14.- Fría

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Antes de subir al vehículo que nos llevaría de regreso a casa, me quitaron el collar de castigo

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Antes de subir al vehículo que nos llevaría de regreso a casa, me quitaron el collar de castigo. Durante todo el camino no miré ni hable con Nick.

Solo podía sentir dolor en ese momento, a penas me mantenía despierta, pero no quería descansar hasta llegar a su casa.


Cuando llegamos no deje que me ayudara a bajar, mi cuerpo estaba muy mal, pero no pensaba dejar que se me acercara.

- Bonnie...- al fin dijo mi nombre al estar dentro de la casa- ¿quieres que llame a alguien para que vea tus heridas? Aunque... es tarde... podría hacerlo yo.

- No... yo misma lo haré.

Camine hacia la habitación en la que antes dormía y cerré la puerta de un portazo al sentir que Nick venía tras de mi.

- Bonnie.- golpeó la puerta, su voz era la de un niño arrepentido luego de haber hecho algo que sabía que estaba mal- ¿me odias?

Apoyando mi espalda en la puerta caí de a poco hasta quedar sentada en el suelo.

- ¿Cómo pudiste? ¿Por qué no hiciste nada?
- Bonnie, yo...
- Te comiste a un niño... a un niño inocente.
- ...
- ¿También me comerás a mi? De seguro les gustará mucho la carne de conejo.

Me enfurecía que no me respondiera.

- Son unos moustros... todos... - unas lágrimas cayeron por mis mejillas
- Bonnie ¿estás llorando?
- Creí que sería fuerte, creí que podría con tu mundo, pero es literalmente el infierno y me estoy quemando.
- ¿Me odias?
- Creo que... te tengo miedo.

Oí como golpeo el suelo.

- Véte a dormir, Nick. - fue lo último que dije antes de ir a ver mis heridas

Al día siguiente me sentía peor que anoche. A penas pude atender mis heridas yo misma.

Vi el reloj y eran las once de la mañana, justo cuando golpearon a la puerta.

- Nick, no quiero hablar... vete.
- Bonnie, soy Charlotte... abre.

¿Charlotte?

- No te preocupes, Nick no esta... salió con Jake. Me dejaron aquí.

Me levanté lo más rápido que pude para ir hasta la puerta. No alcance ni a terminar de abrirla cuando la aparto y salto para abrazarme.

- ¡Bonnie! ¡Dios! No sabes lo mal que he estado... no dormí en toda la noche pensando en ti.

Cuando al fin pude ver su rostro note que sus ojos estaban hinchados de tanto llorar.

El predador y la presa 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora