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En toda mi vida había estado en dos tipos de casa. La primera era la casa de mis padres, una de dos pisos y lo bastante hogareña como para que me fuera difícil dejarla cuando entre a la universidad y conociera el segundo tipo de casa. La casa de Yoongi era tan bonita y ordenada que, de alguna manera, compensaba el hecho de que fuera tan pequeña. Él parecía estar feliz con ella, se adaptó con facilidad… o eso hasta que aparecí con mis maletas a mudarme con él. Fue entonces cuando le veía con el ceño fruncido cuando intentaba cocinar algo, pero estaba yo por ahí dándole codazos accidentalmente.

No llegue de invasión, no soy un tonto que saca provecho. Fue él quien en repetidas ocasiones me decía que era momento en que debíamos vivir juntos. Bueno, era divertido verlo desde la perspectiva que era una forma de consolidar nuestros cuatro años de noviazgo, porque ambos nos vimos emocionados desde un inicio. Y lo seguíamos estando, era solo que… sí, era un poquito pequeño. Pero tratamos de acostumbrarnos, o al menos lo intentábamos desde que hace tres meses me vine a vivir con él.

Pero entonces la vida me arrojaba un contraste ridículo.

La casa de mamá y papá era más grande que la de Yoongi, definitivamente lo era. Un merecimiento del buen trabajo de ellos. Pero no era tan grande como la casa a la que miraba justo en este momento.

Era ridículo.

¿Quién gastaba tanto en algo así? Es decir, había espacio para unas ocho habitaciones y dudaba mucho, en serio, que fuera una casa donde vivían muchas personas.

Pero mi padre decía que las personas buscaban la forma de llenar los huecos de alguna manera. No creo que fuera lo que él hubiera dicho si estuviera en mi lugar, porque el jamás juzgaría antes de conocer. O si lo hacía, se quedaba callado.

Como yo en ese momento. Retorciendo mis dedos sobre la correa de mi mochila que atravesaba mi pecho, y moviendo inquietamente mi pie. Bueno, a final de cuentas era un favor. Yoongi me había dicho que uno de sus viejos amigos de la universidad necesitaba ayuda en su empleo, y aquí estaba yo. Cómo menudo idiota en el lugar que debería estar él.

—Lo haría, y sabes que sí, pero estoy con un montón de canciones que debo de terminar para antes de que acabe Invierno. Solo esta vez, prometo que lo compensaré de cualquier manera.

Terminamos acordando de que cada semana que pasará yo tomando su lugar, él haría pasteles. Y mis favoritos, no los de su preferencia. Me tendría la cena lista para cuando yo llegara y, con la pauta de que cuando tuviera exámenes, no podría ayudarle. Aunque ambos sabíamos que los exámenes aun no estaban para alarmarme. Estaba tratando de conseguir un título en Diseño Gráfico, me había graduado de la universidad hace un año, pero en el tiempo que había pasado no me tome mucho esmero por seguir estudiando. Lo haría, sí, definitivamente.

Decidí no perder más el tiempo cuando, al mirar la hora en mi reloj de muñeca, note que habían pasado cinco minutos desde la hora que Yoongi me había dicho que tendría que estar aquí. 4:35. Suspire, dando pasos resignados en las baldosas sobre el césped hacia la entrada. Solo le faltaba la maldita fuente para que todo fuera perfecto.

¡Hasta la puerta tenía una aldaba! ¿Acaso esas cosas se seguían usando? Siempre las vi como para una mansión de película de terror. Bufé, cuando mire que había un timbre en el marco. Era ridículo, en serio.

Solo presione dos segundos el botón, antes de alejarme lo suficiente. Y, como si me estuvieran esperando del otro lado de la puerta (razonable debido a mis cinco minutos de tardanza) esta se abrió.

Un tipo alto, de anchos hombros y una sonrisa enorme apareció. Casi me eché a reír cuando vi que iba en sandalias, pero pensé en que eso avergonzaría tanto a mi padre que me daría un golpe en el brazo, que mejor me mordí el labio. Él era lindo, pero se veía algo raro ahí vestido con bermudas y sandalias cuando detrás de él se extendía una escalera como esas donde bajan las princesas de las películas, pero un poquito más pequeña.

Canciones y cuentos para Kookie ೃ  HOPEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora