Capítulo 19: La buena

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El sonido del limpia parabrisas era lo único que se escuchaba dentro del Crow Victoria

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El sonido del limpia parabrisas era lo único que se escuchaba dentro del Crow Victoria. Eso y la lluvia. Kate puso el aire acondicionado, miró a su alrededor y cogió una gran bocanada de aire. Se sentía como la primera vez que conoció a Rick.

Todo le recordaba a aquél primer día en el que sus caminos se cruzaron. El coche estacionado, la lluvia incesante y esa necesidad de querer ayudar a Rick... pero sin Rick.

Suspiró. Si no lo hubiera besado, quizás...

El móvil sonó con una pequeña vibración.

Kate miró el teléfono mojado por haberlo llevado en sus manos mientras caminaba hacia el coche. Tenía un mensaje de Esposito. Lo abrió para leerlo y suspiró otra vez.

Al parecer seguían sin dar con el paradero de la persona que peleó con la víctima; una familiar del hombre asesinado era la principal sospechosa. Un testigo los escuchó discutir minutos antes del asesinato, y ellos daban vueltas en círculos sin encontrar nada que les rebelara su paradero actual.

Si al menos Rick estuviera allí ella podría concentrarse más en los casos. Pero su mente y su corazón no estaban sincronizados desde que él la ignoraba.

Con las manos temblorosas por el frío, colocó el móvil en el bolsillo de la chaqueta y ajustó el retrovisor para mirar su reflejo. Estaba completamente mojada. Su moño de trabajo no parecía tal; su blusa se transparentaba; y el maquillaje parecía pintura de guerra. Si a eso le sumaba el moratón de su barbilla, podía asegurar que daba lástima.

Mucha lástima.

― ¿Debería ir a casa de Rick? ―susurró mirando su rostro derrotado, luego bufó―. ¿Cuándo dejaré de hablar sola?

No era muy tentador esperar fuera de casa de Rick para que Alexander saliera, no con aquella lluvia casi torrencial. Quizás era momento de retirarse, de aceptar que Rick no volvería a hablarle nunca; de que él seguiría sufriendo en silencio. De que ella seguiría hablando sola. Para siempre.

Apretó el volante con ambas manos y soltó un gran gemido. Uno salido de su pecho dolorido.

De repente, el móvil empezó a sonar de nuevo. Cuando Kate contestó, fue la voz de Ryan la que le saludó.

―Jefa, hemos encontrado al familiar de la víctima.

Ya tenía una excusa para no ir a casa de Rick.

― ¿Tienes su dirección? ―preguntó Kate mientras se abrochaba el cinturón.

xxx

Gina se sacudió el abrigo con una mano. Eso hizo que las gotas de lluvia que llevaba encima cayeran sobre el suelo desgastado. Hizo una mueca y miró el lugar. El sofá, la mesa, los muebles, el televisor viejo... Todo seguía igual de roto y deteriorado que la última vez que estuvo allí.

Kate BeckettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora