Capítulo 23.

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Luna.

Me he levantado decidida, hablaré con Dominik acerca de las decisiones que he tomado de ahora en adelante, si es que quiere mantenerse a salvo y que yo no lo acuse, de todas maneras no lo haría.

Me metí al baño y me cepille los dientes, luego a la ducha y me relaje lo más que pude, pensando cada palabra que le diría a él. Al salir me dirigí a la cocina, lo vi allí sentado, sin camisa y tomándose un café como de costumbre.

—Buenos días. —dice mientras lo ignoro y tomo mi cereal. —Buenos días, dije. —repitió.

—Ya te oí.

—Se dice buenos días. —hablo seco, pero no me importó, aunque me hacía falta tener a alguien que se ocupara de mí y me tratara como a una princesa.

—Buenos días. —hable mirando hacia otro lado.

— ¿Hasta cuándo me harás esto? Ya he pedido perdón.

— ¿No tienes que ir a trabajar? —espero que haya captado la indirecta.

—No, traje suficiente trabajo para poder trabajar aquí en casa.

—Ugh. —me quejé.

—Si no me vas a hablar al menos comportate —se tensó, sabía que estaba acostumbrado a tener el control sobre mí, y sabía que le dolía cada vez que lo trataba mal y no podía hacerme nada.

—No. —lo mire desafiante.

—Luna... —amenazó.

— ¿Qué? —sus músculos se tensaron, su abdomen estaba al descubierto y mis ojos no pudieron evitar verlo.

— ¿Qué piensas, seguir así conmigo hasta que cumplas la mayoría de edad?

—Tal vez.

— ¿Segura, pequeña? —se acercó a mí y yo me aleje de inmediato.

—Yo sé que tú quieres. —me tomó de la cintura evitando que yo pudiera echarme más hacia atrás.

—Suéltame. —se estaba aprovechando de mi baja estatura.

— ¿Y si no?

—Gritaré muy fuerte. —le advertí, su cuerpo tan cerca me estaba poniendo nerviosa.

—Ya... Pero sé que no lo harás. —su arrogancia, como siempre.

— ¿Por qué estás tan seguro de eso? —actuaba normal, pero por dentro tenía ganas de subirme a él y besarlo.

—Te conozco, eres mi pequeña.

—No soy tu... —dije pero fui interrumpida cuando me acaricio y me subió el mentón, echo un mechón de mi cabello hacia atrás de mi oreja.

—Y sé que te gusta que haga esto. —acarició mi mejilla y sentí como mis piernas se debilitaban.

—Suéltame por favor...

—Si me das una razón lógica lo haré.

—Uhm. —no se me ocurría nada. —Pues ayer salí con un chico. —la sonrisa que tenía en sus labios se borró, y note como iba soltándome lentamente.

— ¿Y qué paso?

—No tengo que darte de explicaciones. —respondí de la misma manera, fría.

Dominik golpeo fuerte al mesón que estaba detrás de mí y se llevó sus manos a su cabello.

— ¡Por favor, ya para de hacerme esto! —lo mire asustada, creí que iba a golpearme.

— ¡Tú me has hecho daño! ¡Deja de hacerte la victima! —le grité y llore, no quería llorar más y mucho menos delante de él, pero no pude evitarlo, su insistencia me estaba matando.

—Lo sé, lo siento mucho, de verdad. Cada día me arrepiento de todo lo que te he hecho ¿qué puedo hacer para que me perdones? —su voz se quebró, lo mire y tenía sus ojos cristalizados, no podía más tape mi cara con mis dos manos y me deslicé hasta quedar sentada en el piso, llore en silencio y pensé que Dominik ya se había ido, cuando siento que se sienta a mi lado. La única persona que quería que me abrazara era esa misma persona que me había hecho dañó. Dominik me abrazó y yo dejé que lo hiciera, pues era tan vulnerable en esos momentos.

—Es-taba asustada y sola. —dije entre llantos.

—Shh, lo sé cariño. —susurro en mi oído mientras acariciaba mi cabello, ya no lloraba por lo que él me había hecho, sino por la muerte de mis padres, nadie dijo que sería fácil.

No sé cuánto tiempo llore pero si sé que fue mucho, mi cabeza estaba sobre el regazo de Dominik y no sé cuándo me quede dormida.

Me levanté un tiempo después, estaba en mi cama, las luces estaban apagadas y creí que estaba sola, mi mente me recordó lo último que me había pasado y me rasque los ojos para poder reaccionar bien.

— ¿Ya has despertado, cariño?

—Uhm, sí. —lo busque y estaba sentado con su laptop en sus piernas.

Mi corazón aún dolía, yo deseaba dejar de respirar o despertar de esta pesadilla horrible, ¿era acaso un castigo del destino? ¿Acaso lo merecía? No quería darme por vencida, quería hacerlo sufrir un poco más, pero lo necesitaba. Dominik se me acerco y me miró fijamente.

—Luna....

— ¿Sí?

— ¿De verdad quieres que te deje en paz?

—Ah.

— ¿Eso qué quiere decir?

—Que me acabo de levantar y no puedo pensar con claridad.

—Oh, entonces cuando te sientas lista puedes responderme. —respondió y se iba a levantar de mi cama, cuando lo tome del brazo. Él me sonrió y me miro.

—Yo quería hablar contigo hoy.

—Pues dime, siempre te voy a escuchar.

—Decidí perdonarte, pero quiero hacer algunas cosas y espero que me dejes, yo te necesito, pero debes saber que has herido mi corazón y no sé si alguna vez pueda repararse.

Dominik sonrió y se notaba su felicidad pero había algo que no lo dejaba sonreír completamente.

—Gracias por perdonarme, pequeña. —susurro en mi oído y me beso la mejilla, luego me robo un beso de mis labios y se levantó rápidamente escapándose de mi golpe. 

I will be your daddy (Dylan O'brien)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora