Quattordici.

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POV' Jessica

Sábado. Dulce sábado de gloria y sin penas...

Por lo menos así veía mi sábado hasta hace un día, pero ahora aquel día tan glorioso  se ha vuelto un caos, y no solo por lo sucedido con mi jefe ayer sino también porque al parecer todos aquí se han levantado con el pie izquierdo hoy, pareciera que todos están atravesando un Domingo 7, todos, excepto yo que tuve mi domingo 7 ayer.

Mi madre está frustrada porque se le quemó todo el desayuno que había preparado para nosotros; mi padre está como alma que lleva el diablo porque no encuentra su maletín de trabajo; mi hermana está hecha una furia porque en la empresa la han obligado a trabajar hoy sábado y el pequeño Jeremy está a punto de romper en llanto porque no encuentra su colección de carros miniatura.

Sí, todo un caos. Aquí todo el mundo está pasando por su Domingo 7, y aunque mi Domingo 7 fue ayer no puedo evitar que aquellos recuerdos me persigan.

Cada quien está viviendo su infierno personal.

— Algodón— me llama mi padre— ¿has visto mi maletín de trabajo?

Niego con la cabeza sin apartar la vista de mi celular. ¿Quien tomaría el maletín de papá? Es decir, papá nos dejó más que claro que aquel que se metiera con su maletín no viviría para contarlo. Todo su trabajo está ahí dentro.

Mi padre suelta un suspiro de pura frustración. Pobre hombre, en ese maletín tiene su vida.

De repente mi padre abre los ojos como platos, como si hubiera tenido una gran idea pero después de aquella repentina expresión su rostro pasa a ser completamente serio.

— ¡Jeremy!— grita mi padre y ya todos sabemos quien es el responsable de que el maletín de mi padre haya desaparecido.

Estaba a punto de soltar una carcajada al ver a Jeremy con aquel puchero lastimero que hace cuando lo están regañando pero mi celular vibra en el bolsillo de mis shorts.

— ¿Si?

— Cariño, ¿estás preparada para esta noche? Pasaré por ti a las 7:30

— Sí, estoy más que lista.

Perfecto. ¿Te probaste el vestido que he escogido para ti? ¿Te ha gustado?— suelta una carcajada— Ya sabes que tengo un buenísimo gusto.

Me fue inevitable no revolear los ojos cuando le escuché ese tono tan altanero que odiaba.

— Si, si. Me ha quedado bien.

Perfecto. Entonces, hasta esta noche.

Colgó la llamada. Se aproxima una larga noche.

POV'S Ares

Mierda de las mierdas de las santísimas mierdas.

— Vaya...— dicen Gareth y mi hermano al unísono cuando termino de contarles lo qué pasó con Jessica ayer en mi oficina.

Estamos en mi departamento, bebiendo whisky a esta hora de la mañana pero no nos importa.

— Así que... ¿eso quiere decir que piensas tirarte a Jessica?— pregunta Gareth entornando la mirada.

— Eso es obvio. Después de lo qué pasó no pretendo dejarla tan fácil.

— ¿Y que piensas hacer?— habla mi hermano— Ya te he dicho que Jessica no es como las mujeres que tú sueles frecuentar.

— Estoy de acuerdo con Arturo— apoya Gareth.

Por mi parte, yo revoleo lo ojos.

Con amigos así no me hacen falta enemigos.

— ¿Están aquí para apoyarme o para darme la espalda?

— Vinimos a apoyarte, pero también tenemos que ser realistas — se encoge de hombros el castaño.

— Gareth tiene razón— lo secunda mi hermano—. Bueno, pero dejando a un lado todo este realismo... ¿como pretendes que Jessica caiga en tu cama? ¿Por obra y gracia del Espíritu Santo?

— No. Simple y sencillo: voy a seducirla.

Esa era mi mejor arma y si no conseguía meterla en mi cama a base de seducción entonces no sabía que cartas jugar. Por ahora esa es toda mi estrategia porque esto debe ser un plan muy elaborado.

— Pero...— Gareth interrumpe mis pensamientos— ¿que no la estabas seduciendo ya?

— No. Ni siquiera he comenzado.

— ¿No has comenzado?— suelta esta vez mi hermano, con incredulidad— Pues te metiste entre sus piernas ¿y a eso como se le llama?

— Yo no lo llamaría seducción. Eso solo fue sexo oral, una de las pequeñas cosas que tengo planeado hacerle.

Ambos se miran entre ellos y luego vuelven su mirada hacia mí, mirándome con cautela.

— Supongo que no nos queda de otra que apoyarte ¿no?— dice Arturo mientras que Gareth suelta un suspiro de puro pesar.

— Juro por Dios que me sentiré mal por esto; es decir, Jessica es mi amiga y no se merece caer con alguien tan retorcido como tú... pero tú también eres mi amigo...

Le sonrió maliciosamente.

— No solo soy tu amigo; Soy tu mejor amigo.

Gareth me miró con algo parecido a la piedad y dijo:

— Me iré al infierno por esto, pero te apoyo... aunque no entiendo tu fijación por Jessica ahora. Ha sido tu asistente por tres largos años.

Gareth tiene razón. Es decir Jessica por tres años ha estado trabajando para mí, pero en mi defensa, debo decir que no sabía lo que escondía.

Eso, en parte es mi culpa por no haberme fijado que estaba trabajando con una diosa hecha persona, porque para mí ella solo era mi simple asistente... hasta aquel día que me descubrió en la oficina follando con Danna y luego se agachó para recoger los informes, y puedo jurar que la vista de ese hermoso, firme y redondo trasero me impactó de tal manera que él enojo que sentía se esfumó y solo quedaron las enormes ganas de estrellar mi mano contra su trasero y dejar una marca.

— ¿Acaso has visto ese fabuloso trasero que tiene? Es simplemente espectacular. La quiero en mi cama.

Y es cierto. No se donde tenía la cabeza para no haber apreciado antes ese exquisito cuerpo creado por Dios.

Arturo suspira.

— Bien, tú sabrás lo qué haces pero recuerda que, el que juega con fuego se quema.

Dijo mi hermano antes de que alguien tocara la puerta de mi departamento.

— ¿Esperas a alguien?— quiso saber Gareth mientras fruncía el ceño.

No, no esperaba a nadie.

No tenía ninguna cita, no había invitado a ninguna mujer a mi departamento, no había pedido comida...

Camine hasta llegar a la puerta y abrirla solo para encontrarme con una grata sorpresa.

— ¡Mónica!— exclamé a manera de saludo y a la vez sorprendido.

Tenía unos tres meses desde la ultima vez que vi a Mónica. Era... como decirlo... ¡sí! Mónica era mi amiga con derecho a roce. Si saben a lo que me refiero ¿no?

El sexo con Mónica era genial y en parte por eso la extrañé, pero si les soy sincero, no la esperaba.

— ¿Me extrañaste cariño?— me pregunta en un tono bastante sugerente que demuestra las ganas que me tiene.

Le doy mi sonrisa más coqueta.

— Como no tienes idea.

La Seducción De AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora