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—Extrañaba que te enojaras conmigo.

—No estoy enojado.

—...

—Tal vez un poco, pero en todo caso… —me detengo, jugando con mis manos mientras miraba por la ventana del coche, cerciorándome de que Namjoon no fuera a caerse mientras caminaba a la puerta de su casa—, tú deberías ser el que estuviera enojado.

—¿Por qué lo estaría?

—Porque fui un idiota. Honestamente, te odié las primeras semanas, sólo porque estaba con el corazón roto y lleno de desilusión. Pero después me pareció tonto, pensaba que aferrarme a ti estaba siendo un desperdicio de tiempo cuando tú ya habías formado tu vida, claro, desde la perspectiva de todo el mundo era así, aunque no para todos significaba lo mismo. De hecho nunca llegué a odiarla, era algo más como tristeza al pensar en ella, ¿cómo podía odiar a alguien que no conocía en nada?, claro, llegue a haber detestado lo tanto que era en tu vida pero no a ella —me encojo de hombros, pensando en lo tonto que pude haber sido todo ese tiempo. Fui en cierta parte egoísta, porque sólo me valía de mi versión y nunca quise saber la verdad, que Hoseok hablara de eso y me explicara—. Ahora a quien odio es a mí.

—No lo hagas. No me gusta que lo hagas.

—Pero aun así lo hago… yo, hyung, te dejé solo. Tenías razón al decir que ni te busqué en verdad y las cosas serían tan… —detuve mis palabras cuando me di cuenta de lo que estaban significando, la ilusión con la que hablaba y el deje de cariño que usaba. Comenzaba a creer que el olor de Hoseok encerrado en el auto, sin los vidrios abajo, estaba afectandome horrible.

—¿Querrías que fueran diferentes? —pregunta bajito, casi tímido y sin ganas de hacerlo, inclinándose hacia mí con el rostro confundido y ladeado, mirándome de hito en hito y esperando.

¿Lo quería? Amo a Yoongi, demasiado, con sus abrazos dulces; cuando era él quien no podía despertar por la mañana porque dormía muy tarde para terminar una canción y tenía que despertarlo como si fuera un niño pequeño para sacarlo de la cama. Cuando Yoongi me tomaba de la nuca para besarme, despacio y con tanta libertad como amor, y otras veces con pasión, explorando mi boca y recorriendo mi cuerpo con sus manos pálidas y tibias. Yoongi podía tomarme, hacer de un momento con su voz ronca y gemidos o podía entregarse a mí, luciendo seguro y tan maravilloso debajo. Adoraba pasar tiempo en silencio junto a él, leyendo las canciones que escribía y cuando él me decía que pensó en mí en alguna estrofa o cuando rapeabamos juntos en la sala, borrachos o sobrios, medio desnudos o con los abrigos rojos que le había obligado a comprar, las gorras y los lentes negros.

Y sabía que con Hoseok hubiera sido diferente. Tal vez pasar todo el día junto a Jungkook, enseñándole a atar sus zapatos o ir al baño, ayudándole a dar sus primeros pasos o a hablar. Pasar noches viendo películas como antes, ir a parques acuáticos o a ferias… con él sería diferente.

Quizá…

—No lo sé. Amo a Yoongi y…

—No pregunté eso.

Cerré la boca , mirándolo por primera vez en lo que llevaban ahí. Después de la confesión, me había quedado en blanco, sorprendido y sin palabras que decir, viéndolo llorar con desespero frente a mí y a la vez sintiéndome incapaz de hacer algo para hacerlo parar. No pude decirle nada, ni cuando Namjoon se acercó preocupado y nos pidió tímido si podíamos dejarlo en su casa, tampoco en el camino hacia allá. Sólo pensaba en Jungkook y en él, pensando en sus rostros y porque nunca vi un rastro de similitud entre ellos. Mucho menos pude decirle algo cuando yo mismo empecé a llorar, en silencio, de pronto sintiéndome como el joven enamorado de ese muchacho de frenillos y que bailaría todo el día si por él fuera la decisión. Había sido tormentoso durante ese lapso corto de tiempo, y no podía imaginarme todo lo que Hoseok sufrió solo, en la desesperación y la inexperiencia de un padre primerizo y sin su mejor amiga.

Canciones y cuentos para Kookie ೃ  HOPEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora