Capitulo 18

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A la mañana siguiente unos golpes en la puerta les despertaron.

-Mierda, Luis, nos hemos dormido. -susurró la chica nerviosa.

La puerta se abrió y Belén se asomó tras ella.

-Está el desayuno. Tendréis que iros levantando ya.

-Ya vamos mamá.

La puerta volvió a cerrarse. Aitana estaba muerta de vergüenza, y Luis no parecía estar enterándose de mucho. Ella le zarandeó para ver si conseguía espabilarle un poco. El se quejó, pero enseguida la abrazó atrayéndola hacia su pecho.

-Buenos días.

- ¿Qué buenos días, ni leches? Acaba de pillarnos mi madre aquí. Levántate si no quieres que venga mi padre.

-No hemos hecho nada malo. Solo dormir juntos. ¿Esa es tu manera de darme los buenos días?

-No, si quieres te hago una fiesta.

-Con un beso me conformo.

Aitana se rindió y le besó.

-Ahora sí, buenos días. ¿Pero te quieres levantar ya? Mira que eres perezosa, eh.

Aitana estaba en una nube. Todo este tiempo que había pasado llorando no se imaginó estar riendo desde primera hora de la mañana. Pero así eran las cosas con Luis. Siempre era capaz de sacarle una sonrisa.

Después de desayunar, mientras Aitana se estaba dando una ducha, Luis aprovechó para salir a fumarse un cigarro a la terraza.

- ¿Puedo hablar contigo un segundo? -le habló alguien desde la puerta.

-Cosme, que susto. Claro.

-Mira, se que adoras a mi hija, pero no quiero volver a verla como estas dos semanas. Estoy preocupado por Vicente. Antes de salir por la puerta amenazó a Aitana, y creo que también iba para ti. No se lo hemos contado a Aitana, pero un día que sus amigas consiguieron que saliese un rato, vino exigiendo que le dijésemos donde estaba. No lo hicimos y nos vimos obligados a llamar a la policía. Es capaz de todo.

-Tranquilo. Me da igual lo que me haga a mí, pero a Aitana no le va a poner una mano encima. Eso te lo aseguro.

- ¿Sabes? Tanto Belén como yo estamos muy contentos de como han salido las cosas. Veíamos cómo la apoyabas, cómo la cuidabas, cómo la mirabas, y era imposible no quererte aun sin conocerte. Eres una persona increíble, y que nadie te haga creer lo contrario.

-Ojalá mis padres pensaran lo mismo. Te agradezco que me digas esto.

-Ya verás como tus padres entrarán en razón. No dejas de ser su hijo.

- ¿Qué hacéis aquí los dos de charla? ¿Ya estás fumando? Anda, vámonos, que no me fio de vosotros dos juntos.

Después del día de ensayos, Ana, Amaia y Aitana decidieron ir a tomar algo las tres. No es que estar todos juntos no les gustase, pero a veces necesitaban estar solas.

-Bueno, ¿qué? ¿Nos vas a decir ya lo que pasa?

-Ay, que pesadas. Que no pasa nada.

- ¿Y por qué estas tan feliz ahora?

-Cosas de la vida, no sé.

-Por partes, Aitana. ¿Estas con Luis?

-No. Bueno, sí. No sé. -la catalana se tapó la cara para disimular la vergüenza que sentía en ese momento.

Las otras dos chicas se emocionaron mucho al oír eso y comenzaron a dar saltitos y a aplaudir.

- ¿Desde cuándo? ¿Cómo? ¿Y Vicente? ¿Y Graciela? ¿Tus padres lo saben? ¿Por qué no nos lo habías dicho todavía? ¿Quieres responder?

-Si me dejáis hablar sí. Desde antes de ayer. No encontramos en la reunión con Noe, y una cosa llevo a la otra y acabé durmiendo con el en el hotel. ¿Cómo? Pues no lo sé, estando. Vicente me ha hecho la vida imposible estos días. Me ha llegado a amenazar. A mí y a Luis con que me arruinaría la vida. Graciela esta tranquila en su casa. Y que siga allí. Nunca volvió con ella como me hizo creer Vicente. Solo que con Luis quedaron que no dirían nada para no afectar mi concurso. Mis padres lo saben, hoy a dormido en casa y ellos felices. Es muy raro todo. Pensaba que no les iba a gustar la idea, pero están encantados. Y a vosotras no os lo he dicho por que quede con Luis que no diríamos nada por el tema de Vicente y sus amenazas.

Aitana hizo el gesto de coger aire después de la parrafada que acababa de soltar. Amaia y Ana la escuchaban atentamente apoyadas en sus codos y con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Cómo que has dormido con él? ¿Ha pasado algo más?

-No, pero no por falta de ganas. Y ya no os pienso contar nada más.

- ¿Le quieres? -le preguntó la canaria.

-No, estoy con él y no le quiero. ¿Pero tú eres tonta, Ana? Vaya preguntita, hija.

-Jo, es que estas tan mona. Se te ve enamorada.

-No se si enamorada todavía. Pero estoy pillada hasta las trancas. No sé. Mi vida estos dos días ha sido una risa constante, desde que me despierto hasta que me duermo. Y me encanta estar así.

Ana y Amaia se miraron y empezaron a reír.

-Está enamorada. -Afirmaron ambas a la vez.

Aitana se unió a su risa. Había echado tanto de menos esos momentos.

-No os tengo que decir que no podéis decir nada, ¿no?

-Que sí, que no decimos nada.

A Aitana le empezó a sonar el teléfono. Era Luis. Quería saber si tenía que pasar a buscarla.

-No, tranquilo. Nos quedamos a dormir donde Amaia.

-Vale, no te preocupes. Disfruta y ten cuidado. Te quiero.

-Yo también.

Las tres amigas se miraron y empezaron a reír desconsoladamente.

-Si es que sois más monos los dos. Ale, vámonos que se va a hacer muy tarde.

Esa noche acabaron contándose todo lo que no habían hablado en dos semanas. Todo empezaba a volver a tener sentido en su vida. Volvía a tener a Luis al lado y a sus dos amigas que tanto habían sufrido junto a ella. Todo era tan perfecto.

Lástima que la perfección a veces se rompe...

CamufladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora