Una vez un asno debía cargar la imagen de un dios griego y transportarla hasta un templo. La llevaba en andas por las calles de una ciudad, y por donde él pasaba la multitud se postraba ante la imagen haciendo reverencias.
El asno, pensando que se postraban ante él, levantaba la cabeza orgullosamente, dándose aires y negándose a dar un paso más.
Su amo, viéndolo detenido, le llamó la atención y le dijo:
- ¡Oh, cabeza hueca, todavía no ha llegado la hora en que los hombres adoren a los asnos!
"Nunca tomes como tuyos los méritos ajenos."
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Fábulas de Esopo
RandomUna recopilación de aproximadamente 100 fábulas con sus respectivas enseñanzas Los publico porque me considero un gran fanático de fábulas desde mi niñez, y ¿qué mejor que mantener estas pequeñas historias en pie? Esta más que claro que no me perten...