Capítulo 1

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Ilan

El lastimoso tic tac de aquel viejo reloj victoriano no hacía otra cosa más que ponerme los vellos de punta. La época de caza se aproximaba y los humanos jugando a ser Dios no dejaban de asechar los territorios prohibidos, necesitaba soluciones, pero inclusive los papeles tintados sobre la mesita de roble y el café a medio beber, desvelaban el desastre en el que estaba hundido.

La lluvia azotaba fuera y la incandescencia emanada por los rayos iluminaba hasta los lugares más recónditos de la habitación. El chirrido de la puerta me advirtió de la pequeña figura que asomaba su cabeza por en medio de la ranura, su cabello revuelto y el camisón blanco que cubría hasta sus desnudos tobillos reclamaron de inmediato mi atención.

Davina se encontraba ahí, con la mirada perdida, su muñeco de felpa y un susurro suplicante:

—¿Puedo dormir contigo? —inquirió. — Los truenos me dan miedo.

Sin poder evitarlo sonreí ante su petición, caminé hasta ella y la cargué en brazos enterrando así mi nariz en su pelo enredado.

—Puedes dormir conmigo las veces que quieras— dije mientras la depositaba entre las mullidas almohadas y las mantas cálidas de mi cama. — ¿Dónde dejaste a Janick? ¿No se supone que el cuidaba de ti?

—Se quedó dormido mientras me leía un cuento. —respondió sin importancia haciéndose un ovillo para entrar en calor.

Un bufido involuntario terció de mi garganta.

"Chucho irresponsable", pensé.

Un nuevo trueno se hizo presente causando un brinco en Davina quien apretujaba el animalito de peluche contra su pecho a modo de protección.

—Duerme, no me iré en ningún momento— prometí.

Cerró sus ojos y a los pocos minutos cayó rendida. La tormenta se intensifico y viejos recuerdos llegaron a mi mente, como la noche en que la encontré.

>> Matt regresaba de la comunidad humana más cercana, Ava, su mate, pertenecía a esta y un grave accidente había ocurrido. Un incendio mató a casi toda su familia. Al ser él mi amigo de infancia acudí junto a mis hermanos a mostrar condolencias. Pero esa noche... me sentía inquieto. Tan solo haber pisado el umbral mi lobo interior comenzó a aullar. La casa despedía un olor a salmuera, demasiado fuerte como para ignorarlo.

Mi amigo me recibió dándome las noticias, solo una bebita había sobrevivido gracias a que ella había estado cubierta con unas mantas y estas habían evitado que el humo la asfixiara. Tenía suerte, pues había sido rescatada pronto.

Janick le dedico una mirada de pena a Ava pues las lágrimas corrían libremente por su rostro, su piel ligeramente manchada por el hollín le daba un toque espantoso, pero lo que más llamó mi atención fue aquel bulto que tenía entre sus brazos.

Mis piernas flagearon y mis rodillas cedieron, cayendo con un golpe sordo que advirtió a los demás. Era tan pequeña que lucía frágil, tan inocente como para darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor, su boca rosada emitió un bostezo y sus ojos soñolientos me miraron fijamente desprendiendo un brillo acogedor.

— Mate. —susurré.

Isaac frunció el ceño, pero su rostro se llenó de comprensión al verme de rodillas en el suelo, tan expuesto y vulnerable, sin embargo, Ava no reaccionó de la mejor manera.

— Es solo una niña, Ilan. —siseó limpiándose el rostro con su mano libre provocando así la expansión del hollín.

Como primer instinto me puse de pie. Me acerque a ella con cautela, pero reaccionó renuente casi al mismo tiempo que yo. Esto se sentía como un desafío, uno que tenia de por medio a mi compañera, así que calmando mi rabia susurré:

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