POV'S Jessica
Mi espalda estaba totalmente rígida y mis dedos hormigueaban debido a la adrenalina y la sorpresa que invadía mi torrente sanguíneo. Los documentos que llevaba en la mano cayeron al piso debido a la fuerte impresión que me lleve al entrar a la oficina de mi jefe.
Idiota. No debiste entrar.
Me reprendí a mí misma por entrar a la oficina de mi jefe como perro por su casa. Ahora, el hombre que tengo por jefe está mirándome como si quisiera desaparecerme de la faz de la tierra. Tiene su ceño— duro e inflexible— fruncido debido a la molestia.
Aunque supongo que en parte la culpa fue mía por haber entrado como si esta fuera mi oficina... pero, en mi defensa debo decir que yo toque la puerta al menos unas tres veces y lo qué pasó fue que ellos (mi jefe y su secretaria) estaban muy ocupados follándose como para percatarse de que alguien tocaba la puerta. Y aunque también fue culpa de ellos, ya yo me iba preparando mentalmente para el sermón y posible despido que me esperan.
Mientras mi jefe se arreglaba el pantalón, la secretaria se bajaba la falda y salía despavorida de la oficina, yo aprovechaba también para salir de este problema así que me encamine hacia la puerta... hasta que una voz ronca, profunda y masculina me detuvo, haciendo que todos los bellos de mi nuca se erizaran.
¡Dios! Ahora si te llego tu hora.
— Usted se queda, señorita Johnson— no me gustó para nada la forma en que pronuncio mi apellido—. Y por favor, cierre la puerta.
Santa mierda de todas la mierdas.
Tragué saliva e hice lo que me indicó. Su ceño fruncido aún no desaparecía y eso me ponía los nervios de punta.
— ¿Acaso a usted no le ensañaron a tocar la puerta antes de entrar?— escupe molesto una vez que cierro la puerta.
Una gota fría de sudor baja por mi espalda en ese momento haciéndome cosquillas, pero me obligué a no sonreír ni mucho menos a reírme en un momento como este.
— En mi defensa, yo toqué al menos unas tres veces la puerta pero nadie contestó y yo pensé que no había nadie...
— ¿Y por eso se tomó el derecho de entrar a mi oficina?— me interrumpe, y me entran ganas de gritarle porque odio que me interrumpan. Hago uso de todo mi autocontrol para no mandarlo a la mierda.
— Yo solo quería dejarle los documentos que...
— Ese es otro asunto— bufa— ¿donde estaban los documentos cuando se los pedí? Es usted una incompetente.
¿Que?
Y hasta ahí llegó la Jessica que aguantaba de todo para no perder el trabajo. Se me fundieron los cables, se me cruzaron los apellidos y se me salió el cobre.
— ¿Incompetente yo?— dije incrédula— ¿como puede usted ser tan canalla?
Se paro de su silla y caminó por delante de su escritorio. Lo que le dije no le había gustado... y quizás sí, probablemente me despidan hoy pero no me importa.
— ¿Disculpe?
— Está disculpado. Ahora escúcheme usted, señor D' Angelo. Es un canalla ¿sabe porqué? Pues, porque teniendo una secretaria y una asistente debería repartirnos el trabajo equitativamente pero no, usted prefiere dejarme todo el trabajo a mí solo porque se acuesta con su secretaria y la verdad no me parece justo— mis palabras parecían una carretilla, sin frenos.
Mi jefe estaba realmente serio, con ese gesto inflexible en sus facciones y a pesar de eso era un hombre increíblemente atractivo. Eso sí lo admito, puede que no sea mi tipo y que no me guste pero, es un hombre con un gran porte y sumamente atractivo. Al fin y al cabo italiano tenía que ser.
Se acercó más a mí y por un momento pensé que iba a gritarme que me largara de su oficina y de su empresa... pero no.
— Recoja los documentos, por favor.
Vaya. Era la primera vez que me decía "por favor". Y aunque me agaché para recoger los papeles todavía no me fiaba de él, porque puede que estuviera hablándome con calma y todo pero después puede desatarse la tormenta y yo quiero ser muy cuidadosa. Al incorporarme, noté algo diferente... o bien podría ser mi imaginación, pero ya no tenía la misma seriedad característica de él sino que estaba serio, sí, pero había algo diferente en su mirada que no supe descifrar.
— Escuche— suspiré—, se que después de esto me va a despedir y debo informarle, antes de que haga tal cosa, que esto es una injusticia hacia mí persona.
Frunció el ceño.
— ¿Quién ha dicho algo sobre despedirla?
— Usted.
Levanta una de sus pobladas cejas.
— Yo no he dicho eso— suspira, toma los documentos de mis manos y se encamina hacia su silla de escritorio—. En fin, solo quiero que lo que pasó hoy no se vuelva a repetir ¿hai capito?
— Sí. ¿Se le ofrece algo más?
Negó. Hasta que por fin podía respirar con normalidad. Me regresó el alma al cuerpo y fui completamente feliz. Estaba saliendo de la oficina muy feliz y campante hasta que mi jefe añadió algo.
— Señorita Johnson— me llama. Por un momento pensé que quería algo, pero no.
— ¿Dígame?
— Por cierto, tiene usted un trasero exquisito— dice guiñándome uno de sus celestes ojos.
¿Qué mierda...?
Se supone que un jefe no le dice eso a sus empleadas, pero suponiendo que mi jefe se acuesta con su secretaria debo suponerlo.
Iba a bajarlo de su nube de grandeza ahorita mismo. Abrí mi boca para expulsar todo lo que tenía pensado, pero llegó la bendita secretaria en el momento menos oportuno.
— Señor D' Angelo, su hermano lo llama en la línea tres.
— Gracias, Danna, pásame la llamada.
Y así sin más, solo tomó la llamada y giró en su silla dándome la espalda.
¡Que descarado!
Salí de la oficina con mi cara de herramienta vieja. Quien se creía él para tomar la confianza y hablar de mi trasero. Maldito idiota.
— ¿Te regañó?— pregunta Gina una vez que llegó a mi puesto.
— Fue algo peor que eso.
Gina jadea sorprendida y se lleva las manos a la boca.
— ¿Te despidió?
— No.
Gina frunce su ceño en señal de confusión. Seguramente tendría que explicarle lo qué pasó en la oficina porque con lo curiosa que es Gina no me dejará tranquila hasta saber qué pasó.
— ¿Y entonces por qué la cara de odio irracional hacia el mundo?
Ahogué un grito frustrado.
— Porque tenemos a un idiota lujurioso por jefe. Me dijo que tenía un trasero exquisito, ¿puedes creerlo?
Lo vi en su rostro. Su cara de boba no me pasaba desapercibida. La amiga que tengo por compañera, aparte de ser sumamente guapa, tiene una leve—gran—obsesión con nuestro jefe, lo cual me frustra de sobremanera porque siempre esta hablando de él. Así que esta vez fui muy precavida y me adelanté a sus movimientos.
— Cierra la boca.
— Pero si no he dicho nada.
— Quizás no, pero estabas a punto de hacerlo.
La conocía bastante bien. Gina era el tipo de chica que se impresionaba con facilidad por cualquier hombre y eso no dejaba a mi guapo jefe atrás, al contrario, Gina al convivir con él diariamente había comenzado a adorarlo de sobremanera.
Doy gracias al cielo que yo no soy así, de lo contrario ya me habría cortado las venas. Gracias al buen corazón y enamoramiento rápido de Gina, le habían roto el corazón más veces de las que puedo contar. Y a la vez también sufría yo, porque aunque ustedes no lo crean yo sufría un poco por ella... aunque mis ojos y mis oídos eran los que más sufrían, alertas hasta las tres de la mañana.
ESTÁS LEYENDO
La Seducción De Ares
RomanceAres. Y no, no hago referencia al Dios de la guerra aunque, debo agregar que es todo un Dios griego. Hablo de Ares D' Angelo, el ingeniero, empresario y soltero italiano más cotizado de todos los tiempos y por si fuera poco, mi sensual jefe. Todas...