Capítulo 27:"Los ojos, sin hablar, confiesan los secretos del corazón"
Sean
Me desperté sin necesidad de la alarma, eran apenas las ocho de la mañana. Me deshice de las mantas y me senté al borde de la cama.
Según la mujer de la enfermería del instituto mi shock de ayer se debía a todo lo que había pasado y al repentino recuerdo. "Estrés postraumático", lo había llamado ella.
Me masajeé la cabeza, luego me levanté y me puse una camiseta y unos pantalones de deporte.
Ya que me había levantado temprano, y no tenía clases por la mañana podía hacer algo de ejercicio.
Salí de mi habitación y me dirigí al campo de deporte, traté de recordar algo más de aquella noche, pero simplemente se me hacia imposible. Al parecer yo no controlaba mis recuerdos. Que idiotez.
Cuando finalmente llegué a mi destino, pude ver a varias personas en los distintos campos que al parecer, al igual que yo, habían decidido hacer algo de ejercicio por la mañana.
Mi vista vagó hasta detenerse en una figura femenina encapuchada sentada en las gradas con un cuaderno en su regazo. Con una sonrisa me dirigí hacia allí y me dejé caer junto a ella.
Annabel levantó la vista y me sonrió.
—Buenos días—dijo sacándose uno de los auriculares que llevaba puestos—.¿Como has estado? Adam me contó sobre lo que paso ayer.
—Estoy bien—me apresuré a decir—,es solo la presión de lo que pasé. La enfermera me dijo que es muy común.
—Sabes que estoy aquí si necesitas hablar.—susurró dedicándome una mirada preocupada.
—Lo sé, gracias. ¿Qué estás escuchando?—pregunté para cambiar de tema y tomé el auricular que ella acaba de dejar.
"Don't you worry your pretty little mind
People throw rocks at things that shine
And life makes love look hard
The stakes are high, the water's rough"
Reconocí la canción al instante.
—But this love is ours—canté haciendo ridículos movimientos con la cabeza. Ella soltó una carcajada y dejó que la capucha de su sudadera caiga hacia atrás. Su cabello estaba recogido en un desordenado moño. Fue entonces cuando reparé en que conocía esa sudadera. Ethan la había comprado hace unos meses cuando dimos nuestro primer pequeño recital en una ciudad cercana—.¿Esa sudadera es tuya?—pregunté inocentemente. Ella se sonrojó.
Maldita sea.
Anna
Me sonrojé al recordar que llevaba la sudadera favorita de Ethan. No por el echo de usar algo suyo, ya que solía usar sus cosas a menudo, sino por el recuerdo de la noche anterior.
No piensen cualquier cosa, no habíamos llegado a nada delicado. Pero si había dormido en su habitación. Con unos cuantos besos y roces de por medio.
¿A quién quiero engañar? Aunque nada pasó, fue una de las mejores noches en mucho tiempo.
Corté el contacto visual con Sean.
—No, es de Ethan. Me la prestó para salir fuera. Estaba fresco.—mentí mientras buscaba a Ethan con la mirada.
Lo divisé en la pista de basketball. Llevaba una camiseta sin mangas y unos pantalones cortos. Pico la pelota y realizó un tiro libre perfecto.
Sean abandonó su lugar junto al mio y fue con Ethan. Comenzaron a hacer un uno contra uno. Ethan era muy bueno y se notaba -había practicado basketball como yo ballet- , aunque Sean no se quedaba atrás.
Regresé mi atención a mi trabajo sobre los artistas mas reconocidos del siglo XIX y le volví a dar play a mi Ipod.
Cuando mi cabeza estaba a punto de explotar de tantos nombres alguien se sentó a mi lado.
—Está a punto de salirte humo.—me dijo Ethan. Le di una rápida mirada. Estaba algo agitado a causa del ejercicio, pero por lo demás se veía jodidamente sexy.
¿Por qué demonios tenía que verse así?
Yo no parecía un dios cuando terminaba de hacer deporte. Parecía un trapo de piso mojado y despedazado.
—¿Leíste todos estos nombres? ¡Nunca voy a ser capaz de recordarlos!—me quejé.
—Tengo cosas mas importantes de los que ocuparme.—dijo acercándose peligrosamente a mi y mirándome con sus hermosos ojos.
—Sean...—comencé.
—Se fue hace unos minutos.—eso fue suficiente, lo rodeé con mis brazos y lo atraje hacia mi.
El me levantó haciendo que quede a horcajadas sobre él. Pasé mis manos por su cabello húmedo mientras el comenzaba a besarme y su lengua se unía a la mía.
Nunca me sentí así. Con esta terrible sed de alguien. Lo necesitaba, era como una droga.
Rompí nuestro contacto, plantando pequeños besos en su cuello y el hueco de su clavícula. Volví a subir nuevamente atrapando su labio inferior entre los mios.
—Me vuelves loco.—me dijo antes de volver a besarme apasionadamente.
—¡Solo faltan dos semanas para el baile!—exclamó Chloe emocionada—Ya quiero que Dylan me vea con el vestido que escogí. No resistirá mis encantos.—dijo poniendo una voz coqueta.
—Caerá de culo en cuanto te vea.—concordé mientras tomaba un sorbo del refresco. Ya era de noche y me encontraba en el cuarto de mi mejor amiga.
El día pasó de lo mas normal, claro que ahora agregándole los encuentros a escondidas con Ethan y las corridas por los últimos preparativos por el baile. Sean y Dylan habían secuestrado mi notebook para poder terminar de armar las listas de canciones. Malditos.
—¿Con quién piensas ir?—me preguntó tomándome desprevenida.
—No lo sé.—contesté en voz baja.
—Deberías ir con Sean.—la miré con una ceja levantada.
—¿Por qué?—inquirí.
—No lo sé. Como estas algo distanciada con Ethan.—dijo clavando su mirada en mi.
Claro, distanciados. Nuestras bocas devorándose la una a la otra... si, definitivamente distanciados.
—Si, no lo sé. Suelo ir con Ethan a todos los bailes. Y de seguro Sean se lo pedirá a Lia.—mi amiga revoleó los ojos.
—Bien, ve con el idiota.
—¿Algún problema?
—Si.—respondió.
—¿Qué es lo que pasa?
—¿Cuántas veces te he dicho que no puedes ocultarme cosas?
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Parte de mi
RomanceCuando haces lo que te gusta, la vida parece sonreírte. Casi todo va bien en la vida de Annabel: estudia lo que ama en una buena Academia, tiene una gran amiga y cinco chicos que se toman todo con humor convirtiéndose en los mejores amigos que podr...