Nathalie Miller
—Hola Ojitos —dijo el apodo que me decía él, seguido de pestañeos —Debes estar feliz de que mi padre me haya hecho quedar en ridículo, además de quitarme el coche.
—Te equivocas, yo no soy feliz mediante el sufrimiento de los demás.
Golpearon la puerta, mientras decían "Somos nosotros chicas". Una de las chicas de ahí le quita el seguro y les abre la puerta cerrándola con rápidez. Dos chicos altos estaban parados delante mío mirándome cómo un blanco fácil.
—Graba Billy —ordenó Inna —Haz un directo para que todos lo vean, dejaremos en ridículo a esta basura, cómo lo hizo conmigo, tú —lo señaló al otro joven —Custodia la puerta para que no entren.
—Inna, por favor, ya no me humilles más —supliqué con miedo, no sabía de lo que era capaz —Me iré del colegio si lo deseas, pero déjame en paz.
—Está filmando.
—¡Hola chicos! aquí estamos con Nathalie la gorda —me presentó cómo un objeto de museo —Le enseñaremos a que no debe quitar el novio a nadie, y a que gordas no merecen nada bueno —la observaba con lágrimas en los ojos, mientras que el chico se acercaba a mí tomando mi cara, oculté mi cara —Por tu culpa debo estar copiando un sin fin de cosas, tuve que tomar los asquerosos autobuses cuando tenía mi auto, aparte que no pude ver a mi novio Aaron.
—Él no es tu novio —me animé a decir —Tienes que entender que entre ustedes dos ya no hay nada, él no te ama.
—¡¿Cómo te atreves a decirme eso, estúpida?! —siento su mano impactar en mi mejilla, los mechones de mi pelo cubrieron mi rostro, sollocé —Él si me ama y me amará siempre, no te ama cómo piensas, juega contigo y tus sentimientos. ¿Tú crees que él se enamorará realmente de ti?
—Él está enamorado de mí —dije con la voz quebrada.
Agarró mi mentón entre sus dedos y dijo con los dientes juntos —A chicas como tú, ninguno amará. Aunque fuesen lo último que haya en el mundo, ellos no las elegirían. Aaron no te quiere, nunca te quiso, ¡entiendelo de una maldita vez! —golpeó mi otra mejilla con más fuerza que la anterior, provocando que caiga al suelo nuevamente.
Solté un gemido de dolor por el impacto.
—¡Levántate! —me gritó —¿O acaso no puedes hacerlo porque eres muy gorda? —sonrió burlona.
Me incorporé un poco, pero una patada que no ví venir fué directo a mi costilla, me hizo volver al suelo por segunda vez. Casi sentí abandonar el oxígeno de mis pulmones. Grité de dolor al sentir otra patada en la misma zona que dolía a horrores. Me hice bolita intentando amortiguar los golpes que me proporcionaban con más violencia en el cuerpo.
–¡Ayuda, por favor! —grité con todas mis fuerzas, esperando que me escuchen, suena imposible, ya que el volumen de la música lo impedía —¡Aaron! ¡Jackson!
—¿Crees que te escucharán? nadie vendrá a socorrerte porque no vales la pena —él que estaba custodiando la puerta, me agarró del cabello con fuerza levantandome, gemí de dolor —Pesas mucho.
—Dejenme en paz, por favor —una lágrima rodó por mi mejilla —Nunca les hice algo cómo para que me estén haciendo esto, a ti ni siquiera te conozco.
—Nos jodes la existencia con tu presencia, Miller, eso pasa —contestó Inna por él —Mírate al espejo —me acercó al espejo y me miré —¿Que ves?
Me reflejaba a mí con el maquillaje corrido; el peinado en el que tanto mi mamá se había esmerado en hacer, estaba desarmado; mi rostro estaba rojo de tanto llorar; mi ojo estaba hinchado por el golpe que me propinaron, pronto se tornará morado al igual que mi cuerpo.
ESTÁS LEYENDO
Nath, la chica gorda.
RomanceLa mayoría tiene la mentalidad de que hay que tener un cuerpo bonito para enamorar a una persona, cuándo la verdad no es así. Un cuerpo bonito, desaparece, mientras que lo de adentro, se conserva y jamás cambia. Es lo que nos hace únicos y especial...