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—¿Alguna vez has pensado en volverte a teñir el cabello? —me pregunta Baek, recostado en la cama de mi departamento mientras ocupaba su teléfono—. Hace años no lo pintas, ¿cuándo fue la última vez? ¿Hace cuatro años?

—Cuatro y medio, sí —no estaba en mis planes hacerle caso, me gustaba el castaño y él terminaría incitandome a pintarlo de un color extravagante, como rosa o verde, había sido el responsable de todos los cambios de color que me había hecho pero no de esta vez—. No lo teñire, no te emociones hyung.

—¡¿Pero por qué?! ¡Dijiste que tenías una cita con Hoseok! Deberías… deberías llegar con un cambio que lo haga decir un montón de veces “wow”, que haga su corazón acelerar —suspiró con una mirada ensoñadora—, que haga imposible para el resistirse. Aunque probablemente pierda el control con sólo verte, ya sabes, la belleza está en la familia, ¿no?

Me aparte del armario para mirarlo, frunciendo por la plenitud de sus palabras mencionadas con emoción propia de cuando tenía 15 años y le gustó por primera vez una persona. Baek se sentó, dibujando una sonrisa de niño pequeño que hizo una travesura y está apunto de ser regañado.

—¿Cuándo dije que tendría una cita con él?

—En algún momento de “iré esta noche” y “con Hoseok” tal vez la parte de la cita sólo sonó en mi cabeza. Cómo sea, sabes que bromeo, adoro que salgas con Yoongi y a la vez estés volviéndote a ver con Hoseok, me gusta ver que solucionaron las cosas.

Dejo mi labor de doblar la camiseta que usaré esta noche a medio, porque lo que dice me pone nervioso y me es ahora incapaz de mirarlo porque sé lo dijo a propósito, con la intención fuerte en sus palabras, explícita, y con esa mirada acusadora que solía emplear conmigo y sus hijos.

—¡Te prometo que esta vez hablaré de eso! ¿Sí?

—¿Por la garrita?

—¿No crees que los niños te hacen ver muchas películas de Disney?

Rueda los ojos antes de murmurar seguro y mordaz:

—Por lo menos yo veo muchas películas de Disney por mis hijos, tú las ves solo y con comida chatarra cada fin de semana —extiende los brazos con una sonrisa de autosuficiencia repleta hasta las mejillas—. Pero en serio Tae, te quedaste todos estos años con las ganas decirle muchas cosas, y no es justo que no haya dejado que te explicara qué pasó con exactitud. Lo sé, tenías 18, venías con la ilusión de ver a tu novio y finalmente con el corazón roto cuando te enteraste que estaba casado y con un bebé, te entiendo… ambos tienen mucho de qué hablar, y en estos meses no hacen más que llevar una relación más profesional que amistosa, y sabes que es porque no tienen la iniciativa de superar lo que les pasó.

—Ya lo habías dicho antes.

—Y nunca me hiciste caso, da igual. Prometelo —asiento resignado, alzando el dedo meñique para entrelazarlo con el suyo, haciendo que sonría complacido y me abracé con fuerza, como cuando éramos niños y él me consolaba cuando papá me hacía llorar—. Tengo que comprar los trajes de Karate de los niños, me marcho.

—De acuerdo —me resigno, no me gustaba quedarme solo aquí cuando Yoongi se iba de viaje, cierto que antes sucedía así pero sabía que sólo bastaban horas para volver a verlo, en cambio ahora tardaría semanas para dejar de sentirme solo en el departamento—. Tal vez puedas venir con los chicos mañana, encargaré pizza por la noche, ¿sí?

—¡Yeee! —exclama con voz aguda y alzando los brazos sobre su cabeza—. ¡Noche de chicos! Veremos Chicas Pesadas y hablaremos un montón de chicas —comenzamos a reír por la broma, nuestras noches de chicos se basaban en emborracharnos hasta dormir sobre la mesa o vomitar y despertar con una jaqueca insoportable, ver partidos o apartar los sofás de la sala para pelear jugando, aunque uno siempre salía con un moretón—. De acuerdo, le enviaré texto a Chan y Jiminie, tal vez deberías invitar a Hoseok, estoy seguro de que les agradaría verlo.

Canciones y cuentos para Kookie ೃ  HOPEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora