Permanecí ahí, sentado en medio del sofá, con la mirada recorriendo cada esquina de la gran sala mientras mordía mi labio inferior, pensando en como salir de ese incómodo silencio. Pasaba horas y horas hablando de cualquier cosa con mis sobrinos, pero cada vez que intentaba hablar de algo con él, respondía vagamente y en ni una ocasión me miró.
Pensé en desistir y estar en silencio hasta que le diera sueño, o su padre llegara pero pasaron veinte minutos y ya estaba aburrido a más no poder. Así que me gire un poco en su dirección, colocando uno de mis brazos en el respaldo del sofá. Me miró de reojo, vi como tragaba saliva y seguía mirando fijamente hacia el frente.
—¿Cuántos años tienes, Jungkook?
—Cinco —respondió rápidamente, pero aún así tan bajito.
Hice una mueca incómodo, deseando que se me ocurriera una idea de qué hacer. ¿Hablar de Ironman? No, seguramente le terminaría diciendo que no lo prefiero a él y le diría a su padre y a Jin que no quería que lo cuidara.
Entonces, ¿qué? Por lo general, cuando hablaba con mis sobrinos ellos eran los que no se callaban, después llevándome por todos lados a jugar. Pero él no era así, ni siquiera algo parecido. Así que después de un tiempo, finalmente decidí que era mejor permanecer en silencio. Jin era quien dijo que él era tímido, y después de entender la razón por la cuál lo era, lo comprendía. Así que solo me acomode en el sofá, mirando hacia el mismo lugar donde sus ojos se enfocaban: frente al sofá donde estábamos había otro, donde él se había escondido ya dos veces en el día, y detrás de él la mesa del comedor. Más allá de eso, estaba una puerta corrediza de cristal, desde donde se veía un patio, con un columpio que se movía en un vaivén suave por la brisa que se asomaba junto a la noche. El cielo se oscurecía con parsimonia, ahí en el jardín donde mi vista estaba clavada, y donde pequeñas lámparas con forma de hongo en el césped se encendían con pereza. Se veía más bonito todo cuando la obscuridad se embutió por ahí con calma, tal vez era porque le iba al lugar de alguna retorcida manera, o porque poco a poco Jungkook se fue recorriendo hasta que sentí su calor en mi piel. Pero era definitivamente bonito.
No había motivo para que yo la viera como un hogar en cualquier sentido, pero Jungkook parecía tan cómodo ahí en la sala, con su muñeco de Ironman sobre su regazo y con un semblante sereno. Esto era su hogar, y parecía bien con la idea sobre eso.
—Kim Taehyung… —susurró, causándome una sonrisa—. ¿Cuántos años tienes?
—Puedes decirme Tae, si quieres. Tengo 26 años, Jungkook.
Entonces volteó su rostro, pequeñito y adorable, para verme con curiosidad por unos instantes.
—Te ves como el hermano de mi mejor amigo, tiene 20 años. No pareces de 26, Tae.
—¿En serio?
—Sí —asintió con fuerza, una sonrisa tornándose en sus labios. Era tan linda, dejando ver su blanca dentadura casi completa. Le faltaba un colmillo, pero sus dos dientes centrales eran un poco más grandes que el resto, y eso le daba tanta ternura que tuve el impulso de apretar sus mejillas; pero no lo hice al pensar que se avergonzaría y ya no hablaría más—. Mi papi tiene 28 pero también parece más joven de lo que es.
—¿En serio? Debe de cuidarse mucho.
—Sí. Él es muy guapo, en verdad.
Sonreí, incapaz de decir algo más. Tampoco parecía como si quisiera decir algo él, así que permanecimos en un silencio, pero esta vez era uno cómodo. Recorrí la sala con la mirada, deteniendome a ver los cuadros que había ahí. Varios si los había visto, pero había uno que en especial me hizo sonreír más que el resto.
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Canciones y cuentos para Kookie ೃ HOPEV
Fiksi Penggemar❝ -Es hora de dormir, Kookie. -¡Es hora de cantarle a Kookie! ❞ ❝ -Hora de dormir, Jungkookie. -¿Un cuento cortito, por favor? ❞ Taehyung, con veintiséis, parece tener una vida cómoda y sin muchas preocupaciones. Está tratando de conseguir un...