Capítulo 22: No somos una coincidencia.

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―Esto es de locos

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―Esto es de locos.

Ryan dejó de prestar atención al informe que tenía entre sus manos para mirar a su compañero. Sentado en su asiento, Esposito tenía los brazos cruzados y su mirada fija en un punto del salón, todo eso en su típica posición de "esto no me gusta nada". Curioso, Ryan siguió la línea visual de su amigo, pero al contrario que éste, él sonrió al ver a Kate reír con el inspector Simons.

Sí, Kate estaba riendo en la puerta de la sala de descanso con una taza de café en las manos mientras escuchaba a Simons hablar sobre algo que no lograban escuchar desde allí, pero que parecía entretener a la inspectora. Era increíble, pero desde lejos, aquellos dos parecían viejos amigos que nunca habían peleado por nada.

―¿Por qué sonríes? ―inquirió Esposito girando su silla de ruedas hacia él―. Ese tipo no se merece ni que Kate lo salude. Le pegó un puñetazo, ¿recuerdas? ―gruñó.

Ryan se encogió de hombros.

―Bueno, Kate se ve feliz.

Y así era, Kate Beckett pasó de ser un alma en pena a una mujer feliz desde que Rick y ella hablaron hacía dos semanas. No sabían mucho de la charla en sí, solo que, cuando ella se pasó para ver a los niños la noche del incidente de Gina Cowell, Kate había arreglado las cosas con Rick. Así que, aunque Ryan no era capaz de entender el cambio radical de la mujer que consideraba su hermana pequeña, era feliz por ella.

Esposito recargó su espalda sobre la silla de ruedas, inclinó la cabeza hacia el techo y suspiró.

―Es frustrante―reconoció el hispano sin dejar de mirar el techo―. Kate perdonó al escritor, quien, por cierto, sigue a Simons todavía. Pero yo no puedo perdonarlo ―volvió a mover la cabeza hacia Ryan para mirarlo―, ni a él ni al desgraciado de Simons.

Ryan sonrió. Si bien él era el hermano pequeño, Esposito siempre actuó como el hermano mayor sobre protector.

―Pues a mí me gusta esta Kate. Vuele a verse descansada, sonríe, se le ve feliz y pliega de trabajar pronto. Ya no se queda hasta las tantas haciendo papeleo, es como si tuviera algo mejor que hacer que quedarse aquí.

―Eso es cierto ―Esposito asintió con una mueca―, pero...

―Pero nada. ¿Sabes en que fechas estamos? ―Señaló el calendario pequeño que tenía sobre el escritorio y eso bastó para que Esposito hiciera una mueca―. Mañana es el peor día del año.

―Oh Dios, lo había olvidado ―gimió Esposito.

―Cada año, en estos días previos a mañana, Kate lo pasa mal. Apenas habla, huye de los demás y se aísla. Pero en estas dos últimas semanas ella ha sido tan distinta... ―hizo una pausa larga―. Rick es importante para ella, él la cambia a mejor.

―Y también puede cambiarla a peor.

Ryan arrugó una hoja de papel, la hizo bola y se la tiró hacia el hispano quien, de la sorpresa, no la esquivó y ésta colisionó contra su frente. Cuando Esposito agarró el mismo trozo de papel arrugado y lo elevó para devolverle el disparo, Kate apareció frente a ellos con una sonrisa burlona en la cara.

Kate BeckettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora