Capítulo 4

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Nathalie

Papá quedó enfadado por la discusión que tuvieron, y suspiró con cansancio —Ese chico se volvió tan rebelde, que está incontrolable.

—John, sabemos que ambos compartían esa pasión desde que él era un niño. Pero debes entender a tu hijo. Quizás le dejó de interesar, y ya no encuentra el mismo sentimiento cuándo juega.

Su esposo analiza sus palabras unos minutos, para luego aliviar las arrugas de su rostro y levantarse para acercarse a ella —Tienes razón, amor —le dió un beso —Actúe sin pensar, me dejé llevar por el campeonanto que se avecina en un mes, es importante, lo sé. Pero nada es más importante que mi hijo.

Lo último me llenó de ternura, y sonreí viendo a mi papá.

—Hablaré con Hunter y arreglaremos este problema cómo las personas mayores que somos —tecleó un número en el teléfono, no sin antes darle otro beso en los labios —Gracias y te amo, Eli.

—También yo.

Pasaron varias horas desde que mi hermano salió de casa, y nos tiene preocupados. Papá no pudo evitar discutir con el entrenador de mi hermano y le advirtió a mi papá que no había vuelta atrás y la decisión se había tomado, que era un cobarde por dejar todo a un mes del campeonanto, y era un gran paso para él, ya que era bastante bueno.

Me siento tan culpable, mi hermano tenía la oportunidad delante de sus ojos, y la perdió por mí culpa.

Había anochecido rápidamente, las luces apenas alumbraban la calle. No queria acercarme mucho a la ventana porque la mujer de blanco podía estampar su cara en el cristal e iba a morir de un infarto. Stacy fué la primera en irse a dormir, luego papá después de unas horas cerca de la puerta. Mi madre y yo, estábamos en la sala esperando alguna señal de vida.

En mi cabeza, pasaron ideas de que un asesino serial podría matarlo, un ladrón podría robarle y hacerle daño para que le entregue las cosas, el secuestrador podría vender sus órganos al mercado negro...

Temblé ante la idea.

—Ay, hija, Jackson no regresa —caminó de un lado a otro —Para el colmo, no contesta el celular.

—Descuida, mamá, el llegará —respondí segura de mis palabras.

Se mordió las uñas.

Siempre hace esto cuándo esta preocupada o con miedo, es una manía de ella.

—¿Sabes? deberías descansar, se vé que tienes sueño.

Negó —Quiero estar presente cuándo mi hijo llegue sin un rasguño.

—Mamá, el llegará. Yo me quedaré a esperarlo, ¿bien? —la empujé suavemente a las escaleras.

—Bueno —se rindió —Prométeme que cuando llegue, me avisarás —me apunto con su dedo acusador —No importa si estoy dormida.

—Shu shu.

—Te amo, cielo —se despidió.

— Y yo a ti, mamá —respondí.

Dudo que me haya escuchado porque ya se había desaparecido. Me sente en el sofá y esperé pacientemente, ni pienso pegar un ojo hasta que el rubio llegue sano y salvo a casa.

Para matar el tiempo, me puse a leer uno de los tantos libros que tengo en mi colección.

Aaron

Una chica castaña estaba llorando detrás mío, mientras estaba cubriéndola a la defensiva con un grupo de personas que sabía que tenían intenciones de humillarla.

Nath, la chica gorda. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora