POV'S Jessica
— Estoy exhausta— digo, mientras acaricio su pecho con las yemas de mis dedos. Su piel estaba suave y caliente.
Él suelta una risa por lo bajo.
— Claro que estás exhausta, después de todo lo que acabamos de hacer...
Lo miré completamente avergonzada. Sabía exactamente qué era lo que acabábamos de hacer pero el simple hecho de que lo mencionara en voz alta me hacía sentir avergonzada, así que golpeé levemente su pecho.
— No seas sucio— le reprendí, sintiendo la vergüenza en cada poro de mi piel.
Ares se rió a carcajada limpia. Me encantaba escucharlo reír tan abiertamente porque sentía que me transmitía una felicidad y calma enorme. ¿Que había hecho este hombre conmigo? Sinceramente no lo sabía pero sí sabía que estaba comenzando a gustarme, y mucho.
— ¿Qué?— exclamó entre risas, haciéndose el desentendido— Solo estoy diciendo la verdad, ¿o no?
No podía discutir contra su lógica.
Iba a protestar pero una pregunta por parte de él me interrumpió.
— ¿Volverás al trabajo?
Quise reír. En serio quise reír y no sé ni porqué. Claramente no pensaba volver a trabajar para el emporio D'ANGELO... no después de haberme acostado dos veces con quien se supone es mi jefe.
— No— respondí segura mientras dejaba un beso en su pecho.
— ¿No? ¿Por que no?— preguntó con el ceño fruncido— No puedes dejarme solo, podría morir— dramatizó.
Rodé los ojos. Este hombre en ocaciones era peor que mi madre.
— Ares, no seas llorón. Ya encontrarás una mejor asistente— me encogí de hombros, tratando de ignorar su dramatismo.
— ¿Por que no quieres regresar a trabajar conmigo?— preguntó, haciéndose el ofendido.
— Porque no puedo trabajar contigo siendo mi jefe y sabiendo que me acuesto contigo; estaría siendo una desvergonzada.
Bufó.
— No me parece justo— refunfuñó—. Además, mira el lado bueno: podría verte todos los días; almorzaríamos juntos; podría traerte a casa...— su mirada cambió a una pícara y astuta— y podríamos hacer el amor en mi oficina, más concretamente encima de mi escritorio ¿que te parece?
Ante su absurda idea no pude evitar reír. ¿Iba en serio lo del sexo en la oficina? Solo de pensarlo me daba pena ajena. Imaginen que la gente de la oficina escuche nuestros gemidos... ¡alta vergüenza!
— Estás loco. Definitivamente si decidiera quedarme no habría sexo en tu oficina ni en la sala de fotocopias— lo dije porque sabía que en el fondo estaba pensando también en hacerlo encima de la fotocopiadora. Ya lo conozco.
Hizo un puchero adorable.
— Eres una aguafiestas. ¿Por qué no?
— Porque sería vergonzoso que alguien nos escuchara haciendo el amor en el trabajo. ¡Solo de pensarlo me da alta vergüenza!
El muy cínico suelta una carcajada cargada del humor más puro.
— Cariño, ¿que es la vida sin un poco de adrenalina? Nada.
— Sí, pero prefiero mantenerme lejos de ese tipo de adrenalina, gracias.
Vuelve a carcajearse, definitivamente, burlándose de mí.
ESTÁS LEYENDO
La Seducción De Ares
RomantizmAres. Y no, no hago referencia al Dios de la guerra aunque, debo agregar que es todo un Dios griego. Hablo de Ares D' Angelo, el ingeniero, empresario y soltero italiano más cotizado de todos los tiempos y por si fuera poco, mi sensual jefe. Todas...