Me gustaba cantar, y a las personas les gustaba que lo hiciera. A veces cantaba para la abuela cuando ella se enfermaba y no conciliaba el sueño solo hasta que mi voz la tranquilizaba. Al menos eso era lo que decía ella; pero, siendo franco, pensaba que era el cansancio quien la consumía más rápido con ella más débil.
Poco después me até a aquellas palabras de ella cuando empecé a salir con Yoongi y me pedía que cantara para él mientras estaba acostado en la cama. Al principio creía que dormía, pero no lo hacía. Solo sonreía con una larga emoción oculta en algún lugar y murmuraba lo bien que se sentía el saber que mi canto corrompía el silencio que tanto él adoraba.
Mamá tenía grabados y bien guardados cada uno de mis recitales desde que tenía ocho años, en la escuela, o a veces las improvisaciones que hacíamos Baek y yo casi todas las tardes en verano. También decía que además de tenernos como bendición, era una maravilla que a ambos se nos diera cantar.
Baek y yo a veces veíamos esos vídeos, avergonzandonos de que en la mayoría solo llevábamos calzoncillos y una sábana sobre los hombros. Pero nuestros rostros siempre mostraban luz con sonrisas inmensas y duraderas. Los vídeos, progresivamente, fueron cambiando y nosotros también. De repente nos veíamos enfundados en jeans claros y sudaderas que me daría pena usar ahora. Peor Baek, de pequeño, los 90 no le sentaron al look que mamá quería en su cabello.
Pero había uno al que yo había tomado prestado del cajón de mis padres para sacarle una copia y devolverlo. Era un vídeo que había grabado para Hoseok cuando cumplió años, ni siquiera recuerdo la mayor parte de la letra, pero prevalecía el valor de su sonrisa aun en mi memoria. Brillante, viva y enamorada al oírme cantar.
Al cumplir dieciocho y volver de Daegu, me dedique a cantar solo en mi habitación o a Yoongi. Era como si estuviera enfadado por quienes me habían escuchado antes cantar, y como Yoongi aún era nuevo en eso, era al único al que se lo permitía. Era ridículo, pero en aquel tiempo me pareció lo más ideal para mi estado emocional.
Tal vez solo me ablandaba con sus besos, no importaba. Fue el único que me escuchó por casi ocho años.
Sí, bueno. Era el único.
Había alguien a quien le había dado el privilegio… si es que podía decir ese término por escucharme cantar.
—Tae hyung —murmura Jungkook levantando la mirada de su cuaderno, el cual cierra de inmediato y deja su lápiz sobre la mesa. Sus labios boquean antes de sonreír—. Ya acabe.
—Lo note, Kookie —me reí, pues no se había dado cuenta de que no había pasado un segundo en que yo desviara la mirada de su tarea. Apenas y era recortar con cuidado unas cosas y pegarlas en donde debía; era adorable ver cómo se concentraba y sacaba la lengua al cortar, pero lo era aún más ver cómo le salían bien todas las figuras. Yo, a su edad, recibía reproches de mi mamá y mi maestra por recortar tan feo—. ¿Qué quieres hacer ahora?
Apoya sus palmas en la mesa y su mentón sobre ellas. Se queda así por algunos segundos y salta repentinamente un par de instantes después.
—¡Vamos a mi cuarto de juegos! —exclama emocionado, saltando de la silla y toma mi mano para hacernos correr por las escaleras.
Por temor, lo detengo y lo subo a mis brazos para terminar de subir las escaleras caminando. Se impacienta.
—Bueno, es de papá y mío. Pasamos aquí mucho tiempo los fines de semana. Tae, ¿sabes que papá es el mejor bailarín de todo el mundo?
—¿Lo es? —le pregunto risueño. Claro que sabía que Hoseok era un as bailando, yo mismo había visto desarrollar y poner en práctica esa habilidad tan impresionante—. Eso es genial.
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Canciones y cuentos para Kookie ೃ HOPEV
Fanfic❝ -Es hora de dormir, Kookie. -¡Es hora de cantarle a Kookie! ❞ ❝ -Hora de dormir, Jungkookie. -¿Un cuento cortito, por favor? ❞ Taehyung, con veintiséis, parece tener una vida cómoda y sin muchas preocupaciones. Está tratando de conseguir un...