Aquella mañana había tenido que despertar más temprano de lo habitual, con Yoongi sacudiendo mi hombro por un par de minutos, salía de la habitación pero en menos de lo que esperaba volvía a entrar, y yo volvía a tener los ojos cerrados.
—¡Ya no te duermas, Tae!
—Pero qué te pasa. No estoy dormido —me excuso con la voz todavía más ronca de lo habitual. El bufa y sale de la habitación, no sin antes tirar todas laa colchas fuera de mi cuerpo al piso. Gruño, hace mucho frío a esa hora todavía. Me muevo hasta el armario, sacando una de las sudaderas de Yoongi que usaba demasiado grandes (incluso para mí, siendo más grande y alto) y lo sigo a la sala.
Lo escucho desde la cocina, seguramente preparándose algo para almorzar; yo lo haría, sin embargo prefiero que almuerce algo bien y no algo “demasiado salado, crudo, insípido y lo que sea”. Me recuesto en el sofá, acurrucandome en la sudadera azul.
Pasaron algunos segundos antes de que volviera a la sala, él gritando:
—¡Que no te duermas!
—¡No estoy dormido! —le reclamo reprochando, puse la mejor cara que pude pero me terminé echando de nuevo cuando escuche su risa—. Hyung, dejame.
—Tus ojos son tan lindos —lo sentí acercarse, y trate en serio de abrirlos. Pero no pude, sólo percibiendo cuando se sienta a mi lado, sujeta mi rostro en sus manos y me da un beso en la nariz—. Pero cuando no puedes abrirlos porque tienes demasiado sueño. Ay, ¿por qué eres tan adorable?
—No quiero que te vayas —susurro inclinandome a su tacto. Tenía que volver a ir a Busan por asuntos de trabajo, esta vez quedándose más tiempo. Dos semanas no parecían ser realmente mucho, pero es que… no estoy acostumbrado a estar sin él tanto tiempo, es demasiado y creo que dormir solo en la cama será la peor parte; definitivamente echando de menos el calor de su cuerpo abajo en las sábanas pero sus tibias manos presionando por todas partes de mi abdomen—. Hyung, quedate.
—Sabes que quiero hacerlo, pero no puedo. Es realmente importante. Tú… podrías…
—Sabes que tampoco puedo ir contigo —bueno, yo tampoco sabía con probabilidad cuándo tardaría Hoseok en encontrar alguien que cuidara a Jungkook, pero el simple hecho de pensar en dejar de ver a Jungkook mucho tiempo también me ponía nervioso. Me estaba acostumbrando tanto a él, y también a Hoseok. Honestamente, me sentía bien verle la cara y escuchar cuando se reía, porque fueron tantos años que no tuve ese privilegio; era franco, me gustaba pasar un corto tiempo con él por las noches cuando llegaba y acababa de contarle un cuento a Jungkook, a veces cuando se ofrecía a llevarme al departamento o por las tardes cuando regresaba temprano y comíamos los tres juntos.
—Está bien —acepta resignado, y yo aparto las ganas de reirme sólo porque accedí que se vaya a regañadientes. Cuando comienza a reírse de nuevo, abro los ojos y medio nublado lo veo, se inclina pero lo detengo—. ¡Aah! Tu estúpido aliento mañanero me importa poco ahora Tae.
—Tampoco me lavé los dientes en la noche —me excuso escondiendo la boca detrás de mis manos. Me reta con la mirada haciéndose el tonto—. Ni siquiera me dejaste terminar de bañarme.
—Ni te quejaste —refuta risueño.
Mientras él termina de arreglar las cosas que debe de llevar, voy al baño y me limpio los dientes, mojándome la cara porque de ninguna otra manera podría despertarme bien ahora. Podía dormir una hora más, probablemente.
Cuando vuelvo, él está sentado en el lugar que dejé. Contento y con un poco más de energía, corro hacia él y me echo encima suya, sacándole un jadeo por haber aterrizado justo en su estómago con las manos. Suelto una carcajada mientras maldice en voz baja, sobándose el estómago.
—Acabo de comer, mocoso —gruñé con la mueca irritable en su rostro; esa que me gusta besar porque así no puede durar mucho, aunque terminaba gritándome que no lo hiciera «quiero estar enojado tonto, vete y no me beses» siempre decía empujándome y corriendo a la habitación a encerrarse cuando yo no podía dejar de carcajearme—. Ey, deja de reírte.
—¡No! ¡Dame un beso!
—Por castigo no —lo dice serio, la mirada convincente. Mueve mis piernas con cuidado, posándolas sobre su regazo y sujeta mis orejas tirando de ellas sin mucha fuerza—. Y eso también.
—¡Hyung, me duele, me duele, no!
—¡Aah! ¡¡Te van a crecer más!! —grita con voz más aguda y una expresión de espanto en su rostro—. Que horror, serás como Dumbo. ¡Taedumbo!
—Que me dejes —empujo sus manos fuerza, y le doy un golpe en el pecho antes de sobarme las orejas. Por más que hiciera eso, yo nunca terminaba de acostumbrarme. Aunque era divertido porque se ponía tan feliz como juguetón—. Eres tan pesado.
—Y tú tan llorón. Ven, te doy un beso, entonces.
Negué con la cabeza, echando la cabeza hacía atrás e impidiéndole con las manos en el pecho que se acercara, pero entre más lo hacía, él más ponía fuerza. Podía sentir el esfuerzo en su cuello por alcanzarme mientras gritaba «¡Dame un beso, bello león» pasando las manos por mi cabello también y despeinándolo tanto como podía. Él alcanza a besar mi cuello, sonando tan penosamente alto el chasquido y las cosquillas que hace en mi piel me hacen perder la fuerza en el agarre y se deja caer sobre mí.
Aparta el cabello que cae sobre mi cuello (a veces él decía que necesitaba un corte, pero yo y «cállate» lo terminaban convenciendo más de que me gusta largo) y besa un par de besos, riéndose un poco.
—¿Qué harás mientras no estoy?
—No sé. Tal vez invité a Baek, ya sabes como siempre, terminará trayendo a Chanyeol y Jimin. Pero sólo el fin de semana, quiero dormir. Además, tengo que cuidar a Jungkook, ya sabes.
Ante eso alza la cabeza y la sonrisa se le debilita apenas notablemente. Odiaba cuando lo hacía, porque era él quien siempre preguntaba por Jungkook -sólo él- y yo no podía decirle que no quería hablar de eso, porque era ridículo al menos pensarlo; pero borraba una viruta de luz en sus ojos y la sonrisa decaía.
—Deberías salir con él.
—¿Jungkook?
Aparta la mirada, mirando a la puerta, su maleta y luego la pared. Traga saliva nervioso, su manzana de Adán moviéndose tanto que arrugo el entrecejo, de repente irritado. Nunca había hablado de él desde que le dije que lo había vuelto a ver, supongo que era bueno porque odiaría tener que ver esa expresión lúgubre en vez de todas las sonrisas llenas de vida y cariño que me ofrecía.
—No. Supongo que tienen muchas cosas que arreglar.
—Yoongi…
—Pero es verdad Tae, ¿fueron qué? ¿nueve años? Puedo sentirte tenso cada vez que regresas, como si tuvieras algo de qué hablar pero no pudieras, ya sea con él o conmigo. Está bien que salgan, hablen sobre todo, lo que pasó y lo que no. Hay muchas cosas que tienes que arreglar con él.
—Hyung —murmuro con la voz cansada, molesta, no quería hablar de eso con él. Él sabía una gran parte porque cuando lo conocía recién, era quien me consolaba a veces en Daegu, él que me hacía reír con malos chistes junto a la abuela cuando parecía que nadie más podía hacerlo. Fue un soporte inmenso ante una declaración catatónica, y yo evitaba hacerlo diciendo estupideces—. Tenía 16.
—¿Y sólo porque eras joven no sabías cuál era la intensidad? Tae, tu amor nunca ha sido inmaduro. Y lo sé porque te conocí a esa edad, y me gustaste tanto por eso. ¿Qué chico con un amor infantil sufre de la manera en que tú lo hiciste? Te quedaste con esa espina, no lo neguemos o ignoremos, creo que deberías arreglarte con él.
—Pero hyung…
—Yo nunca me enojaria. ¿Sabes por qué? —susurró con gentileza y sus dedos en mi mejilla casi me hacen caer dormido. Casi, sino fuera por la inquietud de su mirada. Negué después de unos segundos indeciso—. Porque ahora estoy contigo, estuve contigo, y amarte es de las cosas más genuinas que he hecho. Así con estrías del pasado y amores truncados.
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Canciones y cuentos para Kookie ೃ HOPEV
Fanfic❝ -Es hora de dormir, Kookie. -¡Es hora de cantarle a Kookie! ❞ ❝ -Hora de dormir, Jungkookie. -¿Un cuento cortito, por favor? ❞ Taehyung, con veintiséis, parece tener una vida cómoda y sin muchas preocupaciones. Está tratando de conseguir un...