sɪᴇᴍᴘʀᴇ ᴀ ᴛᴜ ʟᴀᴅᴏ •ɪɴ ᴀ ʜᴇᴀʀᴛʙᴇᴀᴛ• [BORRADOR]

El agradable tutor de Literatura

EDDY

Bien, mañana es el examen y hasta ahora no he aprendido casi nada. Los libros que tomé de la biblioteca no lograron llamarme tanto la atención así que los dejé de lado cuando me aburrí. Creo que debí suponer que eso sucedería desde un principio...

—Joven Ates, ponga sus cosas atrás por favor

—¿No puedes llamarme solo "Eddy", Óscar?

—No, no puedo, y usted sabe exactamente por qué.

¿Saben? vivir con tanta formalidad desde pequeño no es fácil. Es un fastidio. Mi segundo nombre suena... ¡suena muy elegante!

—Lo sé, lo sé, pero ahora no están mis padres ¿qué te cuesta decirme "Eddy"?

—Mi empleo, joven Ates, mi empleo. Ahora, si sería tan amable ¿podría dejar su mochila y subir de una vez al auto?

Había divisado desde lejos a Javier, esa fue la razón por la que no logré prestarle atención a Óscar.

La voz del maldito profesor empezaba a atormentarme, por más que me dolía admitirlo, él tenía razón, no podía hacerlo solo, al menos no con mi falta de interés.

—¡Hey, Javier!

Oh, Javier, ¿por qué siempre tenías que ignorar todo lo que digo? Sí, definitivamente a este niño no le importo.

—¡Willson!

—¿Ah?

Él se encontraba en la parada de bus. Desde lejos me miró y se dio la vuelta ¿Acaso ya predecía a lo que quería llegar? Tenía que ir antes de que lo pierda de vista.

Sin perder más tiempo, dejé mi mochila en la parte trasera del auto y me apresuré a alcanzarlo.

—¡Hey¡ ¡Hey! Eddy, ¿a dónde vas?

Ok. El hecho de que Óscar me haya llamado así me sorprende muchísimo, ¡pero no tenía el tiempo para ponerme a platicar de eso con él! Así que me detuve por unos segundos y le dije desde lejos:

—¡Te acusaré con mi papá!

De todos modos el paradero no se encontraba tan lejos para decir que no pude alcanzarlo. Sin duda Javier ya se quería librar lo mas rápido de mí así que también pensó en escapar.

—Maldito Eddy — resopló frustado al sentir mi mano en su hombro —.Te dije que no tengo tiempo.

—Te necesito, Javier, si no me ayudas reprobaré y no podrás ver esta hermosa cara el próximo año.

—¿En verdad crees que así te voy a ayudar? — él alzó una ceja y esbozó una sonrisa — ¿Qué acaso no dijiste que podías hacerlo solo?

—Me di cuenta que no puedo hacerlo solo... —formé una mueca —¿Me ayudas?

Javier al saber que no tendría otra opción suspiró hondo y se limitó a aceptar con un "bien".