Capítulo 18

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Un olor a alcohol penetró mis fosas nasales, casi ardiendome. Arrugué mi nariz, abriendo mis ojos lentamente.

—Sabía que funcionaría —miré el origen de aquella voz tan suave y era ella. Estaba de cuclillas con un alcohol etílico en su mano.

Desearía despertar todos los días así.

—Traeme una bolsa de hielo, Jackson.

El rubio estaba en un rincón mirando todo en silencio, hasta que su mirada chocó en la mía. ¿Seguiremos siendo amigos?. La aparta para irse, y luego volver con una bolsa de hielo.

—Gracias —me puse en el pómulo izquierdo que ardía y latía causandome dolor.

Tenía un talento oculto que no descubrí hasta esta noche. Golpea muy bien.

—Con esto se te pasará el hinchazón más rápido —dijo Nathalie.

—Gracias, Nath.

El rubio carraspeó con notable incomodidad, o tratando de llamar la atención de alguien.

—Jackson tiene algo que decirte —lo miró y éste se acercó en silencio cabizbajo.

—También yo.

—¿Quién empieza? —preguntó, anres que pueda responder contestó —Yo, debo hacerlo.... —tomó aire cruzándose de brazos —A veces, soy muy sobreprotector con Nathalie, porqué es mi hermana menor. Pero hay un límite... yo, no debí golpearte —quise hablar pero, levantó su mano delante de mis ojos callandome —Debí escucharte en vez de querer matarte. Yo... lo siento.

—Jamás íbamos a tener una salida con Inna, más a la hora que nos reuniríamos —miré a ambos, sobre todo a la castaña. Quién bajo la mirada —Además, no te dejaría plantada sólo por ir con mi ex-novia, Nathalie.

—Creí que de verdad, ibas a dejarme sola con el trabajo —susurró con arrepentimiento.

—Nunca lo haría.

—Entonces, ¿estamos bien? —el rubio estrechó su mano y la acepté con una sonrisa, mientras nos palmeamos la espalda.

—Estamos bien.

«Clip»

—Recuerdo de su reconciliación —sonrió Ojitos, mientras miraba la foto desde su celular —Podrían publicarla.

—Estoy seguro que salí guapo —me puse a su lado. Le llevaba unos cuantos centímetros más —Está linda. Mira, Jackson. Tu cara —reí, mientras le hacía señas para que vea.

Nathalie me entrega el teléfono, y en ese momento, nuestros dedos rozan y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Ella también lo sintió porque me miró. No aparté mi mirada y ella tampoco, era cómo si estuvieramos bajo un hechizo.

—Basta de miraditas —el rubio se interpone entre nosotros, notando que no dejábamos de mirarnos —Quiero ver que tal salió esa foto —me sacó el teléfono de las manos para mirarla —Tengo la cara de "hazme un sticker". No quiero publicarla.

—Yo si lo haré.

—¡No! —se exaltó —¿No ves cómo salgo?

—Jackson, si siempre estás feo —bromeé, pero recibí un puñetazo en el hombro —Hey.

—Te recuerdo que sé golpear muy bien, y no querrás que tu amigo te deje otro moretón, ¿verdad?

—Tengo otros talentos que aún no conoces —le guiñé un ojo.

—¡Es injusto! —zapateó con capricho —Hice conocer un talento mío, pero tu ninguno.

—La vida es injusta, esa es la realidad.

Nath, la chica gorda. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora