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Les recomiendo leer el capítulo en un lugar tranquilo y si tienen oportunidad, con la canción de "To Build a Home" sonando de fondo.
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Estaba listo para enfrentarlo. Debía hacerlo, lo necesitaba.
Era momento de continuar.
Por mí.
Repetía en mi cabeza lo mismo durante todo el trayecto a casa de Hanna.
Ni siquiera había llegado y ya dolía , pero en lugar de una tristeza profunda simplemente sentía nostalgia.
Porque sabía que después de esto, las cosas cambiarían.
Yo cambiaría.

—Tú puedes Thomas.

Me dije con la voz firme y respiré hondo. Cuando entré por fin al lugar en el que viví tanto, pero que sin embargo no fue suficiente, una punzada en el estómago me invadió de inmediato.

Me bajé del auto y con paso nervioso llegué a la puerta, toqué el timbre y apreté mis puños para que mis manos dejaran de temblar.
Después de unos segundos la puerta se abrió, dejando ver a la madre de Hanna.

—Hola Marie, espero no molestar.

Saludé nervioso, llevaba un aspecto cansado. Y los ojos hinchados en donde se podía leer mi hija falleció.

—Para nada, Thomas. ¿En qué puedo ayudarte?

Respondió con un intento de alegría, que al final resultó más como un chillido.

—Vine por lo que Hanna me dejó.

Expliqué y su rostro se contrajo cuando pronuncié su nombre.
De estas cosas nunca te repones.
Evitas pronunciar el nombre, pero se te tatúa en la mente.
Dejas de mirar sus fotografías, aunque su imagen ya se impregnó en tus ojos.
Y llenas su buzón de voz para volver a oírla, sólo que llega un momento en el que su voz ya no te suena familiar.
De estas cosas ya no sales adelante, al menos no sin un vacío constante.

—Pasa, todo está en su habitación.

Me respondió finalmente, después de que ambos salimos de nuestro trance y antes de irme me toma la mano, tratando de darme fuerzas o quizá quitármelas para quedárselas ella.

Subí las escaleras y empujé la puerta entre abierta que separaba mi burbuja, de la realidad.

¡Ya entra Thommy!

Escuché su voz dulce y vi su silueta a medias recorrer la habitación.
Su aroma a vainilla impactó en mis fosas nasales y el viento que se colaba por la ventana me hizo sentir sus manos sobre mi rostro.
Apreté los ojos muy fuerte y me obligué a que esas emociones se esfumaran.

Su habitación lucía exactamente igual, aunque con menos cosas; me acerqué a su escritorio y tomé un retrato de ambos entre mis manos sudadas, ya ni siquiera podía recordar lo que sentía aquél día que la tomaron.
Dejé la foto en el mismo lugar y divisé un sobre color blanco en el centro de la cama, con letras perfectamente escritas se leía "Thommy."

Tardé unos segundos en atreverme a abrir la carta, con cuidado rasgué el sobre y saqué dos hojas escritas de lado y lado.
Con los ojos llenos de lagrimas comencé a leer la despedida que tanto suplicaba.

Hola Thommy.

Sé que crees que te abandoné, pero nunca lo hice, nunca lo haré. No sé cuándo encuentren esta carta y probablemente se deba a que ahora que la escribo no estoy muy segura de lo que quiero hacer. Tal vez la guarde entre nuestros retratos al fondo del librero o quizá la deje sobre la mesa, todavía no estoy segura de lo que quiero.
Porque de momento cuando estoy contigo no me quiero ir. Pero ahora que estoy sola pienso que irme es lo mejor.
Esto no es culpa tuya Thommy, tú no hiciste nada mal. Fui yo.
Debí decirte la primera vez que empecé a sentir que no tenía ningún sentido seguir viva, probablemente seguiría contigo ahora.
Quizá debí enseñarte la primera vez que me lastimé, había tanta sangre que pensé que moriría en ese momento.
No sé cuándo exactamente empecé a sentir que todo pasaba en cámara lenta. Ni siquiera sé cuándo decidí hacer lo que voy a hacer.

Mereces toda la felicidad del mundo.
Necesitas tener toda la felicidad que yo no pude tener, hazlo, por ambos.

Hola Thommy.

Guardé ese pedazo de despedida, pero ahora lo saco de nuevo porque sucedió lo que ambos no pudimos detener, ni prever. No te detuviste y aunque yo te pedí que no lo hicieras, me hubiera gustado que pararas.
Creo que el motivo es que estabas muy asustado y no te culpo, yo también lo estaba.
Yo sé que eres mi mejor amigo y tuve que decirte por lo que estaba pasando.
Pero sucede que pasa tantas veces que al final sientes que ya no pasa nada.
Me di cuenta que infringirme dolor ya no es suficiente. Estoy muy cansada y realmente ya no quiero seguir.
Así que espero que me perdones por lo que estoy a punto de hacer, espero que un día te des cuenta que las cosas así debían ser.
No te culpes por nada, me entregaste tu amor incondicional, tú diste todo, la que no lo dio fui yo y lo siento.
Que sepas que estoy mejor que nunca, ya estoy descansando.

Te ama sin final, Hanna.

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Ya quería compartirles este capítulo, espero les guste y sufran tanto como yo sufrí escribiéndolo.
Los quiero.

Mientras tú dormías. |En edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora