26.

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Habían tocado la puerta unas cinco veces. Un rayo de luz se asomaba a través de la ventana y escuché la voz de Damián al otro lado de la pared.

—Ya pasa.

Dije malhumorado, no podía ser posible que ni dormir me dejara. Abrió la puerta y asomó su cabeza con lentitud, lo que me resultó extraño pues generalmente ni siquiera se molestaba en tocar.

—¿Qué quieres? Ya entra.

Hablé desesperado y finalmente lo hazl, cerrando la puerta detrás de él con cuidado de no hacer ruido. ¿Qué le picó a este idiota?

—¿Por qué no me avisaste que tus amigos se quedarían aquí?

Me preguntó con cierta molestia en su tono de voz.

—Porque no creo que te interese en lo más mínimo. Ya vete y déjame dormir.

Pero Damián se quedó parado y miró su reloj antes de responderme.

—Ya es tarde, párate y arréglate. Empaca ligero nos vamos de viaje.

Dijo y rápidamente abrió la puerta para salir de mi cuarto.

—Ah y lleva traje de baño.

—Yo no quiero ir de viaje a ningún lado. Quiero dormir.

Logré decir antes de que saliera por completo.

—Buenos días, Damián.

Escuché la voz de Ethan en el pasillo. Y en menos de diez segundos, los gemelos y mi hermano ya estaban en mi habitación. Adiós a la idea de dormir.

—Thomas, salimos a las 11:30 y son 9:30, mejor apúrate, ya pagué todo.

Explicó Damián.
No podía creer que había hecho ese tipo de planes sin antes consultármelo. Para empezar nunca salimos juntos.

—¿A dónde van?

Cuestionó Jenna; tenía los labios de un color rojo intenso y bastante hinchados. Logré ver una pequeña marca sobre su cuello e intenté pensar en qué momento le hice tremenda cosa, pero no dudé con todo lo que sucedió anoche.

—Excelente pregunta.

Le respondí y me miró confundida.

—De viaje, a la playa. Si están libres pueden acompañarnos, pero apresúrense.

El rostro de Jenna se iluminó de inmediato, su respuesta ya no fue necesaria.

—Hey, Thommy, ¿me prestas tu auto?

Preguntó Ethan.

—Con que le hagas un rayón, estás muerto.

Le advertí y le di las llaves. Los gemelos se marcharon para arreglarse y empacar lo necesario. Yo decidí ducharme para despertar un poco y arreglé mis cosas dentro de una pequeña maleta.
No recordaba cuando fue la última vez que Damián y yo habíamos salido juntos de viaje, probablemente fue en nuestra infancia cuando nuestros padres aún estaban vivos.

—¿Ya estás listo?

Me preguntó Damián entrando a la habitación. Llevaba puesto unos lentes azul marino, un short del mismo color y una camisa de botones blanca.

—Ya, los gemelos ya casi llegan.

Le dije y terminé de cerrar mi maleta, esperaba no olvidar nada importante.

—Sí sabes que ellos son mellizos y no gemelos, ¿verdad?

Preguntó con un tono de burla, me creía estúpido, pero parecía que él no se había visto en un espejo.

—Eso ya lo sé, idiota. Pero es más fácil decir gemelos.

—No le encuentro nada de dificultad a la palabra "mellizos."

Me dijo riendo.

—Déjame en paz.

Terminó de reír y tomó mi maleta para llevarla al auto. Había rentado un Jeep y una casa en la playa; mi hermano estaba más que raro, pero decidí no cuestionar sus las repentinas sorpresas, lo único que deseaba era pasar un buen descanso, sin drama.
Los GEMELOS llegaron unos minutos después, y luego de terminar de acomodar todo, nos subimos y nos dirigimos al que esperaba fuera un viaje inolvidable.

No me odien por tardar en actualizar, lqm.

Mientras tú dormías. |En edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora