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La rutina se volvió incluso más prologada y cómoda.

Iba por las mañanas y cuidaba de Jungkook, a veces Hoseok tenía que salir temprano y yo terminaba llevando al pequeño al colegio. Nos gustaba caminar hacia ahí, él tomaba mi mano todo el tiempo y me platicaba sobre cualquier cosa; a veces me contaba de las historias que Hoseok le inventaba y otras de cosas que había olvidado mencionarnos del día anterior sobre la escuela.

Casi todos los días terminaba volviendo con Yoongi a nuestro departamento hasta que fuera la tarde y tenía que volver para cuidar a Jungkook. Pero otras veces, cuando Yoongi viajaba (estaba empezando a hacerlo cotidianamente) yo me quedaba casi todo el día en casa de Hoseok. Solía dormir en la habitación de Jungkook, ver películas por internet o hablaba con Jin por videollamadas cuando él tenía tiempo libre.

De las veces que volvía con Jungkook, tenía que mentirle sobre el porqué llegaba con otra ropa y bañado, cuando por las mañanas me duchaba antes de llegar con él. Le decía que había salido a correr para matar el tiempo y el sudor era la razón, en parte era verdad, pero el sudor no era porque corría.

El trabajo de Yoongi comenzó a ser solicitado por diversas empresas en distintas ciudades, y ya le habían ofrecido varios contratos por un trabajo permanente. Pero él no las aceptaba aún; una parte de mí me decía que no lo hacía porque no estaba listo, pero me mentía, porque en realidad no aceptaba una porque no era en los lugares donde quería. Cuando me dijo que no buscaba una empresa en Seúl, y Busan, me asusté. Me sigue aterrando la idea de que no quiera ni una de las dos, porque eran posibilidades magníficas, y él las rechazaba.

No he podido atreverme a preguntarle si ha recibido una propuesta del extranjero. En lo profundo de mi pecho sabía la respuesta. Y lo que él quería.

Trataba de no pensar en eso, pero era muy imposible por su forma de actuar; comenzó a distraerse mucho y a quedarse dormido a altas horas de la madrugada, prefería abrazarme largas horas en el sofá que trabajar en su estudio, y aunque eso me gustaba muchísimo, me ponía de nervios. Él estaba en su estudio, y eso siempre me pareció bien, era lo que le gustaba. Pero ahora pasaba tiempo conmigo, como si buscará retener todo el tiempo que quisiera entre sus dedos antes de…

No.

No debía de pensar en eso. No quería. Se me estrujaba el corazón de sólo pensarlo.

Él era de lo poco bueno que aún conservaba. No quería que se fuera, porque estaba seguro de que me pediría irme con él y yo… yo no estaba seguro de querer hacerlo.

Pero estaba seguro que era incluso más incapaz de poder decirle que no sin romperme el corazón

Con Jungkook me distraía mucho. Las tareas que le dejaban eran lo suficiente sencillas como para que le explicara una vez y él hiciera todo sin ayuda, sólo revisaba que todo estuviera bien antes de apartarla. Él insistía en que le enseñara a sumar cifras grandes y a restar.

Yo, en cambio, lo ponía a leer y a escribir pequeñas oraciones.

Su salón es el segundo, a la derecha —me decía Hoseok por llamada, y yo evito gruñir mientras regreso los pasos hasta el que me indicó.

—Me lo hubieras dicho antes —le susurro escuchándolo reír. Jungkook tenía una junta en la escuela, y así como a Jin le tocaba, yo tuve que venir. No me parecía un inconveniente, de hecho me hacía muy feliz eso. Me sentía en algo más íntimo con el pequeño—. Ah, me debes una grande.

Era broma, no era siquiera un favor. Lo hacía porque quería.

Claro, te llevaré a cenar.

Canciones y cuentos para Kookie ೃ  HOPEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora