Capítulo 3

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Jackson

Ya había anochecido y todos estaban reunidos para cenar. Mi papá ya estaba en casa, tenía una expresión de cansancio en su cara. Puesto que trabaja muchas horas, debido al trabajo tan estricto de su tiempo.

—Hola papá —saludé mientras hacíamos nuestras palmaditas en la espalda.

—Hola Campeón —sonrió mostrando sus dientes rectos y blancos —¿Cómo estás?

Me senté al lado de Nathalie.

—Bien ¿y tú?

—Cansado. Pero, cuéntame, ¿que tal el equipo? —se colocó la servilleta en el cuello de su remera, y se acomodó en su asiento para escucharme.

—Justamente de eso quería hablarte.

Hizo un sonido con su garganta para que siguiera. Sus ojos se clavaron en mí, y me sentí nervioso. Sin embargo, iba a soltar la verdad, de hecho estaba preparado para hacerlo cuándo mamá apareció con una tarta de carne y verduras junto a otras cosas.

—Espero que les guste —sonrió orgullosa de su trabajo —le puse los ingredientes perfectos.

—Amor, mucho amor —respondí en un susurro para servirme en el plato y empezar a comer.

—Eres una gran chef —elogió Nath —Mi preferida.

—Gracias amor.

—Retomemos la conversación, hijo —siguió papá tomando un sorbo de su jugo de manzana —Tengo interés en saber tu progreso en este deporte. Además, tengo entendido que en un mes tendrán el campeonato contra The Beast, según Hunter.

The Beast es un equipo deportivo estudiantil de uno de los colegios más prestigiosos del país. Tienen jugadores muy buenos.

Su nombre lo determina.

—Hay algo que quiero confesarles, papás —tragué un poco de líquido, sentía que mi nuez de Adán quedaría atorada arriba de los nervios que sentía.

—Te escuchamos.

—Yo hablé con el entrenador, de una...

El celular del hombre vibra y suena al mismo tiempo sobre la mesa, interrumpiendo mi confesión. Pensé que sería cualquier persona inoportuna, pero al ver el nombre, créanme que no lo era.

—¿Quién es, cariño? —preguntó mamá.

—Hunter, que extraño —arrugó su frente, mirando con extrañeza el teléfono —Nunca suele llamarme a estas horas, si no es algo importante.

—John, estás en la mesa, nada de celulares.

—De seguro quiere hablar algo de carácter urgente.

—Papá —mi voz salió en un hilito que tuve que toser para que salga mi voz natural —Hay algo importante que debo decirles de una vez. Es sobre el quipo.

El aparato no paraba de sonar y sonar, es cómo si me estuviera empujando a decir la verdad de una vez. Me sentía presionado.

—Decidí dejar el equipo —solté dejando a todos callados, hasta el teléfono que no paraba de sonar.

Su frente se contrajo de la incredulidad, mientras sus cejas se alzaron tanto que pensé que desaparecerían por su cabellera.

—¿Cómo?

—Hablé con el entrenador esta mañana sobre mi decisión —mordí mi labio inferior temiendo su reacción —No estuvo de acuerdo con ello, pero es algo que quería hacer, porqué...

Nath, la chica gorda. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora