Capítulo 9

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Ilan

Me sentía pleno, por fin había besado a mi pequeña y todo marchaba como yo quería, me quedé recargado en la puerta de su habitación luego de que ella se adentrará. Estuve ahí casi por 15 minutos pensando si debería invitarla a dormir conmigo.

Un beso no era suficiente, quería más, y hacia demasiado tiempo que Davina no dormía en mi cama, exactamente desde que dejó de tener pesadillas.

Mi sorpresa fue enorme cuando la escuché jadear. Quise creer que todo era producto de mi imaginación, pero una parte de mi sabía que no era cierto. No eran jadeos normales, eran gemidos y supe que ella misma se daba placer y le rogué a la diosa luna que fuera pensando en mí.

Sabía que estaba mal espiar, pero mi excitación era tanta que abrí la puerta silenciosamente para echar un pequeño vistazo.

Nunca por mi cabeza había cruzado la idea de que Davina supiera como masturbarse, pues no solo tocaba su vagina si no que ella misma se penetraba. Estaba desnuda, su piel blanca parecía cremosa y sus pezones rozados estaban respingados, tenía un bonito y estilizado cuerpo, aún no se desarrollaba del todo, pero podía apreciar que sus glúteos estaban más redondos que la última vez.

Ella no podía verme, estaba de espalda a la puerta con la cara enterrada en una almohada dejando a la vista su culo y su jugoso centro con una ligera mata marrón.

Sus dedos estaban perdidos entre tanta humedad y el ambiente olía a sexo. Ella restregaba sus pechos contra la sábana y arqueaba su espalda en busca de más placer.

Lo que veía me excitaba demasiado, mi pene comenzó a crecer dentro de mis pantalones de pijama y sin disimulo apreté mi mano contra mis testículos. Disfrute el acto que estaba en su máximo clímax frente a mí.

Su mano era hábil, no era la primera vez que lo hacía, dos de sus dedos se movían rápidamente ayudándose con el abundante flujo que lubricaba su vagina.

La almohada amortiguaba sus gritos de placer y sus piernas parecían temblar acercándose al esperado orgasmo.

No podía ver su rostro, pero lo imaginaba contraído por la excitación y con una boca tan abierta que podría follar fácilmente.

La imagen se quedó grabada y cerré la puerta antes de que ella se percata de mi presencia, pero si pude oír cuando gimió mi nombre una vez que logró su objetivo.
El olor a sexo disminuyó una vez me fui a mi alcoba pero no pensaba irme a la cama sin corresponderle el gesto a Davina.

A la mañana siguiente me levanté muy temprano para llevarla al instituto, mentiría si dijera que no lo hacía nada más por el simple hecho de acompañarla, también quería otro beso. Después de lo de ayer desee con más ganas morderla, reclamarla como mía, pero eso era algo que aún me tenía reservado para cuándo llegará el momento exacto.

Tenía miedo de que se llegará pronto la época de celo pues llevaba 14 años evitando tocar a mi pequeña y no creía poder contenerme mucho tiempo más.

Desayunamos juntos, hablo también de Isaac y Janick, por lo cual el ambiente era relajado. Una vez que Davina trepo al todo terreno note su nerviosismo, pero la tranquilice poniendo su música favorita y posicionando una mano sobre su rodilla mientras con la otra conducía y agradecí que el auto fuera automático.

Aparque unos metros antes del instituto, mi pequeña me miró confundida pero no pregunto nada.

— Dav, sé que todo esto es nuevo para ti, tal vez cada día termines descubriendo cosas nuevas, o seas participe de hechos un poco sobrenaturales, pero te pido que tengas la mente abierta y simplemente te dejes llevar.

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