Capítulo 2

9.9K 765 152
                                    

8 años después

Davina

Llegué a casa con mi autoestima ciertamente frustrado. Por los corredores del instituto Santa Martha volaban los rumores de la menor de los Loughty, apenas cumplidos los trece años había obtenido su regla, todas las niñas de mi salón, incluyendo a mis amigas, habían madurado primero que yo, April tenía un busto gigante y Lanna cada vez tenía su trasero más prominente. ¡A mí ni siquiera la regla me había llegado y me encontraba próxima a los quince!

Para mi mala suerte los hermanos Underwood nos visitaban hoy para la cena, últimamente me sentía cohibida con su sola presencia pues Ilan, el primogénito, con su cabello azabache y sus ojos achocolatados que lo hacían parecer tan lúgubre, pero a la vez cautivador, había empezado a llamar mi atención.

Me sentía sucia, me había fijado en él cómo un hombre y no solo como un amigo, mi conciencia me repetía constantemente que estaba mal verlo de aquella manera, pero eran tan difícil evitarlo. Él estaría cerca de los veintiséis años, era estúpido pensar en el como algo más si podría tener perfectamente la edad de un hermano mayor si no hubiera sido hija única.

Muchas veces me lo había imaginado con sus manos recorriendo mi cuerpo, tocando lugares que en algunas ocasiones me había atrevido a explorar, tocándome tan libidinosamente como lo mencionaron las chicas de ultimo grado alguna vez en el lavabo.

Las oí a hurtadillas y según ellas los chicos preferían a las que tenían pinta de puritana, pero mente pecaminosa. Se jactaban de presumir sus encuentros fortuitos con algunos chicos universitarios de la gran ciudad a pesar de asistir a un colegio exclusivamente para señoritas.

Constantemente me hallaba preguntándome si las mujeres de esa calaña son las que prefería Ilan.

Ante mi enojo cerré la puerta principal con más fuerza de la debida provocando la mirada inquisitiva de mi tía Ava. No estaba de humor como para platicarle mis problemas, así que antes de que me pudiera cuestionar algo, subí corriendo las escaleras, excusándome con el pretexto de tener muchos deberes que realizar, ya bajaría a comer para la cena.

Me encerré en mi habitación, le puse seguro a la puerta y encendí el ordenador, apenas la pantalla dio señales de vida me apresuré a teclear en el buscador.

"¿Qué hacer para conquistar a un chico?"

La red reaccionó en cuestión de segundos y mi autoestima cayó en picada cuando leí lo que las páginas web sugerían.

"¿resaltar mis atributos? Si yo ni culo tengo", pensé.

Enojada conmigo misma me levanté y me puse ante el espejo. Me observe detalladamente, era delgada, altura promedio, cabello castaño, ojos marrones, piel pálida y ninguna cualidad que se pudiera resaltar. El uniforme con tonos guindas tampoco hacían gran cosa por mí, por lo cual me desvestí hasta quedar en ropa interior.

Mi piel expuesta y el vientre desnudo solo evidenciaba aún más lo marcados que estaban mis huesos, sabía de antemano que no tenía potencial pero aun así intenté considerar mis piernas largas como mi principal atractivo visual.

Me apresuré con los deberes y me duché a conciencia teniendo tiempo de sobra para colocarme un lindo conjunto azul que llegaba justo a la mitad de mis muslos, recogí mi cabello en un moño alto y coloqué un poco de máscara para pestañas que había tomado de los cosméticos de la tía Ava.

Escuché la puerta principal abrirse y las conocidas voces resonar en la estancia, le di una última mirada al espejo tratando de sentirme satisfecha con el reflejo que este me proporcionaba y suspiré un tanto resignada.

SOULMATEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora