Mientras tú dormías. |En edición|

45.

-Nos tienes aquí, hijo.

Me dice mi madre mientras se sienta junto a mí y mi padre me toma por el hombro.
Es 9 de Septiembre y acabo de enterrar a mi mejor amiga.
Se suicidó sin dejar tan siquiera una nota de despedida. Quizá un "Hola, Thommy me suicidé pero gracias por ser mi mejor amigo." Hubiera sido suficiente para mí o un "¡Estoy muerta! Pero te amo, Thom."  Habría bastado para apaciguar la culpa que cargo en mi consciencia.

—Podemos quedarnos si eso es lo que quieres, Thomas.

Me dice mi padre, que lleva su traje negro y unas gafas del mismo color.
Su cabello está igual de alborotado que el mío, una buena herencia de mi padre.
En cambio mi madre lleva una sonrisa a medias, cargada de pena y queriendo fingir que a su hijo no le ha pasado la peor cosa del mundo. Perder a su alma gemela.

—No se preocupen por mí, yo voy a estar bien.

Les digo tratando de tranquilizarlos.
Mis padres viajan casi todo el tiempo, sin embargo por periodos poco prolongados, siempre están en casa al menos una vez por semana. La unión familiar es muy importante para mamá.

—Me podría quedar yo.

Sugiere la mujer que me dio la vida. Pero niego con la cabeza, imaginarme a mi padre viajando solo me resulta muy divertido y me asusta.

—Papá olvidaría su maleta si no vas con él.

Le digo y ambos se ríen, yo únicamente puedo intentar sonreír, pero cada movimiento que hago duele. Duele mucho. Todo el cuerpo me pesa.

—Pospondré los viajes y nos iremos en un mes.

Dice mi padre dando fin al asunto.

Ojalá les hubiera pedido que se quedaran.
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¡Ya sé que dije que serían un poquito más largos! No me maten. Este quise hacerlo así porque es especial.
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