Capítulo 14- En casa

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Capítulo sin beteo así que, de antemano, disculpen cualquier error que se me haya escapado.

Disclaimer: La saga Crepúsculo pertenece a Stephenie Meyer, yo solamente me divierto con sus personajes, ya que me enamoré de ellos. Esta historia es una idea mía y ahora la comparto con ustedes.

Capítulo 14 — En casa

POV Edward

El camino hacia mi casa fue tranquilo, Bella contemplaba la vista de la calle mientras yo manejaba, cuando llegamos la dejé sobre el sofá y recogí su equipaje en el coche para dejarlo en la habitación de huésped del piso de abajo, esta habitación sería ideal para ella pues tendría acceso a todo lo necesario de la casa sin tener que bajar y subir las escaleras para eso; antes de salirnos del hospital Kate le dijo que podría hacer pequeñas cosas solas, como ir al baño, ducharse, moverse de un sitio a otro, desde que no excediera el tiempo que permanecía de pie.

— ¿Quieres comer algo? — Pregunté sentándome a su lado en el sofá, ya eran casi las tres de la tarde.

— ¿Por acaso tienes helado de vainilla y salsa de chocolate? — Preguntó visiblemente ilusionada.

Me reí.

— Para tu suerte sí, lo tengo.

Ella sonrió, sin poder resistir a su sonrisa acerqué mi rostro al suyo y tomé sus labios entre los míos.

— Amo verte sonreír — susurré dejando un último y suave beso en sus labios —, ya vuelvo con su helado, señorita Swan — dije levantándome. — ¿Es este tu primer antojo de embarazada? — Le pregunté.

— Creo que sí — contestó llevando una mano a su vientre, acariciándolo.

— Pues la próxima vez que haga las compras llenaré el congelador de helado de vainilla.

— Eso suena de maravilla, no creo que voy a hartarme de comerlo algún día.

Me reí una vez más y me dirigí a la cocina para prepararle la taza. Cuando se la entregué a Bella sus ojos literalmente brillaron mientras observaba las varias cucharas de helado que le había puesto y la salsa de chocolate que las cubría por todos los lados.

— ¡Gracias! — Exclamó, tomando la taza de mis manos.

— El embarazo te deja hambrienta — comenté, sentándome a su lado nuevamente.

— Sólo de algunos tipos de alimentos — repuso mientras llenaba la cuchara.

— Sí lo veo, tú y nuestro bebé tienen un gusto muy selectivo, un selectivo que incluye solamente a las comidas muy sabrosas, por lo visto.

— Ummmm... — empezó a decir tragando otra cuchara del postre. — Tal vez, este es mi primer antojo, así que no hago idea de lo que se me apetecerá en el transcurrir de los meses.

— Espero que sigas con cosas así de fáciles, mi madre mientras estaba embarazada de mí tuvo ganas de comer aguacate a las dos de la mañana, mi padre tuvo que ir a un Walmart, pero no encontró la fruta, era la única tienda abierta a aquella hora de la noche, al volver a casa se acordó de un restaurante mexicano cerca del hospital en que trabajaba en aquel entonces, así que manejó hasta allí, por suerte seguía abierto, él explicó la situación a un mesero que le consiguió una fruta en la cocina — le conté.

— Desde el vientre ya dabas señal de que serías muy exigente — observó ella con sorna.

— Owww, nena, no te burles de mí, no sabes lo que este pequeño cacahuete — dije dejando mi mano sobre su vientre — puede solicitar que tu comas.

Hay díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora