Cinquantaotto

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POV'S Jessica

Todo pasaba tan lento y tan dolorosamente. Ya hace una semana que Kyle me dejó y desapareció, dejando en mí un sabor a desengaño.
Le marcaba a su celular una y otra vez; le mandaba mensaje tras mensaje y nada. Simplemente había desaparecido de la faz de la tierra, y lo odiaba por eso. Y me odiaba a mí por perderlo.

Tenía una especie de vacío justo en el pecho, quizás no era tan doloroso como perder al amor de tu vida, porque no, Kyle no era el amor de mi vida pero aún así dolía. Y mucho. Era como perder una parte importante de ti, de tu vida y como no, si Kyle me había enseñado una manera tan bonita y pura de amar que dolía. Había sacrificado su amor y su felicidad solo por mí ¡y joder! Si eso no era amor entonces no sabía qué rayos era. Me había enseñado una manera no egoísta de amar, y de eso se trata el amor ¿no? De hacer feliz a la persona que amas aún si su felicidad no es a tu lado.

— ¿Estás bien, corazón?

Mi madre entró en la habitación con la típica cara de preocupación que ha tenido desde hace una semana cuando se enteró de que Kyle terminó conmigo.

— Estoy bien— respondí en un murmullo.

— Oh, corazón— se lamentó sentándose en la cama. Me envolvió en un abrazo que me transmitió una calidez maternal inexplicable—. Esta bien, cariño. Esta no será la primera vez que te rompan el corazón... hay veces en las que estas cosas son necesarias para hacernos más fuertes, para que en el fondo seamos mucho más felices; porque todo pasa por una razón, cielo.

No quería que mi madre tuviera razón, pero la tenía. Simplemente las mamás son malditamente sabias, y yo en serio esperaba ser así cuando sea mamá.

— ¿Por que duele tanto perder a alguien?— pregunté afligida mientras escondía mi cara en su cuello y ella me acariciaba el pelo.

— Porque sabes que esa persona se llevará una parte importante de ti que sabes que no se va a recuperar. Ese es el precio que pagamos al perder a alguien que apreciamos.

No dijo nada más, solo se levantó y se fue dejándome con un malestar en el pecho. Restregué mis ojos con el dorso de mis manos para apartar las lágrimas, desde que Kyle se había ido no había hablado con nadie. No me había desahogado y eso me estaba ahogando. Mi madre había intuido lo de Kyle por... por su súper instinto de madre, y ya los demás se dieron cuenta porque la boda se canceló. No había hablado con Gina ni con Max.

En la oficina los días seguían igual. Ares me seguía ignorando olímpicamente y yo en cierto punto lo prefería así; ya no le tenía que seguir huyendo.
Aún sentía la opresión en mi pecho al pensar en Kyle, era como un sentimiento de dolorosa lejanía que me dejaba en un estado de miseria sentimental. Pero decidí que no más, haría algo para contrarrestar ese sentimiento que oprimía mi pecho. No podía seguir así.

— Nena, ¿estás bien?— pregunta Gareth mientras dejaba un puñado de papeles sobre mi escritorio.

— ¿Eh? Sí, sí. Estoy bien.

— Pues, no lo parece. Últimamente has estado un poco ida.

Saqué mi típica excusa.

— Es por la universidad. Solo estoy cansada.

Asintió, aunque no convencido del todo.

— Sabes que si algo te aflige puedes contármelo, ¿no?

Sabía que Gareth era una gran persona, pero no tenía esa confianza para decirle que Kyle me había dejado por nuestro propio bien; porque estaba más que claro que yo no era buena para él.

La Seducción De AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora