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- Entonces... debo encerrarme en un cuarto por una semana, para que así mis recuerdos "puedan" volver - repitió la chica, mientras arrugaba su nariz.

- exactamente - asintió Dionisio, estaba sentado sobre un sofá mientras miraba a la hija de Atenea. Estaban los dos solos en la oficina del director del campamento, había quedado en él mismo de explicarle a la chica sobre los planes de su madre para con ella.

- y si... ¿no acepto? - preguntó con miedo, tenía que aceptar que algo dentro de ella temía aquello.

- seguiremos como ahora, intentando que recuerdes con el tiempo, hasta que encontremos otra solución - le dijo, cruzando sus manos. 

- lo haré - dijo de manera firme, se levantó del asiento donde estaba - hoy mismo - a pesar de que había un miedo dentro de ella, la emoción de poder entender todo otra vez crecía como una explosión dentro de ella, ese fuego le estaba quemando.

- vale... en ese caso, ve a desayunar, ponte algo cómodo y ven - le dijo, la chica asintió y salió de la habitación.

Dionisio se quedó en silencio un momento, para luego soltar un sonoro suspiro que llenó el ambiente de la oficina. Desde la puerta se pudo ver a Quirón, quien entraba en sumo silencio al lugar.

- ¿estás seguro de esto? - preguntó el Dios. 

- nunca estoy de acuerdo cuando se trata de Dioses - asintió el centauro, para luego sonreír - pero hay que intentarlo - 

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- ¡Vas a hacerlo! - chilló Piper, para luego lanzarse sobre los brazos de la rubia quién la abrazó con fuerza.

Había desayunado algo contundente y luego fue a ponerse unos shorts cortos y una polera suelta, algo más cómodo para estar acostada tanto tiempo. Amarró su cabello en una trenza hacía el lado para mayor comodidad. Ahora sólo debía esperar a que el vehículo la llevara a dónde se encontraba la dicha habitación.

- es eso o quedarme así más tiempo, no pierdo nada - dijo, mientras terminaba de ordenar su cabello. 

- ¿no estás asustada? - preguntó Leo, la verdad es que sabía que aquello tenía pros y contras, por lo que no podía evitar preocuparse por su amiga.

- desde que desperté, siempre tengo miedo - sonrió con nostalgia. Piper tomó su mano con ternura, mientras Hazel le sonreía desde el otro lado - lamento que Thalia no esté aquí - murmuró.

- Artemisa la llamó, pero vendrá cuando acabe el proceso - afirmó Nico, mientras movía su cuello para aliviar la tensión que sentía ahí.

- ¡Annabeth! es hora de que te vayas - gritó Jason desde afuera de la cabaña, los que se encontraban adentro salieron junto a la chica rubia para despedirla.

No podrían verla lo que durara el proceso, eso sería unos 4-5 días aproximadamente, así que nos le quedaba más que despedirse de ella, desearle suerte y que estarían para ella cuando despertara. El nerviosimo se podía sentir en todos lados del cuerpo de la hija de Atenea, pero también en el de sus amigos.

Y sobre todo en el chico moreno de ojos verdes que acaba de llegar, que tenía la respiración entre cortada y que se veía agitado. Los ojos de ambos se conectaron, el mar verde y los cielos tormentosos se mezclaron, donde transmitieron inseguridades, miedos y anhelos. 

Quirón llegó para llevar a Annabeth a su destino final, así que con una sonrisa en el rostro le informó que era hora de irse, aunque esto ya se lo había dicho Jason por petición de Dionisio.

- ¡Ahora sabrás como conociste al semidiós más fuerte de todos! - fue la forma de despedirse de Leo, mientras la abrazaba con fuerza y le daba ánimos a su modo.

- Tienes que ser fuerte... - le dijo Nico con la voz monotona tan caracteristica de él.

- ¡Te quiero mucho! - se le arrimó Piper a la rubia, se abrazón un par de segundos y luego se les unió Hazel, deseandole tanta fuerza como le fuera posible.

- mucha suerte, Annie - le sonrió Jason mientras palmeaba su espalda con ternura y suavidad.

Cuando Percy se acercó, sintió que el tiempo se detuvo, sólo eran ellos dos, y se verían de esa forma una última vez. Eso era todo lo que ocupaba la mente de Annabeth, que era la última vez que no podría recordar su pasado con ese chico frente a ella, que su sonrisa sincera y aquellos sentimientos que le mostraba por los ojos tendrían razón de ser y no podría hacerse la desentendida o sentir temor de aquello. Sabía que el hijo de Poseidón era puro, pero había un hoyo negro en sus recuerdos que no la dejaba estar tranquila.

- Annie - susurró Percy, la miró asustado, tenía miedo por ella, porque no hubiera nadie si esque algo salía mal, no la quería dejar sola... nunca lo había hecho, y no quería que fuera hoy la primera vez. 

- Volveré, Perseus - le dijo ella, su voz sonó suave pero no pudo evitar que sus labios sonarán con ese tinte formal cuando se le habla a un mero conocido. 

- y yo te esperaré - sonrió mientras bajaba la vista, aquello fue sólo su corazón hablando por él.

lo sé - le repitió la mente de la hija de Atenea, pero su cuerpo no hizo además de dejar salir aquellos pensamientos.

Se fue caminando hacia la salida del bosque junto al centauro, llevaba las manos apretadas aun dudando sobre lo que podría pasar en un futuro, pero estaba segura que no dejaría que las cosas se le escaparán de las manos, no dejaría que el tiempo siguiera su curso mientras ella seguía sumida en ese hoyo negro que la carcomía de a poco.

Volvería con sus amigos, volvería con su madre, volvería con su pasado y presente. 

Te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora