Días

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[ "El hombre desea esperar siempre. También cuando se convence de ser privado de la esperanza. "]

[Alberto Moravia]

[Alberto Moravia]

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—Harry, cariño, ¿te encuentras mejor? —no hubo respuesta al llamado desde el otro lado de la puerta de la habitación del rizado, la hermana Lizbeth había ido a visitar al menor pues ya había pasado una semana desde que el de rizos no salía de aquellas cuatro paredes—mira, te deje fruta picada y un vaso con jugo. Si necesitas algo solo dime ¿sí?

Con aquello dejó el plato con fruta en el suelo, siendo el único testigo la puerta y las paredes de aquel pasillo. Mientras tanto detrás de aquella puerta de color café se encontraba hecho bolita el pequeño cuerpo de Harry quien desde hace una semana no había probado bocado, no había parado de llorar y no podía dormir. La ventana estaba cerrada, su mesita de noche con leve polvo y su cama hecha un desastre junto con toda su apariencia. Suspiro mirando el techo sobre él, colocando ambas manos una encima de la otra, recordando lo que lo había llevado a ese punto de aislarse del mundo que lo rodeaba.

Siete días antes

Lo había hecho, lo había confesado, tenía un tremendo miedo que se albergaba en su estómago y este se expandía por todo su cuerpo, le había llorado tanto a aquella rosa que había calcinado, había rogado tanto por un milagro, había visto más de un centenar el cielo y había rezado lo que le parecía un millón de veces. Ese día cuando había descubierto su "poder" había ido con Liam, pero había sido un tremendo error pues este le había dicho que no podía recibirlo y que si gustaba podía verlo más tarde o al día siguiente, regresó sus pasos hasta el ala donde su habitación estaba junto con la de muchos niños y niñas más, decidió quedarse ahí hasta que Liam lo llamara o decidiera ir a buscarlo, al entrar fue recibido con el olor a cigarro y hierbabuena que se mezclaba en el aire, creando una atmósfera pacífica en él, se limpió las lágrimas que aún bajaban de sus ojos esmeraldas y unió sus manos que le temblaban cual gelatinas, llegó hasta la ventana y la cerró queriendo conservar ese ambiente de paz, se giró sobre su lugar donde llevó su vista hacia la cama donde habían dos libros que llamaron su atención, uno era el que había traído a su esposo y el otro el que este mismo leía para evitar entablar una conversación. Fue hasta ellos y los tomó, el primero estaba intacto como siempre, mientras que el segundo tenía dedos marcados en la pasta como si lo hubieran quemado, entonces, entre la mezcla de emoción y felicidad miró su anillo buscando el tono de azul donde le indicaría que tan cerca o lejos estaba Louis, pero este cambiaba de color constantemente así que era prácticamente imposible saber con exactitud donde estaba Louis.

Resignado dejó los libros en el librero y se dispuso a acostarse en aquella cama, suspirando una y otra vez dejando que nuevas lágrimas lo bañaran, pero había una pequeña esperanza aún, pues si aquellos dedos estaban marcados en aquella pasta, entonces Louis había regresado aunque sea un momento pero había vuelto y este le había dejado ese mensaje.

𝐋𝐮𝐳𝐛𝐞𝐥»𝐋𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora