𝐋𝐮𝐳𝐛𝐞𝐥»𝐋𝐒

Me lastimas

"El arte mas poderoso de la vida, es hacer del dolor un talismán de cura..... Frida kahlo"
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Después de una larga noche de la cual Louis pudo compararla con la espera de un milagro, el sol pudo asomarse en el horizonte. Había pasado toda la noche en aquella ventana llevando su atención de la luna al pequeño cuerpo que descansaba en la cama, le intrigaba saber cómo fue que una persona como él podía enredarse en situaciones así, mirando una vez más hacia el cielo que se pintaba de un color morado recordó la primera vez que había estado en la tierra como un demonio:

"—Entonces... ¿solo debo dejar el libro a la vista? — Louis se sentía confundido, absorto de todo lo que estaba pasando por su vida como demonio en ese instante—No suena muy convincente.

—Tú no sabes nada de este mundo.... ¿Cómo me dijiste que te llamabas? —el corazón de Louis se aceleró.

Llevaba solo dos semanas en el infierno y nadie sabía su nombre o la causa de su llegada, estaba en un conflicto interno por contar la verdad, de seguir siendo llamado Luzbel o cambiar su nombre y comenzar de cero siendo un demonio, aprendiendo su nuevo oficio. Miro al cielo una vez más sabiendo que ningún ángel bajaría para llevarlo de nuevo al cielo, el coraje y el dolor revivió en él como una braza que se aferra al calor. Sus ojos azules se posaron en el demonio frente a él sabiendo su decisión.

—Louis, mi nombre es Louis—confirmó mirando a los humanos en aquel bar.

—Muy bien Louis, a cada demonio del infierno se le otorga un libro. Este libro nos sirve para conseguir almas—apuntó al libro en sus manos, este tenía una pasta café, se veía viejo y dañado por el tiempo—solo podemos darle el libro a almas marchitas, si tomamos el alma pura tenemos penitencia.

—pensé que cualquier alma servía.

—No es así, estos libros están hechos por el arcángel Miguel, el autoriza al portador y al demonio, de romper la única regla que ha impuesto él te ejecuta, nada de almas inocentes ¿entendido? —Louis asintió ante la breve explicación.

—No es nada del otro mundo, con el tiempo tus mismos ojos te dirán quienes tienen el alma podrida, si no son tus ojos uno de tus sentidos te lo dirá..."

Un tintineo corto la tranquilidad en la pequeña habitación, alejando al demonio de sus pensamientos y sin creer que de pasar a ser un demonio que solo dormía en su mausoleo ahora es un esposo de un niño que apenas sabe que está vivo.

—hmm—Harry se quejó debajo de las sábanas, había tenido una noche dura y esperaba que su imaginación hubiera inventado todo aquello.

Se sentó en la cama de su habitación, mirando todo el lugar, examinando cada parte pero en realidad no pensaba en nada. Pasó su mano por su cabello pero al llegar al final de su nuca sintió un tirón en esta, quitó su mano confundido pero en cuanto el intento alejar su mano aquel tirón se hizo presente de nuevo.

—Tu cabello se enredó entre el anillo y el dedo—explicó el demonio, Harry al escucharlo se giró asustado arrancando algunos cabellos de su cabeza pero logrando liberarse.

— ¿E-eres r-r-rea-al? —Louis bufó ante el tartamudeo del menor pero asintió.

—Tan real como los cabellos atascados en tu anillo.

Harry asintió desorientado pero al poco tiempo sonrió, Louis no entendía nada de lo que pasaba por la cabeza de Harry, le parecía ridículo estar feliz por un castigo, claro que el único que recibía aquel castigo seria Louis pero él mismo se había prometido que durante su estadía con el chico de rizos le haría sentir como si estuviera en el infierno.