Capítulo 18: La buena, la mala y el idiota

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Kate era buena en su trabajo

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Kate era buena en su trabajo. Era metódica y observadora. Sabía leer los hechos para dar con aquellas pequeñas pistas que, tarde o temprano, la llevaban a la resolución de los casos.

Pero su metodología se esfumó con solo un hecho, uno que nada tenía que ver con el cuerpo degollado de aquél salón acordonado por la policía; y que se repetía a sí misma una y otra vez en su cabeza. Como si le gustara martirizarse.

<<Los echo de menos>>, pensó.

Esposito le habló de la víctima pero ella ni se inmutó. Solo se quedó viendo un marco de fotos de la pared salpicada de sangre, contenía una imagen muy diferente a las que ella tenía en los pasillos de su apartamento, retrataba el momento feliz de un padre jugando con sus dos hijos. Unos niños de la edad de Mathew y Emery.

<<¿Qué estarán haciendo hoy?>>.

―Jefa, ¿estás bien?

La voz de Ryan la devolvió a la realidad del escenario sangriento. Dio una mirada rápida a la estancia y comprobó que, a parte de sus compañeros, todos los policías y forenses habían dejado de hacer lo que se suponía que debían estar haciendo para mirarla. A ella.

En un gesto involuntario, Kate se llevó la mano a la mejilla. Sintió dolor por culpa del moratón oscuro, regalo de Simons y su puñetazo inesperado. Pero no era comparable al nudo doloroso que sentía en el pecho.

―Estoy bien.

― ¿Segura? ―dijo Lanie de cuclillas al lado del cadáver.

Ryan y Esposito se mantuvieron estáticos a la espera de su respuesta. Era como si ellos pudieran ver el sufrimiento debajo de su estereotipo de mujer fría. Sabían que estaba mal. El aspecto de ella la delataba. Maldita sea, si llevaba el maquillaje mal puesto en la línea de los ojos, la blusa arrugada y su moño de trabajo más despeinado que la bola de lana que usa un gato para jugar. Y es que, desde que Rick se había ido, Kate no había puesto mucho interés en su aspecto.

Kate se abrió la chaqueta de traje beis y miró al cadáver.

― ¿Qué sabemos de la víctima? ―dijo por respuesta.

Su equipo se miró entre si y, tras una conversación interna entre ellos, decidieron seguir con el caso. No fue hasta que envió a Ryan y Esposito en busca de testigos, y la sala se vio más vacía de forenses y oficiales, que Lanie se atrevió a preguntar:

― ¿Ayer fuiste a ver a Rick?

―Después de terminar de trabajar me acerqué a su casa ―afirmó Kate para luego suspirar―. Y volvió a enviar a su padre. Hoy tampoco pude ver a los niños siquiera, porque estaban durmiendo.

Su amiga se incorporó para acercarse un par de pasos.

― ¿Su padre te dijo algo en especial?

―Lo de siempre ―Kate apartó la vista para mirar hacia la foto de la pared―. Pero...

― ¿Qué?

Kate BeckettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora