Todo se fue a la reverenda mierda. Acabo de escapar de la muerte, por poco... ¿por cuánto? Ya el pensar en huir parece absurdo. Estoy hecha mierda, física y espiritualmente, agotada. Este infierno es terrible. Victoriosa de una batalla, voy por esta ruta, pero no de la guerra, volviendo a la capital en busca de ayuda, de encontrar con vida a Esteban y a Mapuche, si siguen vivos. Los necesito para resistir y no caer sola, el Big Fish nos quiere fuera del juego del que soy parte por el sólo hecho de participar y sentirme viva, falsa, pero viva. Pensar que alguna vez llegaría a coronar y ahora todo ha cambiado, es increíble. Big Fish no nos permitirá seguir en paz, abrirnos, ni cerrarnos, nos mandará más gente. Ludovic era el mejor, pero era uno más, uno de tantos, por el mundo, por acá, por su tierra. Ellos son más, nosotros, con suerte, tres. Maldición, es todo una tragedia, mi vida, una locura; empiezo, tarde, a darme cuenta de que mis errores se alimentaban por el tedio. La venta de la agencia, de nuestra fuerza de trabajo, sólo provocó a Raúl, aconsejada por el odio de Marta quien ideó la forma de sumar a Mapuche, de hacerlo nuestro, nuestro mejor hombre, nuestra arma secreta. El método no fue el más bondadoso sin duda alguna, pero fue el único que se llevar adelante: masacrar a su familia para que nada lo atara y pudiese entregarse a nosotros como amigos y familia. Fui una mierda. Pero ¿por qué pienso en esto? ¿Intuición? Al carajo, no me tengo que estar arrepintiendo de nada, menos tener miedo. No sé siquiera si lo encontraré vivo. Malditas ansias, no puedo controlar más la situación. Debo llegar a nuestro edificio, donde el hijo de mil puta de Raúl hizo mierda a Marta, donde la envenenó y la dejó muriendo, con el cuerpo contraído, Como a un perro, esas fueron sus palabras antes de irse, antes de cruzar el umbral de la Agencia para nunca regresar en esa grabación que había visto fascinada. La traición de un tipo que había sido la mano derecha de mi viejo y quizás su único amigo, el vaciamiento de nuestros archivos de Mapuche, la historia. Esas acciones nunca las hubiese esperado, Raúl, tan muerto. Ahora estoy sola, manejando, sabiendo que no hay escapatoria posible, que Big Fish ya debe estar enterado de lo ocurrido con Ludovic, que vendrá, con otro u otros. Me siento acorralada como animal desesperado.