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Los días siguieron pasando, con eso los sueños que tenía Annabeth comenzaron a ser más frecuentes. 

Muchas veces despertaba a media madrugada, sudando y asustada, los monstruos eran un tópico básico en sus sueños. Soñó muchas veces con aquellas bestias cerca de ella, con sus cuerpos enormes y deformes, con sus colmillos filosos y aquellos ojos que le miraban sedientos de su sangre y carne. 

Solía despertar confundida, rezando para que al abrir los ojos estuviera su cálida cabaña en vez de las rocosas cuevas u oscuras laderas que solían ser los lugares donde juraba estar entre sueños. 

Habían mañanas que despertaba sobresaltada y salía corriendo en pijama hasta poder encontrar a alguna de sus amigas para confirmar que todo estaba bien, al menos ellas sabían el por qué. Les había confiado el secreto de aquellos sueños que la atormentaban, y por eso cada mañana se juntaba con ellas para contarles sobre lo que había soñado aquella noche. 

La mantenía inquieta el saber que muchas de las cosas que soñaba no sólo eran eso, sino recuerdos que su mente había olvidado y ahora aparecían. No estaba segura si tenía que estar feliz o no sobre aquello, la ponía mejor el poder recordar las cosas, pero el que fueran tan de golpe la desconcertaba. 

Además estaba el hecho que casi no podía dormir, y pasaba todo el día somnolienta vagando por el campamento siguiendo con su rutina de estudiar y entrenar otra vez su cuerpo. 

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- ¿Dónde está Annie? - preguntó Piper a Percy, la chica venía tras el rubio hijo de Júpiter, aunque se notaba que habían estado de la mano pues seguían estas muy juntas. 

El hijo de Poseidón había estado esos días ayudando a la hija de Atenea con sus estudios, había decidido mantenerse en aquella lucha que lo agotaba pero sabía que era lo mejor para él. No podía simplemente dejarla, era su amiga y más que eso, era la chica que le llenaba el corazón. 

Daría la vida por ella, ¿por qué no invertir tiempo en que vuelva a con ellos?

Era tan poco, era tan poco lo que tenía que hacer y mucho lo que perder si nunca volvía. 

Pero ese día en especial sólo la había visto por la mañana, cuando la miró se sorprendió, estaba despeinada y ojerosa, lo que le llamó la atención. Por más veces que le había preguntado si había dormido bien, ella le había evitado con una sonrisa y había seguido en lo suyo. 

Le preocupaba aquello. 

- No la he visto desde el desayuno - le aseguró a su amiga, la chica se quedó pensativa un poco. 

- Quizás esté en la biblioteca de Quirón - aportó Jason. 

- O quizás esté durmiendo - le dijo Hazel quién venía desde atrás junto a Clarisse, la hija de Afrodita la miró y asintió. Sabían que su amiga no estaba durmiendo bien, y descansar era lo mejor. 

- ¿Está ella bien? - preguntó Percy de repente, tenía que saberlo - la he visto más decaída, se ve muy cansada... - 

Annabeth les había pedido que mantuvieran sus sueños en secreto, no quería que todos supieran que de a poco sus recuerdos volvían escondidos en estos. No quería ilusionar a nadie si las cosas no sucedían como todos esperaban. 

Menos a Percy... 

- Quizás sólo esté durmiendo mal, Jackson - resopló Clarisse. 

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- Annabeth... - la voz de Quirón la hizo darse vuelta, Dionisio también estaba ahí. La miraban preocupados, algo aprensivos también. 

Con ella también estaba Clarisse, Frank y Nico. Todos parecían muy inquietos en el fondo ¿le estaban ocultando algo? 

- ¿Qué está pasando? - exigió, su voz sonó fuerte y precisa. Los rodeos no estaban contemplados aquí.

- Lo que pasa es que... - Dionisio comenzó a explicar mientras miraba a todos.

- ¿Pueden ir al grano? - la voz de Clarisse parecía hastiada de todo, algo así como cansada. Vio como Frank la hizo callar con la vista y eso la preocupó más.

- Quirón ¿Qué demonios está pasando? - volvió a exigir con la voz fuerte. 

- Perseus... está desaparecido - 

Y sintió como el alma se le iba al suelo ¿Percy desaparecido? ¿Cómo?. Abrió la boca intentando decir algo, pero no reaccionaba. Sentía la mirada de los demás y sólo atinó a mirar una vez más al centauro quién sólo asintió con pena en sus ojos.

- Llevamos una semana sin poder comunicarnos con él - 

¿¡UNA SEMANA!? Y ahora le decían... ¿UNA SEMANA? Sintió sus piernas comenzar a temblar y como la vista se le nublaba, una semana era demasiado tiempo. 

No, no era demasiado... era MUCHO, joder era mucho tiempo.

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Abrió los ojos asustada, se levantó de golpe de la cama. Su cabello trenzado a un lado la golpeó en una mejilla en el momento de su salto, no le importó estar con aquellos short y la camiseta algo subida, salió corriendo de la cabaña con los ojos llorosos. 

Algo dentro de ella se estaba quebrando y no podía mantenerlo junto, sentía que se iba a separar. Corrió todo el campamento sin respirar, necesitaba saber que todo aquello había sido sólo un sueño, que él seguía ahí para ella, que le vería todos los días para estudiar lo que sea, que le vería entrenar su cuerpo o que simplemente podría verlo cuando jugaba con el agua del lago. 

No podía perderle otra vez, cuando sentía que le estaba volviendo a recuperar. 

Cuando a lo lejos le vio conversando con sus amigos sintió que el aire podía volver a entrar a su cuerpo, se paró de golpe frente a todos, sabía como estaba, agitada, con los ojos llenos de lágrimas, las mejillas rojas, despeinada. 

- ¿Annie? - la voz de Piper la llamó, ella sólo negó con la cabeza y caminó hasta estar frente al hijo de Poseidón.

- nunca vuelvas a irte - susurró, y le abrazó con fuerza, mientras escondía su cabeza en su cuello y sentía las lágrimas bajas por sus mejillas - no vuelvas a dejarme, Percy... - murmuró pegada a su cuerpo, mientras apretaba aun más si era posible el agarre. 

El aludido la abrazó con fuerza, aun sin entender nada, pero encantado de poder volver a sentirla entre sus brazos. 

¿Había recuperado sus memorias? ¿Le recordaba? 

Te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora