Canciones y cuentos para Kookie ೃ HOPEV

11

—Entonces te sientes mal por Yoongi.

—Sí.

—¿Por qué?

Me giro a verlo, frunciendo el ceño. No me estaba entendiendo, ¿verdad?

—Baek, ya te dije, me gusta…

—Sí, sí. Te escuché Tae pero, no sé. Antes estabas enamorado de él y después conociste a Yoongi. Sólo bastó tiempo para que olvidaras a Hoseok.

—No lo olvidé. Sólo acepté que ya no lo tenía, y ahora sólo lo quiero de diferente manera… yo no podía olvidarlo. ¿Por qué lo haría? —me detengo, analizando lo que digo cuando abre los ojos sorprendido—. Quiero decir, era maravilloso pasar tiempo con él y cada momento valía muchísimo. Decir que lo olvidé es mentira, así cómo diría que olvidare cualquier enamoramiento que tenga.

Se queda inquieto unos segundos. Era una cuestión que a él le costaba entender; en mi defensa, no sabía si era bueno o malo lo que hacía. Él creía que era una capa de autodefensa decirlo, no entendía cómo era eso. Pero nunca se lo pregunté.

Me costaba siquiera imaginar la respuesta que me daría. Y a mí aceptándola.

—No viví esos momentos genuinos para decir que lo olvidaré.

—¿Quieres estar con él?

—Quiero a Yoongi… yo de verdad lo quiero.

Me siento y estiro los pies mordiéndome los labios.

—Eso no fue lo que te pregunte.

—Y yo te di la respuesta más cercana que pude a lo que querías. Quiero a Yoongi, en este momento, mañana y mucho después. ¿Sí?

Quería bajar con Jungkook y los niños y despejarme con su ternura de lo que estaba pensando.

—Dijiste que lo querías diferente —murmura mientras iba saliendo de la habitación y me quedo solo unos segundos más—. Pero siempre queremos a las personas de diferente manera, e incluso las queremos diferente con el paso de los años. A veces puede que menos y otras…

Cierro la puerta antes de que termine, escuchándolo bufar y maldecir por lo bajo. Camino hacia la cocina, donde aún escucho las risas de los niños y mamá.

—Mamá, tú—

—¡Apareció el rey en esta bonita morada —exclamó alguien desde la sala. Me reí, al mismo momento en que mis sobrinos se pusieron de pie y corrieron gritando al unísono “¡Jimin!”.

Le extendí la mano a Jungkook, llevándolo con ellos. Jimin estaba sentado en el piso, abrazando a los niños. Lo consideraban uno de sus tíos, junto a Chanyeol, por el hecho de conocerlos desde que nacieron. Incluso Kangdae lo eligió sobre mí como padrino de ceremonia cuando salió de la escuela; me sentí sumamente ofendido, más cuando el idiota no dejaba de burlarse de mí.

—Hola Tae y… niño.

—Jimin, te presento a Jungkook.

Jimin se sonríe con ternura, estirando la mano lo más que puede para sacudirle el cabello. Se pone de pie, acercándose y murmura tan bajo que sólo yo lo escucho:

—¿Quién es?

—Hijo de Hoseok.

Me alejo unos centímetros, buscando su reacción. No se lo había contado, ¡ni siquiera que lo había vuelto a ver! Él sólo sabía que tenía trabajo, o algo así, pero no le había especificado qué era porque él había estado estresado por varias fotografías y sesiones que tuvieron que retrasarse.