Capítulo 13: 2 meses atrás. 2ª Parte

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El sol empezaba a alumbrar las calles de Toronto haciendo que Hunter se pusiera la mano a modo de visera para evitar el impacto en sus ojos. Sentía que aquel inicio del sol podría abrasarle, o quizá tan solo era la sensación producto el dolor de cabeza.

―Ethan... ―murmuró Hunter sin dejar de taparse del sol―. Gracias por venir―se levantó del banco tendiéndole la mano.

―¿Qué haces aquí? ―Le estrechó la mano y puso una extraña mueca―. ¡Y con esas pintas!

―Mi despedida de soltero ―se encogió de hombros Hunter, quien llevaba unos vaqueros con algo de barro y una camisa de cuadros rojos y negros acompañados de manchas de alguna bebida que Ethan no sabía identificar en aquel momento.

―¿Dos meses antes? ―Preguntó el violinista sorprendido.

―Sí fue cosa de unos viejos amigos ―dijo resoplando.

―¿Y dónde están? ―Preguntó Ethan algo confuso.

―Dudo que estén. Cuando me he despertado estaba aquí en este banco ―dijo posando sus manos en la cabeza y emitiendo un pequeño quejido a causa del dolor.

―¿En serio? ―Ethan no pudo evitar empezar a reír―. ¡Eso solo pasa en televisión!

―Pues ya ves que no... Pero no te he llamado para que te rías de mí ―bufó.

―Ya, imagino que no, porque te recuerdo que me has despertado. Si no fuera porque te casas con Susan... ―negó con la cabeza.

―¡A Susan de esto ni una palabra! ―Exclamó suplicante.

―¿En serio? ―Aquello no solo sorprendió a Ethan sino que lo dejó extrañado―. ¡Es solo una fiesta de despedida! Seguro que ella también tendrá la suya.

―Esta fiesta ha sido extraoficial, no conoce a mis antiguos amigos ni quiero que los conozca ―dijo señalándole con el dedo índice a modo de advertencia.

―¿No van a la boda? ―Preguntó sorprendido haciendo caso omiso al dedo con el que Hunter le señalaba.

―¿A la boda? ¡Ni de coña! ¿Estás loco? ―Preguntó abriendo los ojos sin importarle que el sol le molestase―. ¡Son chaperos, Ethan! O bueno, la mayoría lo eran...

Aquella misma noche Enmet y Ted habían quedado para cenar juntos en un bar que habían abierto nuevo.

―¿Llevas mucho esperando? ―Preguntó Ted cuando llegó y se sentó en la mesa en la que estaba Enmet.

―No te preocupes, no me importa esperarte ―le sonrió Enmet.

―Gracias. Es que Blake se iba a uno de sus campamentos y me estaba despidiendo de él...ya sabes ―dijo encogiéndose de hombros a modo de disculpa.

―Ted, no te tienes que disculpar, es tu chico y se iba ―dijo negando con el dedo y dibujando una sonrisa en la cara―. Vamos, ¿qué podemos pedir? Tenía muchas ganas de venir a este bar nuevo.

―Me da igual Enmet, pide por los dos lo que quieras... ―dijo un poco cabizbajo.

―¿Qué te ocurre, Teddy? ―Preguntó Enmet posando una mano sobre la de Ted.

―Nada, solo que no tengo mucha hambre... ―suspiró.

―Pero si hace un par de horas me dijiste que tenías mucha hambre....―dijo Enmet algo confuso y soltando la carta―. ¿Qué ha pasado con Blake, Teddy?

―Nada y todo ―dijo tras un largo suspiro sin quitar su mano de debajo de la de Enmet en ningún momento.

Una camarera se les acercó para apuntar lo que habían decidido tomar.

―¿Qué desean los señores? ―Preguntó la joven camarera ataviada con el uniforme del nuevo bar, que consistía en unos pantalones negros y una camiseta verde con el nombre del lugar.

―Una botella de vino de la casa y dos ensaladas césar. Después pediremos más, cielo ―le comunicó Enmet con una amplia sonrisa y esperó a que la chica se marchara para volver a mirar a su amigo.

―¿Por qué pides por mí? ―Dijo un poco molesto Ted.

―Te encanta la ensalada César, sobre todo cuando estás desanimado ―le sonrió―. Luego eliges tú. Ahora cuéntame qué sucede, rey.

―No me apetece vino...―dijo cabizbajo.

―Pues para mí. Ahora le pides otra cosa, pero deja de cambiarme de tema, Teddy ―rozó suavemente con su pulgar la palma de la mano de Ted.

―Es solo que... Se apunta a todo siempre. Ya sé que para él es algo más que trabajo, para él es importante ayudar al resto y lo entiendo. Pero siento que últimamente estamos distanciados. Soy un egoísta, ¿verdad Enmet?

―No eres un egoísta, eres humano.

Aquella noche Justin no había podido dormir nada, había dejado a Brian con la palabra en la boca, y sabía que peor sería aquel día cuando volviesen a hablar. Una parte de él sabía que si hablaban sería peor, la otra parte sabía que si no hablaban se arrepentiría.

Encendió el ordenador pese a ser las siete de la mañana y dio varios toques al móvil de Brian desde el suyo, esperando así despertarlo. Brian no tardó mucho en conectarse y aparecer en la pantalla del ordenador frotándose los ojos.

―Amor... ¿Por qué me despiertas a estas horas? ―Dijo dando un largo bostezo.

―Solo quería pedirte perdón por cortar la videollamada ayer, me surgió un imprevisto.

―Aja... ―el tono de voz de Brian se tornó algo molesto―. ¿Me vas a decir por qué no sabes si podrás ir a la boda? ¿Alguna exposición ese día?

―No, no es ninguna exposición... tengo algo que hacer y no sé si habré terminado para la boda, solo es eso ―dijo encogiéndose de hombros e intentando poner su mejor rostro angelical.

―No pongas esa cara, Justin, hace once años hubiera valido, ahora no ―pese a intentar bromear su voz sonaba seria―. No hace falta que digas que no sabes si podrás, di que no vendrás y punto, ¿no es más fácil?

―Pero es que no lo sé, Brian.

―Justin, que nos conocemos. No es la primera vez que lo haces, no es la primera vez que dices que vas a venir y no vienes ―dijo cruzándose de brazos―. Ya veo que estás muy bien allí y venir aquí a ver a tu madre, tus amigos y tu novio no entra en tus planes.

―Brian, no es eso, créeme. Quiero veros.

―No me vengas con esas a estas horas de la mañana, Justin. No nos vemos en persona desde hace once años, no has podido sacar ni un rato de lugar, ni un simple fin de semana.

―¡Tú tampoco has venido Brian! ―Gritó Justin levantándose de la silla donde se encontraba sentado.

―Pero no he dicho que iba y luego no lo he hecho. Haz lo que quieras. Sigue con esos planes secretitos que no me cuentas. No vengas si no quieres, voy a dormir ―dicho esto Brian apagó el ordenador dejando a Justin con la palaba en la boca.

―¡Joder! ―Gritó Justin cuando la videollamada finalizó.

El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora