Capítulo 20- Epílogo

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Capítulo sin beteo así que, de antemano, disculpen cualquier error que se me haya escapado.

N/A: El habla de Mandy casi siempre está en cursiva, pues se trata de una niña de dos años de edad que habla a su manera y comete las equivocaciones normales para su edad ;)

Disclaimer: La saga Crepúsculo pertenece a Stephenie Meyer, yo solamente me divierto con sus personajes, ya que me enamoré de ellos. Esta historia es una idea mía y ahora la comparto con ustedes.

Hay días que no puedo creer que ya te tengo a mi lado; hay días que tengo miedo a despertar y descubrir que todo fue un sueño vívido. Hay días que las horas no son suficientes para amarnos y habrá días y más días en que me cuestione todo eso nuevamente, pero hoy sé que en la vida hay días buenos y malos; hay días de luz y de tinieblas; hay días de coraje, hay días de miedos; hay días de soledad, pero sobre todo hay días de amor, porque finalmente te tengo a mi lado

(Jane Bells)

Epílogo

POV Bella

Tantas cosas suceden en la vida de una persona en el período de tres años, yo fui madre y a cada día sigo aprendiendo a serlo, nadie dijo que sería fácil, me acuerdo de que cuando estaba cerca del parto me puse mucho nerviosa ante esta nueva perspectiva de mi vida, mi marido creía que eran nervios por el parto, un poco, sí, lo era, pero sobre todo era miedo a equivocarme como lo hizo mi madre, Esme, que no era una suegra, sino una madre para mí, me ayudó mucho en este proceso de reconocerme como una mujer distinta de mi madre. A cada día sigo aprendiendo, mi propia niña me lo enseña; ser madre es un aprendizaje diario y los hijos son los mejores maestros y una suegra amorosa y sabia es una consejera preciosa. No obstante, a pesar de mis recelos de madre primeriza, con Edward nos salimos bien como padres, pocas fueron las veces que importuné a mi suegra con mis preocupaciones, mi marido era un gran apoyo desde el nacimiento de nuestra hija, ahora estaba mucho más segura de mí misma, tanto como madre, tanto como mujer, por eso por lo que meses atrás le dije a Edward que estaba pensando en aumentar a nuestra familia, él estuvo de acuerdo y yo inmediatamente dejé de tomar la píldora, de eso ya hacía tres meses.

— Bella, hija, ya me voy — me llamó la señora Cope, que ahora era la ama de llaves de nuestro hogar. Con una niña pequeña y una gran casa para hacerme cargo me fue imposible conciliar las dos tareas.

— Hasta mañana, Emma — le dije dando un abrazo a modo de despedida, ella se aproximó de Mandy que jugaba en el suelo con unos bloques de castillo.

— Hasta mañana, angelito — dijo ella, besando la coronilla de mi niña.

Mi hija le sonrió y le dio un beso estallado en la mejilla.

Hata manana, abu Emma — se despidió mi niña, causando risa a Emma y a mí por su manera de hablar.

Tras la salida de la señora Cope me senté en el suelo junto a Mandy y me dediqué a jugar con ella.

Después de su nacimiento tuve que hacer una gran elección en mi vida, podría volver a trabajar y dejar a mi hija a cargo de otra persona o en una guardería, sin embargo cada vez que pensaba en esa hipótesis mi corazón se encogía en mi pecho, tras mucho pensar y hablar con Edward sobre el tema, quien dijo que me apoyaría en mi decisión, decidí que iba a dejar mi profesión por algún tiempo, quería ser madre a tiempo completo, mi corazón me lo pedía, así que pedí demisión del hospital antes mismo de terminar el tiempo de mi baja maternidad. No me arrepiento de mi elección, empecé a trabajar siendo todavía una chica que apenas había dejado la adolescencia atrás, tenía mucho conocimiento científico, pero muy poco de la vida, la maternidad me haría madurar para encarar mi profesión de una manera distinta, amaba ser una enfermera, no obstante en algunos momentos serlo me traía grandes sufrimientos, como cuando un niño moría o cuando lo veía sufrir en su tratamiento, estas cosas siempre se me pasaron factura, mis colegas de trabajo sufrieron en el inicio de sus carreras, pero después de un tiempo se acostumbraron y eso jamás me sucedió; me encantaba ayudar a la cura de un niño, pero tanto como me alegraba por su salud, me entristecía por su mala condición o muerte.

Hay díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora