24: Podemos hacerlo

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Podemos hacerlo


Ha pasado un día completo desde que pasó lo que pasó con el hombre de negro y ojos rojos. Veinticuatro horas sin que suceda algo relacionado a alguna pesadilla.

—¿Todo ha terminado ya? Hay algo que quiero decirte— dice Raquel mientras se sentaba a mi lado, habíamos estado en el comedor del gran salón, comimos mucho, había mucha carne, fue algo genial. Como dice Caleb, comimos de verdad.

—No lo sé— le digo con sinceridad.

—Yo no lo creo— habla Joris mirando la pared.

—¿Por qué?— dice Caleb frunciendo el ceño.

—Sí, ¿Por qué Joris?— pregunto, Raquel solo nos mira sin entender.

—Porque sigo aquí— me mira luego de decirlo —Yo no pertenezco a ésta realidad, soy de tu imaginación Kiara, mientras yo siga aquí significa que la realidad sigue mezclada con tu imaginación.

—Pero...— yo, no quiero que Joris desaparezca, es mi amiga.

—¡Raquel! Algo está pasando allá afuera— dice agitada una de las chicas del orfanato.

Todos nos miramos y salimos corriendo de mi habitación. Y cuando llegamos a la puerta de la entrada, nos encontramos con un gusano gigante, personas que parecían zombies, pesonas albinas, egipcios, personas vestidas de negro... Creo que están apareciendo las pesadillas que se supone ya superé, todas juntas, y vienen hacia nosotros.

—Asegúrate de que todas se escondan Raquel, por favor. Nosotros nos encargaremos de todo ésto, pero... Por favor cuídalas.

Ella solo asintió, me dió un fuerte abrazo y empezó a mandar a todos dentro del orfanato, y cerró las puertas, todas.

—Y... ¿Cuál es el plan fiera?

Lo miré, me sentía agitada. Creo que estoy asustada. Me fuí para que todas las chicas estén a salvo y no pienso dejar que eso se vaya a la basura, no puedo dejar que corran peligro. Admito que no considero a ninguna de esas chicas como mis amigas, pero aún así tengo corazón.

—Resolveré la única pesadilla que me falta, no le puedo seguir teniendo miedo— justo en ese momento sentí que me quedaba helada, se me aceleraba el corazón, no podía respirar. Aún le tengo miedo, y sé que está mirándome... Puedo sentirlo.

—Fiera, tranquila. No estás sola, estamos contigo— Caleb puso su mano en mi hombro y tenía su katana desenvainada, Joris ya estaba transformada. Yo sonreí con los labios cerrados. Y asentí empezando a mirar todo lo que pasaba a nuestro alrededor.

—Podemos hacerlo.

—Nosotros lo creemos Kiara, ¿Crees tú que puedes hacerlo?

—Si... Si lo creo.

Empezamos a luchar, Caleb y yo desde  tierra y Joris desde el aire. No estaba siendo tan difícil porque ya habíamos superado todo ésto, pero estaban destrozando todo a su paso. Tenemos algunas heridas, sumándole a éstas las que ya tenía. Después de un buen rato pude ver al hombre de negro y ojos rojos, fui camino a donde él estaba, pero aún tengo miedo. Caleb me detuvo, yo lo miré confundida.

—Te diré algo antes de que lo enfrentes. Solo debes creer y lo que quieras se hará realidad. No lo olvides y no te limites.

Esa frase es la misma que escribió mi madre en la carta que me dejó. ¿Es posible que él sepa sobre eso? Yo solo asentí y caminé en dirección a mi peor pesadilla.

—Te esperaba Kiara, sabía que vendrías. Aunque no sé a qué vienes— dijo mirándome —Soy tu peor pesadilla Kiara, siempre he estado contigo, si no hubiera sido por tu madre, yo te hubiera molestado en la realidad, y no solo en tus pesadillas por tantos años. Pero sabes que no puedes vencerme, solo mírate Kiara, ni siquiera puedes hablar cuando estoy cerca de tí.

Lo peor es que tiene razón, no puedo hacer nada cuando él está cerca. Pero no debería ser así, él también es parte de mi imaginación.

—Te equivocas— él me miró y sonrió, su sonrisa dá más miedo —Te quivocas porque ya no te tengo tanto miedo como antes. Tu no perteneces aquí, así que debes desaparecer.

Corrí hacia él y empezamos a luchar. Sus golpes son fuertes y duelen mucho, no parece una persona imaginaria, parece muy real.

Unos minutos después ya no sentía miedo, solo sentía rabia, rabia por todo el daño que ha causado. Sentía la sangre hervir dentro de mi cuerpo.

De repente él se alejó de mí, y empezó a mirar sus manos. Yo seguía molesta y con la sangre hirviendo. Él me miró.

—Ya no me tienes miedo, ¿pero cómo?

—Ya solo siento rabia, sé que aunque no parezca, no eres real. Mi madre me protegió de tí durante muchos años. Pero ahora me toca a mí deshacerme de tí, y ésta vez será para siempre.

—Nunca pensé que dejarías de tenerme miedo, de verdad nunca lo pensé, porque si dejabas de temerme, yo iba a desaparecer— empezó a transformarse en polvo, y se lo llevó la brisa. De repente hubo un fuerte viento. Empecé a alejarme pero tropecé y caí en algo parecido a una cueva. En ese momento Caleb se acercó a mí y extendió una mano en mi dirección para ayudarme.

No puede ser.

—Tú, también perteneces a mi imaginación— no puede ser, no. El sonrió, y en ese momento apareció Joris —No puede ser chicos, yo. Yo no soportaría que los dos se vayan, son mis únicos amigos aparte de Raquel, pero ella ha sido como mi madre— empecé a llorar —No los considero como pesadillas, son parte de mi realidad.

—Lo siento Kiara— Joris me abrazó fuerte y lloró conmigo —Aún puedo aparecer en tus sueños.

Caleb se nos unió en el abrazo, y segundos después empezaron a desaparecer. Quedé arrodillada llorando en el suelo, Raquel corrió hacia mi y me abrazó.

No pensé que los perdería así. Y duele mucho.

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Gracias por leer.

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