12.

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Estuve todo el día de un humor que ni siquiera yo mismo soporto.
Cuando dio la hora de ir a almorzar dos chicas se me acercaron, como si las conociera de toda la vida y me preguntaron si un día de estos podían salir conmigo.
No quise ser grosero, pero estoy seguro de que lo fui.
Sin embargo cuando sonó el toque de salida se me acercaron de nuevo invitándome a una fiesta de fraternidad.
Y entonces capté que mientras peor las tratas, más te desean. Ojalá se quisieran un poco más, chicas.
Jenna me preguntó por qué no sólo podía disfrutar de las nuevas experiencias que se me estaban presentando y me enojé todavía más.
Yo no quiero experiencias de mierda, no quiero fiestas de fraternidades, ni adolescentes ebrias suplicándome que las toque.
Quise gritarle a Jenna que a mí eso no me interesaba, pero no lo hice.
Preferí pensar en Hanna y dejar que el enojo y el dolor se volviera uno mismo.

Mientras tú dormías. |En edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora