Capítulo 6

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La semana de exámenes estaba por culminar, me había inscrito a la carrera la semana pasada, estaba nerviosa pero aun así mantenía un entrenamiento arduo por el bosque a la vez que esperaba encontrar nuevamente al supuesto zorro domesticado.

Para mi sorpresa April y Lanna se habían inscrito a la causa del sector salud, así que acordamos entrenar de vez en cuando juntas luego de la escuela aprovechando la pista empastada para evitar que cualquiera de ellas se lesionara.

La semana trascurrió a velocidad luz, ya no faltaba demasiado para las vacaciones de invierno y faltaban menos de veinticuatro horas para la competencia.

Me adentre en la ducha y me limpie a conciencia, hoy no solo sudé, sino que también me había revolcado en el fango luego de que April creyera que practicábamos lacrosse en lugar de atletismo.

Con mucho esfuerzo logre deshacer los nudos de mi cabello, comenzando a cepillar primero las puntas y luego las raíces, consideré seriamente teñirlo de algún color un poco más obscuro, pero desistí de la idea pensando en lo maltratado que podría quedar luego del tinte.

Coloque mi ropa para dormir dispuesta a tirarme en la cama y no despertar hasta el amanecer, pero antes baje a la cocina por algo para picar, ahí me encontré a Janick demasiado concentrado trajinando algunas verduras para lo que sería la cena y le ayude a poner el pollo dentro del horno.

—¿Terminaste los deberes?

—Gran parte de ellos.

—Me alegro, por favor coloca los cubiertos que vamos a cenar.

Me dirigí a la alacena para obtener vasos, platos y cubiertos, me esmere en el orden y les grite a los demás que bajarán para cenar.

La noche transcurrió tranquila y la mitad del otro día igual, pero mi temor se manifestó luego del almuerzo, pues el momento esperado estaba por llegar.

Mis tripas se retorcieron, aún no estaba lista para demostrar lo que llevaba entrenando desde que la convocatoria había sido lanzada. ¿Qué pasaba si las otras tenían más potencial que yo? Quedaría en vergüenza si una integrante del equipo de atletismo era vencida por una simple novata.

Mandé un mensaje a Ilan indicándole que no me sentía bien, con suerte iría por mi antes de hacer el ridículo, pero ni siquiera marcaba como entregado por lo que me vi obligada a participar.

Era obligatorio presentarte con ropa de deportiva, un sostén adecuado y un pantalón corto preferiblemente de licra. Me sentía demasiado expuesta, pero a las demás chicas no parecía importarles, trate de verme segura como ellas, aunque fuera imposible, ate mi cabello en una cola alta mientras esperaba a que la carrera diera inicio. Las gradas estaban llenas y desde ahí Nela observaba tranquila, con la mirada en un punto fijo y un sitio vacío a su lado.

Aun esperaba que Ilan apareciera antes de lo que podría calificar como una masacre, aunque mis plegarias al cielo no fueron escuchadas, tuve que obligarme a arrastrar mis pies hasta el carril que me fue asignado.

De un momento a otro todas estaban ubicadas en sus posiciones esperando el sonido del silbato de la entrenadora. Cuando el potente ruido sonó salí disparada moviéndome más por inercia que decisión autónoma, fue entonces que sentí una mirada penetrando mi espalda, una mirada desde las gradas con un iris gris. Sacha.

Trate de evitar esa sensación de acoso y me concentre en mi objetivo, pasar a las dos chicas que me sacaban delantera. A una de ellas la conocía, era del equipo de atletismo, pero la otra chica era definitivamente de un grado inferior.

Corrí como si mi vida dependiera de ello y me sorprendí cuando minutos después pude rebasar a la novata. Mi respiración era rítmica mientras que la de ella era agitada, mis pasos eran agiles mientras que los de ella pesados, me concentre en ser ágil y astuta, como un vulpino, como aquel zorro que había encontrado en el bosque y había desaparecido efímeramente con el disparo.

Quede en segundo lugar y me sentía bien por ello, logre obtener una gran ventaja de mis rivales, aunque aún necesitaba perfeccionar mi técnica para burlar a mi compañera de equipo.

Lanna y April quedaron casi en los últimos lugares, pero no parecían cohibidas por la situación, era un acto meramente lúdico para ellas, yo esperaba que mi carrera atlética pudiera formar parte de mi historial a académico al momento de ingresar a una universidad.

Recurrí a las gradas por mi botella de agua, bebiendo tragos considerables sin evitar obtener dolor abdominal.

—Has estado muy bien, Davina. — alagó una voz ronca proveniente de un lugar más elevado a mi posición.

—Gracias, practique por días.

Sacha sonrió.

— No lo dudo— inconscientemente retiré el sudor de mi frente lo que pareció captar la atención del chico frente a mí— ¿Qué te sucedió?

Su pregunta me saco de trance, ¿de que hablaba?

Su mano viajó al raspón producto del golpe con la nevera, ese que ahora era una simple costra que no tardaría en desaparecer pronto.

—¿hablas de esto? — dije señalando el golpe a lo que el asintió. — nada grave, solo me golpee con la nevera.

Sus dedos recorrieron la piel lastimada y luego cayeron abruptamente cuando Nela se situó a su lado.

—gran carrera Dav, ¿nos vamos hermano?

No hubo respuesta, simplemente los hermanos Padmore se alejaron.

Un chillido, me saco de mi ensoñación y las chicas llegaron corriendo a mí, les conté lo que sucedió entre dientes, pues no era algo de lo que me gustara alardear, me sentía cómoda en mi zona de confort donde definitivamente no llamaba la atención.

— ¿Creo que en verdad le gustas? — sentenció Lanna.

—es obvio, pero lo importante es si a ella le gusta—defendió April.

Era más que obvio que no me gustaba, mis ojos estaban puestos en el primogénito de los Underwood, aunque este no me correspondiera.

—vamos, a que Davina se muere por un beso.

Sonreí, aunque pensé mi respuesta antes de decirla.

—Podría ser. Su boca es demasiado apetecible— respondí, aunque esto último lo dije pensando en cierto pelinegro.

Las chicas aullaron ante mi contestación y comenzaron a armarme un supuesto futuro con hijos, casa y perro, pero al girarme dispuesta a irme me topé con la mirada glacial de Ilan.

Me despedí de las chicas y caminé hasta él. Besé su mejilla, pero él se retiró demasiado pronto, sus ojos tenían un aspecto dorado, pero pronto se desvaneció adquiriendo su tono normal.

Sacudí la cabeza, ya estaba alucinado.

—no te oí llegar— declaré.

Tragué en seco, tenía miedo de lo que pudiera haber escuchado.

—incluso presencie la carrera, felicidades si yo fuera el entrenador ya estarías en las estatales. —Su voz era demasiado fría, tanto que mi corazón se encogió.

—gracias. Así que....

— ¿qué Davina? ¿Tienes algo que decirme?

—¿Yo? Para nada ¿Cómo qué?

Simplemente se escuchó un suspiro.

—Lo vi todo, tu carrera, su mirada, el roce demasiado prolongado para mi gusto y el hecho de que aun tienes su sudadera en alguna parte de tu habitación.

No sabía que Ilan reprimiera ese sentimiento, ni siquiera habíamos tocado el tema luego de aquel día en que llegué toda mojada a la casa, creí que no era de importancia.

—Ilan, yo...

—déjalo ¿quieres?

Pero soy tan estúpida que no pude dejarlo. Cuando llegamos a casa volví a poner limón sobre la herida, pero nunca me imaginé que de las manos tan perfectas que añoraba todas las noches, pudieran salir garras como las de un animal salvaje, que sus preciosos ojos fueran verdaderamente dorados y que de sus preciosos labios surgiera la voz de una criatura que no conocía, pero al parecer el a mí sí.

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