y cuando llegue espero no encontrarte- solté todo apresurada y note que estaba a punto de llorar, suspiré tratando de tragarme el nudo que ya se formaba en mi garganta.

–Yo... solo... lo siento, fui una cobarde lo sé, si me dejas explicarte...- no quería tus explicaciones, solo te quería fuera de mi vida.

-Pasa por aquí a las dos, tus cosas están en unas cajas al lado de la puerta deja la llave en la mesa de la sala. Solo te pido que no me busques, no hay rencores, si lo que quieres es oír un "te perdono" para no sentirte tan culpable, te perdono, eres libre y se feliz, buena vida Sahara- colgué sin darte tiempo a contestar y me limpie unas cuantas lágrimas, si te había perdonado y te había dejado ir finalmente lo había conseguido, encendí un cigarrillo tratando de calmar la ansiedad que esa llamada había causado, me puse los zapatos luego de apagarlo a toda prisa y deje mis llaves con el encargado explicándole toda la situación, Valentina ya comenzaba a mandar mensajes, odiaba mi impuntualidad.

Cuando llegue al café, Valentina estaba sentada en una de las mesas del exterior, me miro con una sonrisa que se borró al instante, hizo una mueca con el rostro y me abrazo, yo la apreté y estuve a punto de llorar, la había extrañado más de lo que pensaba, se alejó solo un poco para mirarme, notó que algo había pasado sabía como leerme.

– ¿Qué ha pasado, se atrevió a aparecer? Porque si lo hizo... le voy a arrancar esas horribles extensiones- apretó los puños mientras tomábamos asiento y yo solté una carcajada ella no era violenta.

–Solo llamó, pero no te preocupes le dije que no había nada de que habar y que terminará de recoger sus cosas de mi apartamento, llore un poco pero ya no tengo nada que ver con ella, creo que no volveré a llorar, al menos no por ella- le dije tomando su mano sobre la mesa para tranquilizarla, las lágrimas amenazaban con salir, no podía creer que Valentina a pesar de mi desaparición y mi ganas de apartarla seguía ahí para mí, le sonreí con lágrimas en los ojos y ella apretó mi mano, era la mejor amiga que podía existir.

-Ya todo está bien, no estoy molesta contigo, solo no vuelvas a desaparecer vale. No estás sola- asentí y limpie mis lágrimas, sonreí y volví a asentir, busque con la mirada a alguien que nos atendiera, al ser domingo estaba un poco lleno, encendí un cigarro y Valentina me lo quito para darle una larga calada, encontré con la mirada a la chica de las peca y le hice señas mientras le sonreía.

– ¿Déjame adivinar un café negro y sin azúcar?- preguntó con una media sonrisa y un tonito alegre, su voz era algo grave pero no dejaba de ser femenina y me causaba un cosquilleo en el estómago.

–Sí, me parece perfecto y un pedazo de torta de chocolate, por favor- sonreí mostrando mis hoyuelos, ella volteo a ver a mi acompañante que hasta entonces parecía un mero espectador, reparo en nuestras manos que seguían juntas, creo que Valentina también lo notó porque reafirmo nuestro agarre, no era raro que nos confundieran con una pareja, lo raro era sonrisita que tenía Valentina algo tramaba.

-Yo quiero lo mismo pero al mío si le pones azúcar, no sé cómo puedes tomar el café así, Julia es horrible- Valen le sonríe y ella anota todo en una pequeña libreta y se va sin decir nada, le pregunto a Val que ha sido todo eso y ella solo se encoge de hombros restándole importancia, cuando nuestro pedido llega conversamos mientras comemos acerca de lo que hice el tiempo en el que no tuve comunicación con ella, me reprendió por casi destruir mi vida y mi sueño, escape del regaño preguntando por su nueva pareja, no escondí mi felicidad al escucharla hablar porque nunca la había visto así de interesada.

-Esta vez no lo dejes escapar- me miró fingiendo estar ofendida y luego comenzamos a reír, como extrañaba estas tontas bromas.
Nos despedimos cuando su celular comenzó a sonar y quedamos para salir juntos con su novio, me dio un beso en la mejilla y se fue dejando la cuenta pagada a pesar de mis protestas, decidí quedarme otro rato observando el parque que se veía hermoso cuando ya comenzaba a bajar el sol.

NOTA: soy una idiota porque solté el nombre de la otra mujer así sin más, lo modifique porque tenia un planeado un encuentro casual entre ellas y por fin Julia sabe el nombre la chica pecosa y let it go no como Frozen (aunque me guste bastante esa película) sino como la canción de James Bay porque soy así de emo. No prometo no volver a desaparecer porque últimamente mi vida es un caos total casi tan caótico y trágico como Venezuela que es donde vivo.

Café frío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora