2.

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- ¡Frances!

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- ¡Frances!

El ambiente en el que me encontraba era tenso y agitado, la gama de colores que ofresia aquel lugar era el color azul, en especial, la niebla tintada de color azul, esto gracias a la luz de la luna. Diria que era hermoso, pero no era el momento adecuado.

- Sal de donde quiera que estes princesa.- escuché nuevamente su voz, pero esta vez un poco irritado.

Sentia como si mi latiente corazón estuviera a punto de salir de mi pecho gracias al miedo que tenia.

Pan, el buscaba mi corazón, trataria de matarme para asi salvarse a si mismo, maldito hijo de perra.

- Vamos Frances no te haré daño- escuchaba sus pasos cada vez mas cerca.- solo necesito tu corazón.- habló cinicamente

- ¿Necesitas ayuda? - levanté la mirada por la sorpresa de una trecera voz. Mi vista ya no se enfocaba en el paisaje de niebla, sino, en una mujer.

De cabellos negros, labios rosas, tez casi palida, y ojos marrones; vestia algo asi como... un vestido, era blanco y de detalles dorados, pero hbaia algo en ese vestido que se ma hacia más que extraño, parecia venir de la antigua Grecia.

Algo me hizo sentirme diferente, algo que nunca senti, algo como si, recordara algo que... era borroso, no sabria explicarlo.

- S...si- hable con un poco de desconfianza, trague saliba al tomar más valor para contarle lo que ocurria, a la final, ella era la unica persona que podria ayudarme.- Pan, el rey de la isla, trata de matarme.- hablé agitada por la situación.

- Mi nombre... es Atenea.- habló posicionanfo su mano en su pecho en simbolo de presentación u honor.- Diosa de la sabiduría, guerra y fuerza, puedo ayudarte a escapar, pero, necesitaré un favor, un favor tuyo del cual espero y aceptes.

- ¿Cual es ese favor?- hablé con desconfianza, su manera de hablar me daba a entender que ese dicho favor, era realmente serio.

- El Olimpo, esta harto de que yo ayude a los mortales como tu. Todos los dioses, incluido Hades, decidieron que yo ya no sea una Diosa, yo no puedo hacer nada por mi puesto, pero puedo sucedirle mi puesto a alguien.- pausó para mirarme fijamente.- y ese alguien serás tu.

- ¿Por... porque yo?.- pregunté en shock.- no puedes darme tu puesto.

- ¿Porque no?

- Por que... no soy igual a ti.- hablé desviando mi mirada.- tu eres sabia y fuerte, la Diosa griega que manda a callar a todo a aquel que piense que una mujer no puede llegar a tener inteligencia o que no pueda llegar a ser un lider; tu eres la que controla a todos los mortales con una sabiduria inmensa y con un don de fuerza para guerra que nadie a podido superar.- hablé sinceramente.- yo no soy nada de eso, no soy inteligente, y mis fuerzas... simplemente no puedo ni desenvainar una espada, ni mucho menos ser una lider, no seria capaz ni de gobernar esta tonta isla. Soy solo una niña huerfana a la cual nadie quiere, todo lo que hago, esta mal, todo lo que pienso esta mal, todo lo que quiero esta mal, todo lo que amo me lo arrebatan, nada de mi vida a sido siquiera bueno.- sentí como el liquido salino cubria mis mejillas mientras mis ojos veian nublado a causa de aquellas lagrimas.

Un cuento no tan de Hadas - Peter Pan - OUAT[EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora