23: Regreso

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Regreso

—Admito que caer de trasero no dolió tanto, pero ya me quiero quitar esta ropa mojada.

—Si, yo igual Joris, yo igual.

Luego de que la tina gigante desapareciera aparecimos en un bosque, Joris y yo fuimos a cambiarnos de ropa por los árboles, mientras Caleb se cambiaba en el lugar donde estaban las carpas.

Después de unos minutos estábamos sentados en mantas frente a las carpas, estaba oscureciendo, así que encendimos una fogata que nos daba luz y calor.

—¿Cuándo fue la última vez que comimos?— dijo Caleb —Y me refiero a comer de verdad, lo suficiente para saciarnos y no solo para mantenernos con vida.

—No recuerdo.

—Yo tampoco— dijo Joris —Pero puedo hacer que éstos árboles, los que son frutales, nos den frutas. Será para sobrevivir, además comemos saludable.

Joris se levantó de la manta, se paró frente a unos árboles y empezó a mover sus brazos mientras susurraba algo. De los árboles frutales salieron destellos de luz, haciendo que dieran frutos. No sabía que Joris podía hacer eso, aunque en un principio tampoco pensé que me caería bien, pero es mi amiga ahora.

Me levanté y la ayudé a recoger las frutas, regresamos a sentarnos en la manta.

—No sé si vas a querer frutas Caleb, ya sabes. Has comido muchas frutas y eso.

—Ya dámela fiera, debo sobrevivir.


°°°°°

Desperté, pero no estaba dentro de la carpa, solo estaba acostada sobre hojas secas. Y parece que estoy sola. Me levanté y me sacudí el polvo.

—Joris— empecé a caminar —Caleb, ¿alguien?

—¿Fiera?

—¿Caleb? ¿Dónde estás?

—Estoy—hizo una pausa —Estoy encerrado.

—¿Encerrado? ¿Y por qué?— caminaba en dirección a donde escuchaba la voz de Caleb.

—No lo sé fiera, pero debe ser una de tus pesadillas sin resolver, por cierto, cerca de mí hay otra persona encerrada, pero sigue dormida.

—¿Es Joris?

—No, no es ella— escucho la voz de Caleb más fuerte

—Llegué— dije al ver a Caleb, realmente está encerrado, en algo que es como un cilindro gigante —¿Cómo saldrás de ahí?

—No tengo idea, pero deberías ver quién es esa mujer— yo asentí y me dirigí al otro cilindro.

—No puede ser, es Raquel. ¿Eso quiere decir que estamos de regreso?

—¿En serio? No lo creo— yo lo miré y me acerqué a Raquel.

—Si, estoy segura— empecé a golpear el cilindro —Raquel, Raquel— ella abrió los ojos y se quedó unos minutos mirándome.

—¿Kiara?— habló con sus ojos entrecerrados, y luego sonrió con emoción—Kiara, que bueno volver a verte, ¿has comido bien? ¿te has puesto en peligro? ¿estás bien?

—Algo así, sí y sí— dije con una sonrisa.

—Por fin despiertan todos, bueno, no todos. Encadené a una jovencita allí arriba que sigue dormida.

—¡Chicos! ¿dónde están?— escuchanos a Joris.

—Creo que acaba de despertar— dijo el hombre de negro y ojos rojos, me está mirando, no me puedo mover.

—¡Estamos aquí abajo!— dijo Caleb. Y dejé de escuchar lo demás que dijeron, tengo miedo.

—Admito que llegaste lejos Kiara, pero hasta aquí— extendió su mano izquierda hacia mí, y apareció un cilindro a mi alrededor —Tienes tiempo limitado, y de aquí solo saldrán dos personas, y aquí hay tres contándote a tí, ¿A quién salvas Kiara?

Yo seguía sin hablar, aún tengo miedo, pero por su mirada, una que no puedo descifrar, sé que se atreve a matar a alguien. Yo solo negué con la cabeza.

—Escogí a dos personas que se han ganado tu cariño, ahora decide a quién salvas contigo— sonrió y señaló a Raquel —A la que ha estado cuidándote desde que estás en el orfanato— ahora señaló a Caleb —O al que te ha ayudado con las pesadillas desde que se mezclaron con la realidad. Sé que a ambos los quieres mucho, pero solo uno podrá irse contigo— yo seguía en silencio —¡Decide ya Kiara!— parecía molesto, entonces hizo que los cilindros se empezaran a llenar de agua, a paso lento, pero se están llenando.

No puedo salir de aquí sabiendo que dejé morir a una de las persona que quiero.

—Yo, me quedaré yo. Deja que salgan ellos— dije. Veía que Raquel y Caleb hablaban, pero solo veía sus labios y manos moverse, no los escuchaba.

—Muy leal Kiara, pero dije tú y otro, no te puedes quedar aquí— al decir eso hizo que el agua subiara más rápido, a éste paso los tres nos ahogaremos.

No podía morir aquí, no aún, ni yo ni nadie.

Puse mis manos en el cilindro y empecé a empujarlo, el agua ya cubría casi completamente los cilindros de Raquel y Caleb, ellos no pueden morir aquí, sería mi culpa. Quería llorar. Mis manos empezaron a brillar, cerré mis ojos y empujé con fuerza. Escuché el vidrio romperse, cuando caí me corté con algunos pedazos de vidrio, pero nada que vaya a matarme. Los cilindros de ellos dos también se rompieron, pero ellos no cayeron como yo porque no le estaban haciendo fuerza al cilindro, porque estaba ahogándose. El hombre de negro desapareció.

—¿Están bien?

—Si cariño, ¿Y tú?— dijo Raquel abrazándome. Yo asentí.

—Chicos, voy a bajar. Las cadenas que me sujetaban y no me dejaban usar mis poderes desaparecieron— Joris me miró al bajar —¿Puedes hacer que todos volemos y aparezcamos allí arriba?

—No lo creo, no me quedan fuerzas.

Espero que todo ésto acabe pronto.

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Aquí está el otro. Y seguiré escribiéndo, ya se acerca el final.

Gracias por leer.

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