Él era Sherwin, un chico muy extrovertido y con una buena cantidad de amigos en la escuela Newgate... Su vida social era como de cualquier adolescente. Pero, solo bastó un día para que todo esto cambie.
Este chico pelirrojo tuvo que pasar por algo...
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JAVIER
¡Agh! ¡Estoy aburrido! ¿Qué hago? ¿Me pongo a leer? ¡Ya terminé todo mi estante de libros hace dos semanas!
¿Tareas? ¡Acabaron las clases, no hay tareas!
—¡Qué aburrido!
—¿Dijiste "aburrido"?— de la nada mi madre abrió la puerta de mi habitación —Pues jovencito ya que estás muy "aburrido" hay una pila de platos la cual quiero que laves, de repente allí se te va el "aburrimiento".
—¡Esta bien, mamá!
—¡No te olvides de ponerte el delantal! ¡No quiero que te resfríes, bebé!
—Mamá, estoy acá no es necesario que grites.
—Oh, pensé que ya estabas en la cocina Cuando terminé todas las cosas que mi madre me había mandado, pude descansar un rato, pero luego uevamente me sentía aburrido, ni entrando a las redes sociales me distraía. Pero justo en ese instante cuando revisaba mi celular, me llegó una notificación, que al abrirla, no dudé que ese día iba a ser al menos algo entretenido.
—¡Una feria de libros!
Inmediatamente revisé mi billetera y sí, sí tenía algo de dinero ahorrado, más lo que me darán mis padres, tengo lo suficiente para comprar bastantes libros.
Pero... no creo que mis padres me dejen salir solo a esas horas.
—Gabriel, ¿Podrás acompañarme a una feria libros? —¡¿Una feria de libros?! ¡Demonios! ¡Era mi oportunidad para comprar unos buenos libros de matemáticas! Pero lo siento, estoy fuera de la ciudad, no puedo ir.
—Esta bien, gracias de todos modos.
Kate, sí, ella seguro irá.
Para mi querida suerte ella tampoco podía, como bien se debe notar y lo vuelo a repetir, estamos de vacaciones, pero como yo no tengo nada que hacer en casa luego de mis "horas laborales", por supuesto, quería leer algunos libros, y esta era mi valiosa oportunidad, pero necesito a alguien, al menos para que mi sobreprotectora madre me deje salir.
Y Kate no podía porque se había ido a la casa de sus abuelos. Llamé a más de mis amigos pero a la mayoría se le ocurrió irse de viaje o bien algunos estaban en un taller de verano.
¡Pero nadie podía!
—Entonces... ¿Vas a ir al centro de la ciudad a las ocho de la noche tú solo?¿Y qué pasa si no regresas?
—Mamá —alargué la palabra — conozco ya casi toda la ciudad y si me pierdo para eso está el mapa en mi celular, sabes que yo sé cuidarme.
—No lo digo tanto por eso, ir hasta al centro de la ciudad con todo este tránsito, Javier, te tomará por lo menos una hora, ¡bien! estarás allá a las nueve, supongamos que te demoras una hora en escoger tus libros, y eso que te demoras más...