Capitulo 5

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Narrador Omnisciente

La chica de ojos caleidoscopios se encontraba corriendo al barco. Se suponía que ya todos deberían estar ahí, esperando a los dos restantes. Exactamente dos omegas testarudos que decidieron irse solos.

  - que bueno que llegas... Espera... ¿Dónde está percy? - pregunto la chica rubia, Annabeth. Ella se preocupaba a sobremanera por su capitán. Lo quería como un hermano menor que se la pasaba babeando la almohada

- bueno... - en eso les contó todo, con lujo de detalle.

Mientras eso sucedía en el castillo, en cuanto le dijeron a Percy que saliera de los aposentos del rey, el salió corriendo, creyendo que podría llegar al barco y así zarpar sin que el reino pudiera hacer algo. Pero en cuando se desvió, un fuerte golpe —cortesia de Octavian —, provocó que cayera desmayado.

     Jason fue el que lo cargo, pensando que su pareja destinada puede llegar a ser muy estúpido. Lo llevo hasta una alcoba, la cual ahora es de Percy. Lo dejo en la mullida cama con sumo cuidado. Le parecía muy tierno cuando el pirata se encontraba tranquilo y "durmiendo". Era como el. No parecía que fuera del mar, ni que matará a cualquiera que se le cruzará en el camino —como muchos otros piratas que el llegó a conocer lamentablemente—.
     Y con esa última imagen, se alejó de ahí, cerrando la puerta sin seguro, para acompañar a su padre ha cancelar el compromiso que tenian con el reino vecino. Más específicamente, con una princesa que ya se encontraba cansada de esperar en el altar. A esa mujer, le ayudaba que los dos se casarán. Desde muy pequeña se había enamorado del príncipe Jason. Pero lamentablemente el solo tenía ojos para su pareja destinada, la cual aún no conocía. Ella pensaba, que cuando se casarán, podría usar todas sus influencias para buscar al mate de su esposo y así acabar con el. De esa forma nadie se interpondria en el enfermizo amor de ellos dos. Ese era su plan.

Narra Percy

Abrí los ojos, pesaroso. No volveré a intentar escapar cuando este rodeado del enemigo. Note que me encontraba en una habitación ridículamente amplia, con una cama que fácilmente podrían caber como cinco Dionisios. Me levanté de ahí, corriendo a la puerta resandole a la luna que estuviera abierta. Gracias a ella que si lo estaba.
     Corrí por los pasillos. Estos se encontraban solos, dónde el único sonido que se escuchaba era el de mis pasos sobre la alfombra.

     Los mismos me llevaron directamente hacia unas puertas enormes, de caoba. Me acerque dispuesta a abrirla, pero en cuanto puse mi mano en una de estas, logré escuchar murmullos, al otro lado de ellas. Acerque mi oído, dejando que la curiosidad me dominará. Me encantaba escuchar conversaciones ajenas. Así tenía de que hablar cuando no supiera que más decir.

- no puedo creerlo. ¡Es un pirata!. ¿En serio me dejaras por esa escoria? - fue la voz de una mujer. La cual sonaba muy enfadada. Hasta me dieron escalofríos por el tono de voz que uso.
    
     Ahora que lo recordaba. No había tomado la droga que ocultaba mi olor aquella vez que atacamos. Ahora entiendo, cómo es que ese rubio que me golpeó, logro saber el que era.
     Sacudí mi cabeza repetidas veces. Ahora me había distraído y me perdí lo que le habían contestado a la mujer que siento que me caerá muy mal.

-¿...entonces? - volvió a repetir la chica. Ahora me lamentaba por el divagar en mi mente y no poner atención... ¡Lo estoy volviendo a hacer!.

-lo siento Reyna, pero ya te dije que no pienso cambiar de opinión. Nuestro compromiso de cancela - esa fue la voz de mi pareja... Wow, es raro decir esa palabra, hasta en mi mente suena rara.

-te vas a arrepentir. Les haré saber a todos los reinos el porqué cancelaste lo nuestro, ¡Y en el día de nuestra vida! - su tono de voz fue de niña mimada que siempre obtiene lo que quiere.
     Esto me hacía enojar. Presentía que debía de abrir las puertas y hacer mi gran aparición. Lo cual hice... Debería ser menos impulsivo. Aunque es genial serlo.

Un amor especialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora